"En la vida es tan importante tener un médico de cabecera como un librero"
Jordi Nadal | Editor
Jordi Nadal (Lliçà d’Amunt, Barcelona, 1962) hace un informe de cada libro que lee desde que tiene 16 años. Ya cuenta con 1.942 fichas. Es fundador de Plataforma Editorial, en 2007, y lleva más de 35 años en el oficio. En junio de 2017, el director general de Recursos Humanos de Caixabank, Xavier Coll, le pidió que preparara un curso para formar a directivos de su grupo "leyendo literatura". Fueron los albores de Libroterapia, una obra que nació con la recopilación de 12 autores y que ahora se reedita con más de una treintena. "Es una pequeña declaración de gratitud a la lectura, seria y rigurosa", asegura.
–¿Cómo va el negocio?
–El negocio resiste porque el mundo está tan mal que los libros son más necesarios que nunca, porque las personas necesitamos sentido y los libros aportan ese sentido. El mundo está tan mal que los libros intentan hacer lo mismo que los médicos: curar. Y si no pueden curar, te acompañan.
–¿El confinamiento –palabra del año– ha podido animar a encontrarse con la lectura?
–El confinamiento te acorrala. Cuando la realidad te está dando castañazos, uno se encoge y se protege. Pero al mismo tiempo intentas mirar más allá del día a día, de una realidad muy dura y, entonces, buscas cosas hermosas, verdaderas y bellas, y ahí los libros son un grandísimo refugio.
–¿Qué es la vida sin libros?
–La vida sin libros es como si te regalan el Palacio de Versalles y te quedas sólo en una habitación. Tienes la llave maestra para abrir todas las puertas, pero te queda viviendo en una sola habitación. Puede que esté muy bien, puede que seas un genio...
–Pero es un rollo.
–Se dice que Kant nunca se movió de Königsberg, su ciudad natal, pero era Kant y no es lo normal.
–Sí, no es lo normal.
–Ojo, nadie dice que la gente que no sea lectora no sea sabia, pero lo habitual es que es más rico en matices, en vida interior, en saber, en pensamiento y en conocimiento quien lee que quien no lo hace. Por tanto, quien no lee está siempre en la misma habitación de un palacio. O sea, el que no lee está solo en una habitación de la vida.
–Casi la mitad de los españoles confiesan no leer nunca o casi nunca.
–Tenemos un país muy bonito, un clima muy bueno y un montón de excusas para no leer. Y luego, por tradición, a España no llegó la Ilustración. Los franceses representaban a los invasores y nadie deja hacer cosas a los invasores. En España ha faltado Ilustración, revolución industrial y un poco la cultura del libro. Dicho esto, por ejemplo, Andalucía es una gran tierra de poetas. Pegas una patada y te salen grandísimos poetas.
–¿Se imagina un mundo sin librerías, en el que sólo exista Amazon?
–No. En el final de Fahrenheit 451 hay un mundo en el que queman los libros y hay unas personas que recuerdan una obra cada una. El arte, la belleza, la verdad, la bondad son consustanciales no sólo a la condición humana sino también a lo que hace que la vida merezca la pena. Si recuerda el libro La carretera, es una obra que no puede ser más deprimente, pero incluso en esa situación hay un padre que protege a su hijo. No sé si me explico.
–No.
–Quiero decir: el mundo está mal pero hay gente que escribe obras hermosas, el mundo está mal pero el libro tiene más futuro que nunca. Si sólo hay una librería digital y todo se sirve por internet, no creo que valga la pena vivir.
–¿No es algo exagerado?
–Bueno... Si todo se sirve por internet, no habrá contacto humano. Naturalmente que es una exageración, pero en las exageraciones siempre hay algo de verdad. Cuando todo llegue por internet, no habrá contacto humano y si la única conversación que vas a tener es con el tipo que te trae el paquete de venta on line, vamos a enfermar.
–Mal camino llevamos.
–Hemos de definir qué es salud. Por ejemplo, cuando en un pueblecito de España se cierra el último bar, hay un empobrecimiento brutal de la sociedad.
–¿Qué autor le ha marcado más?
–Albert Camus, sin duda.
–¿Por qué?
–En la grandeza de su vida, de su trabajo, de su obra, de su destino se encuentra lo que para mí es lo más hermoso de la vida: la grandeza de ser un hombre solitario y solidario.
–Ante tanta inmediatez, ¿leer es tiempo de calidad?
–Claro. La enfermedad de nuestro tiempo es la velocidad. Es una trampa. La velocidad es muy seductora, pero te hace daño, es perniciosa, porque te impide encontrar la autenticidad y el sentido de las cosas. Permite el fraude y el sinsentido.
–Ponga un ejemplo.
–La diferencia entre Donald Trump y yo es que él puede escribir un tuit inmediato gratuito en el que suelta el látigo y cuando yo quiero publicar un libro me tengo que esperar 6 meses y gastar dinero. Como decía un publicista en EEUU, los principios sólo son principios si te cuestan dinero. Por eso Twitter es una máquina que permite tanto el odio.
–¿Leer cura el populismo?
–Leer te cura de la enfermedad del yo, me, conmigo mismo. Hay que dejar siempre las puertas abiertas al asombro, la belleza, al misterio y a la poesía.
–¿Si la lectura abre el pensamiento, por qué no se incentiva más?
–No interesa. No hay nada más difícil que mandar sobre gente libre y formada.
–Y para eso, ¿cuántos libros hay que leer al mes?
–Con uno al mes, está bien; y cuatro ya es el cielo. Para entendernos, las dictaduras son un color, los países aburridos son bipartidistas y la pluralidad son los colores, los matices. El pantone tiene 1.114. Para una vida completa debemos leer 1.114 libros, uno por cada color del pantone. Pero no se trata de ponernos estupendos. Lea lo que te guste y para eso es importante tener un librero de cabecera. En la vida es tan importante tener un médico de cabecera como un librero. Las librerías dispensan cosas que ayudan al alma.
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