La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
carlos ruiz zafón, escritor
-Sostiene que el Cementerio de los libros olvidados es una metáfora de la memoria.
-La idea central de los libros nació como una metáfora de cosas que, a finales de los 90, me parecía que estaban a punto de desaparecer. El mundo de las ideas, de la inteligencia, del lenguaje... pero, sobre todo, el concepto de memoria colectiva. Tenía la sensación de que había una industria de destrucción de la memoria y, de algún modo, nos transformamos en víctimas. Todo esto cristalizó en la imagen de una biblioteca fabulosa con los libros como repositorios del conocimiento, de la imaginación y de la memoria de todo lo que el ser humano ha creado. Recuerdo que tenía la sensación de una nueva suerte de trivialidad, de banalidad a escala industrial que lo invadía todo.
-¿Esta sensación de banalidad de la que habla se debe a que considera que la sociedad es menos crítica que antes?
-Creo que sí. No me gusta sermonear ni intentar convencer a alguien. Lo que me gustaría transmitir es el espíritu crítico. El mundo está lleno de personas o instituciones que tratan de decirnos cómo tenemos que pensar o actuar. Lo que a mí me gustaría es que los lectores se cuestionen por qué otras personas quieren que pensemos así. Se está perdiendo el cuestionar las cosas.
-El laberinto de los espíritus vio la luz con una tirada inicial de 700.000 ejemplares. ¿Le parecen unas cifras astronómicas o ya está habituado a ellas?
-Me siento privilegiado y muy agradecido a los lectores que las hacen posibles. Pero tampoco debo detenerme y hacer las cosas en función de las cifras. Todo está en manos de los lectores. Puede que realice un proyecto y tenga éxito pero, quizás el siguiente que haga no consiga la misma suerte.
-Pero la fórmula ha tenido éxito.
-Estos libros han tenido éxito y, de hecho, todos los que he publicado lo han tenido. Puede suceder que un día tenga un proyecto que me parezca interesante y al final no funcione. Hay que valorar la buena fortuna que uno tiene cuando la gente recibe su trabajo, pero no hay que quedarse en ello. El deber y el trabajo están en hacer lo mejor posible lo que uno cree y entregárselo a la gente. Esa es la norma que intento aplicarme.
-A pesar de ello, siempre se ha negado rotundamente a que sus libros aparezcan en la gran pantalla.
-No tengo nada en contra de adaptar libros al cine, de hecho me he dedicado muchos años a ese medio. Creo que mis libros son un canto a la literatura y a la palabra escrita. Me parecería contradictorio hacer una adaptación porque estos libros están muy orgullosos de serlo. No tendría mucho sentido el dedicar años de mi vida a transformalos en otra cosa si ya los he hecho como quería. Siempre he intentado incorporar en la textura de los libros esa dimensión visual para que la experiencia del lector sea lo más intensa y efectiva posible. Por eso siempre he dicho que no y lo seguiré diciendo, dando las gracias a todos los que han puesto interés en el proyecto.
-Confesó al presentar El laberinto de los espíritus en la Fundación Cajasol que el personaje de Alicia Gris, que aperece en esta novela, era su favorito de los que había creado.
-Alicia es el personaje desencadenante, sin el que todos los demás no habrían llegado al final. El momento de conocerla era aquí y para mí es la esencia o el resumen del cuarteto.
-Además de este personaje, ¿se había guardado otros ases en la manga para este final?
-Me había guardado muchos más. Están los personajes de Alicia, de Vargas, de Leandro... Está la realidad del misterio de Mauricio Valls, quien no sólo se limita a sus crímenes como director de la cárcel de Montjuïc. Aunque el lector pudiera haber pensado al leer los otros tres libros cómo se iba a resolver todo, en realidad faltaban muchos elementos. Esta novela es la más compleja de todas porque tiene muchas tramas y elementos diferentes. El laberinto de los espejos es el gran final y la partida definitiva.
-Empezó escribiendo literatura juvenil a través de títulos como El príncipe de la niebla, Luces de septiembre o Marina. ¿Cuál es la fórmula para enganchar a los jóvenes a la lectura?
-No distingo a los lectores entre jóvenes y adultos. Hay gente que lee y hay quienes tienen la sensación de que no les va a interesar. Mi trabajo es convencerlos de que leyendo pueden disfrutar tanto o más que con cualquier otro medio. A veces hay lectores con 15 años más maduros que otros que tienen 60, por eso he desechado todo intento de prejuzgarlos. La diferencia entre un lector joven y otro adulto es su contexto emocional. Hay muchas cosas que los jóvenes entienden a nivel intelectual, pero no han vivido aún. Los jóvenes son más intensos y hay que merecer su tiempo y su atención.
Confiesa que le gusta perderse en una librería, coger un libro al azar y leer una página para saber si está delante de un trabajo profesional, independientemente de la temática. Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964) culmina con El laberinto de los espejos una saga que empezó hace 15 años con La sombra del viento, el título que le dio la fama internacional. Este coleccionista de dragones tiene por costumbre ambientar sus obras en la Barcelona gótica de la revolución industrial, aunque sostiene que el mundo no acaba en la Ciudad Condal y baraja diferentes escenarios para futuros proyectos.
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