"Me gusta que el levante de Tarifa me sacuda todo lo malo"
Entrevista a Raquel Meroño
La ganadora de 'MasterChef Celebrity' ha descubierto la cocina con el concurso de La 1 y lleva años regentando un chiringuito de Tarifa
El primer programa que presentó se llamaba ‘Pelotas fuera’, nombre de la televisión de los 90. Raquel Meroño (Madrid, 1975) pertenece a la generación televisiva que encontró la oportunidad en unas jóvenes cadenas privadas que contaban entonces con decenas de formatos. Su vertiente de actriz se forjó en Al salir de clase y ya madre de gemelas se incorporó a Yo soy Bea. También estuvo en los últimos capítulos de Arrayán, aquel serial que reunía multitudes en las noches de Canal Sur. Qué tiempos, aunque Raquel ha escapado del pasado y tiene mucho presente.
–El destino le lleva al Sur. ¿De qué se sintió atraída?
–Yo creo que la sangre. Mi abuela Sánchez era de Alcalá de los Gazules. Yo siento que todas las ganas de reírme y de guasa me las dejó en herencia mi abuela gaditana.
–Usted fue esa compañera de clase que lo deja todo para montar un chiringuito de la playa. En Tarifa, Carbones 13. Vaya aventura.
–Nunca me imaginé que un chiringuito me iba a dar tantas satisfacciones y disgustos. Tarifa es mágica, un polo de energía. Es maravillosa incluso hay mucho viento. Me gusta ponerme de cara, cerrar los ojos y que el levante me sacuda todo lo malo, me limpia.
–La recordamos como un querubín en el monumental disparate de ‘Airbag’.
–Fue una cosa de chalados. Yo no tenía ni guion. Era mi primera aparición en el cine y estaba deseorientada. Tenía que poner triste porque el novio me había dejado plantada, pero sin saber qué es lo que estaba pasando en la película.
–En aquellos años vivía en un plató.
–En la cena de anoche se sorprendían porque yo fui iurado de Lluvia de estrellas. También estaba en Menudo show, en Al salir de clase. Y acabé encargando muebles en la isla de Java. Muebles de hostelería. Amueblé un hotelito que se va a estrenar en Formentera, en Semana Santa. Un proyecto que por la pandemia se ha retrasado mucho.
–¿Qué hacía usted en Bali?
–Estuve allí durante doce años. Tenía una casa porque llevaba el negocio de los muebles. Regresé a España y alquilé aquella casa pero la tuve que vender porque me engañaban todos los de allí. Era imposible. Volví a España porque diseñé para varios proyectos de la cadena hotelera Fergus, uno en Conil y otro en Ibiza.
–Yle llega la oportunidad de ‘MasterChef’. Aunque entienda que nadie dábamos un duro por usted.
–Yo misma veía cada día que era más probable que me eliminaran que seguir adelante. Hay que tener siempre a la suerte un poco al lado.
–¿Su punto de inflexión fue en Tarifa?
–Fue en Madrid, en la finca de Mario Sandoval. No había capitanes y los compañeros me eligen como líder y me vengo arriba. Me animaron Nicolás Coronado, Josie y a partir de entonces entendí MasterChef de otra forma. Ha sido un camino gigantesco, de buen rollo, y me animó mucho hacer las mejores patatas suflé que se han hecho en ese programa. Pero, claro, nunca pensé que iba a ganar la edición.
–¿Fue cuestión de superación?
–Fue un ejercicio de autoconfianza. De ponerme cada mañana la canción Sin miedo. Cuando llegué a la cocina el día del duelo me sentí muy tranquilla. Habían pasado tantas cosas en tan pocas semanas que me relajé.
–¿Cómo se quemó la manos para tener tantas dificultades en la final?
–Fue preparando el duelo en el restaurante Disfrutar de Barcelona. Porque el duelo lo preparas sin saber si vas a llegar o no. Las tres pruebas de la final se hacen en días seguidos, con un agotamiento físico total. Con las manos llenas de ampollas me pongo a hacer el plató de Dabiz Muñoz y veo las estrellas cuando el chile me llega a las llagas.
–¿Dónde se prepararon sus compañeros?
–Flo con Toño Pérez en Atrio, como se vio en el duelo. Josie se preparó con Dabiz y con Isabel Maestre y Nicolás, con Mario Sandoval.
–Y el favorito era Josie.
–Por supuesto. Es un magnífico compañero, una persona encantadora. Y es divertidísimo, acaparaba el protagonismo sin querer. Este MasterChef Celebrity ha sido precioso porque Macarena Rey (la productora ejecutiva de Shine Iberia) ha sabido reunir a gente que trasmitiera buen rollo. Con la pandemia era necesaria una edición así.
–La habíamos dejado con las llagas en la cocina.
–Flo ganó la prueba de Dabiz Muñoz con todo merecimiento y entonces nos vamos a Santander al día siguiente. Pese a lo que sufría en las manos me sale bien y me clasifico y es entonces cuando ya me relajo.
–¿Cómo concibe el menú del duelo?
–Lo coordiné con Oriol Castro. Yo quería que fuera muy de marca España. Hablando de mi vida apareció Tarifa e Indonesia, la fusión perfecta. Por supuesto que debía preparar algo con atún de almadraba y el cerdo ibérico lo unimos a las hierbas asiáticas.
–Pero el golpe definitivo fue con el volcán de mango.
–El postre de mi sufrimiento. Me salió bien porque estaba en el plató como si estuviera cocinando en la intimidad de mi casa.
–¿Usted no era de las que no pisaba una cocina?
–Yo no entraba en la cocina. Me he calificado como una “mamá microondas”. Ha sido una pena que descubriera la cocina tan tarde, con mis hijas ya mayores.
–¿Con quién se queda de sus compañeras rivales de ‘MasterChef’? Había varias divas...
–Con todas por supuesto, pero yo creo que a La Terremoto de Alcorcón hay que clonarla. En muchos momentos hizo de mi madre para que saliera adelante en las pruebas.
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