"Yo soy un flamenco que toca la flauta, no al revés"

Juan Parrilla. Flautista y compositor flamenco

"Yo soy un flamenco que toca la flauta, no al revés"
"Yo soy un flamenco que toca la flauta, no al revés" / A. Pizarro
Verónica Gayá

17 de noviembre 2016 - 10:12

-Nació en una familia cien por cien flamenca en la que la guitarra mandaba. ¿Cuándo decide que prefiere probar con la flauta?

-En mi familia todo el mundo ha pasado por la guitarra. Yo también, pero era muy malo. Mi padre siempre ha querido que fuéramos músicos y como ya mi hermano Manuel tocaba -es un prodigio- tocarla después de él era muy complicado. Y mi padre me decía: "¿Qué te gusta? Elige tu instrumento".

-¿Fue él quien le animó a ir al Conservatorio?

-Sí, mi padre quería que fuésemos músicos con formación y más tocando la flauta. Con la guitarra es otra cosa. Así que lo mismo te toco un Mozart que por bulerías.

-Usted ha sido uno de los mayores defensores de la flauta en el flamenco, incluso frente a los más puristas. ¿Qué aporta este instrumento?

-Una flauta es como un cantaor. Yo siempre digo que para tocar bien la flauta tienes que acordarte del cante. No hay que tomarse el flamenco a la ligera. Los puristas siempre van a estar ahí; si fuera por ellos no existiría Piazzolla. Aunque es verdad que a mí me han dejado más tranquilo por la familia de la que vengo. Me decían: "Es que esa soleá no es así", a lo que yo contestaba: "Ya sé que no es así" y le cantaba la verdadera. Claro que sé como es, pero la cambio porque la conozco.

-Desde que usted comenzó, ¿ha cambiado el papel de la flauta en el flamenco?

-Muchísimo. Ahora la mayor parte de las formaciones tienen violines, chelos... Se utilizan muchos instrumentos melódicos, vamos evolucionando, pero siempre siendo fieles a las raíces y respetándolas. Es como lo del cajón flamenco; hasta que no llegó Paco de Lucía no existía y ahora no ves a ninguna formación que no lo lleve.

-Usted plantea la necesidad de evolucionar el flamenco, pero ¿con límites? ¿Cuáles son?

-Desde el respeto no hay límites. Yo doy muchos seminarios en el conservatorio y siempre digo que cualquier instrumento puede sonar, lo importante es conocer el flamenco y respetarlo.

-El apellido Parrilla supongo que a veces le habrá abierto puertas, pero en otras ¿es una carga?

-No, siempre lo he llevado con mucho orgullo, pero no he sentido la carga, aunque entiendo que existe -"éste es de los Parrilla, a ver qué hace"-, pero eso también te relaja, estás más resguardado.

-A lo largo de su trayectoria ha trabajado con los mejores del flamenco. ¿Con quién ha aprendido más?

-Mi tío Manuel Parrilla de Jerez, que me enseñó dónde están las raíces del flamenco, la pureza de una seguiriya, lo que es sentir, que muchas veces no es cuestión de saber. Con Manuel Sanlúcar también he aprendido mucho. Él siempre ha defendido la evolución del flamenco.

-¿Con quién es más fácil trabajar?

-Con la persona con la que más artista me he sentido es con Lola Flores. Cuando me llamó me sorprendió, porque yo me sentía más moderno, yo tocaba con Ketama, pero cuando trabajé con ella, me impresionó, no he visto mejor artista en mi vida, ni creo que la haya. Buenos intérpretes claro que los hay, Camarón, Paco de Lucía... pero artistas como Lola Flores, ninguno. Me decía que tocara y ella mientras recitaba versos de Lorca, se me pone la piel de punta al recordarlo. Tocando por soleás y Lola dejaba que la mecieras con la flauta. Impresionante.

-¿La colaboración que recuerda con más cariño?

-Joaquín Cortés, que me dio la oportunidad de componer. Hasta entonces iba tocando como instrumentista. Se lo agradeceré siempre.

-Cómo es el trabajo o la relación con otros, como con José Mercé.

-A José lo conozco muchísimo, está casado con la tía de mi mujer. 25 años a su lado.

-¿Y con Antonio Canales?

-Es una gozada, intuye la música de una manera espectacular, es muy fácil trabajar con él.

-¿Raimundo Amador?

-Con él hice un trabajo precioso, pero, fíjate, no con la flauta, sino con el saxo soprano. Hicimos un trabajo muy emotivo cuando se acababa de morir un amigo en común: Ray Heredia.

-Pero, además, usted dedica parte de su vida a la enseñanza. ¿Qué es lo que le aporta?

-Me enseña a mí, aprendo mucho de los alumnos, de sus ganas, de su curiosidad, aprendo de cómo enseñarles. Cada vez me gusta más, sobre todo cuando veo la evolución.

-Pero ¿todo se aprende? Porque el duende es el duende. ¿No?

-Todo se aprende, pero el arte se tiene o no. Yo soy un flamenco que toca la flauta, no al revés. Yo no he tenido que analizar el flamenco, lo que he tenido es que aprender a tocar la flauta.

-¿Qué tiene entre manos ahora?

-Acabo de terminar mi disco Taxdirt, lo llamo así porque es la calle donde yo me crié. Aunque siempre la hemos llamado calle de la Sangre.

-De cara al futuro, ¿qué le queda a la flauta por demostrar?

-Ha evolucionado mucho, hay cada vez más chavales que van tocando flamenco, ya está colocada. En la pasada Convención de Sevilla [de flautistas] cuando vi a Emmanuel Pahul, Vicens Prats, a Eustache, Jorge Pardo, tocando una pieza mía, me dije: "Ya he hecho todo, he tenido un hijo... Me queda plantar un árbol".

-Cuatro generaciones de Parrilla. ¿Qué nos depara la quinta?

-Mi hijo Manuel ahora toca rock, ¡ay... si mi abuelo levantara la cabeza! Pero el otro día, estando con Pitingo, mi primo, en un fin de fiesta, le vi tocar las palmas por bulerías. Él es flamenco aunque no lo sepa.

Duende y solfeo

Juan Parrilla (Jerez, 1968) exhala musicalidad y pasión por el arte. Toda una vida abriendo puertas a la flauta flamenca, haciendo honor a uno de los apellidos más grandes de la historia del flamenco y sosteniendo con firmeza la evolución de una música a la que respeta con profundidad y siente en la sangre. Parrilla ha acompañado a los nombres más destacados del flamenco y acaba de publicar su disco, Taxdirt. Aúna su formación en solfeo con el duende de una estirpe flamenca que tiene continuidad en su hijo rockero que toca las palmas por bulerías.

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