"He querido sentir la emoción que debieron vivir los viajeros románticos"
José Manuel Pérez Tapias | Artista plástico
El pintor expone en el museo de Alcalá de Guadaíra "Las formas del paisaje. Del bosque a la ribera", una selección de obras en las que se retratan paisajes de Estados Unidos, España, Grecia o Italia. La muestra está organizada por la Diputación de Sevilla.
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El pasado 14 de diciembre, el pintor José Manuel Pérez Tapias presentó su exposición Las formas del paisaje. Del bosque a la ribera en el Museo de Alcalá de Guadaíra. El conjunto –acrílicos, acuarelas, dibujos- incluye un discurrir por algunos de los lugares que el artista ha ido visitando a lo largo de una década. De Conil de la Frontera a Nueva York. De Grecia a La Alpujarra. El catálogo, naturalmente, es heterogéneo, pero la visión coincide: se trabaja con la profundidad y con el color, vibrante, intenso. Pérez Tapias se propone conmover a aquellos que se acerquen a conocer la impronta de estas escenas, de estos paisajes. Los cuales hablan diferentes lenguas, pero convergen en ese lenguaje universal de la emoción. Próximo a lo que logró Richard Ford o Sánchez Perrier. “Gozo, serenidad, introspección, calma” son los cuatro puntos cardinales de la propuesta del pintor, en palabras de la periodista Charo Ramos, autora del texto del catálogo de la exposición. La exposición está organizada por la Diputación de Sevilla.
-Casi trece años retratando paisajes. ¿Cuál ha sido el itinerario?
Nunca he pensado en viajar para hacer el dibujo. Sí me he llevado siempre los materiales. A nivel nacional hemos visitado La Alpujarra, Toledo, Gredos, Cazorla. En el extranjero: Estados Unidos, Francia, Marruecos, Italia, Portugal, Grecia… Normalmente son viajes que he hecho con mi familia. En Semana Santa o en verano. Estancias largas. Más pausadas. Donde no vas recorriendo los sitios, sino que tienes tiempo para pararte.
-¿Qué sitios le han impresionado especialmente?
Grecia uno de los que más. Por la luz del mediterráneo. Además, por su conexión con lo clásico y con la civilización occidental. Las islas de Santorini, de Creta. Atenas. Fue uno de los viajes más interesantes que he hecho dibujando. Después, Estados Unidos. Allí tenía a una hermana. Los dibujos que me traje de allí me gustan sobre todo por su carga sentimental. Aunque ahí no dibujé mucho, porque en verano en Nueva York hace muchísimo calor. Otro viaje significativo fue por Francia, por la zona de Carcassonne.
-La luz de Grecia, me decía, mediterránea. ¿Con un matiz distinto a la de España?
Bueno… el matiz distinto, a mi juicio, lo da el entorno de esa luz. Esas casas blancas de Santorini, ese azul añil. Son fogones de luz. Muy atractivo. Muy pintoresca. Se presta al dibujo esa zona.
-¿Qué se aprende tras estar tantos años observando y pintando el paisaje?
Se aprende a apreciar lo que tenemos. Que es fundamental. Lo que deberíamos preservar y conservar para generaciones futuras. Para que ellos vean lo que yo he visto.
-También sosiego, capacidad de atención.
Sí. Aprendes a medir tus tiempos. Y a un ejercicio de introspección. Buscando el equilibrio interior. Esa paz interior.
-Esta exposición quizá encierre dos de los principales intereses de su trayectoria: la perspectiva, trabajar la profundidad, y el color.
El color siempre me ha cautivado. Siempre he querido buscar la armonía cromática. El equilibro cromático. Cuando pongo un color, el siguiente debe ser armónico. Luego la perspectiva, sí. Importantísima para mí. Porque es lo que le da sentido al espacio. Es lo que hace que el espectador pueda sentirse dentro de la obra.
-Su exposición se complementa con otra muestra en la que se incluyen pintores de la denominada Escuela de Alcalá de Guadaíra.
Es una muestra sobre el naturalismo. Con algunos pintores de la Escuela de Alcalá y otros que no. Convive muy bien con mi exposición porque trata también del paisaje. Y tiene ese punto de tradición y de modernidad. Mi exposición tiene vínculos con la tradición –con el impresionismo pero sobre todo con el posimpresionismo- y también tiene algo de modernidad.
-Sí: en sus obras converge la tradición y la modernidad. ¿Calificaría sus paisajes como costumbristas?
Yo costumbrista no lo llamaría. Porque el costumbrismo es una escena social aceptada, cotidiana, por así decirlo. Yo no pongo figuras en el paisaje. No hay escena de relación social. Como ir de pesca, descansar, comer. En mi caso me centro en aspectos más simbólicos. Por ejemplo, la casa. La casa como espacio habitable dentro del paisaje. Me interesa el agua, como elemento fundamental en mi vida. Me interesa el camino. Los caminos nos llevan a un sitio. Y por supuesto, la vegetación. Con sus matices, sus ritmos. Esas son las claves de mi obra respecto de la modernidad.
-En Las formas del paisaje hay más pensamiento que descripción.
Efectivamente. Yo me detengo más en lo vibrante. A nivel técnico me aproximo más a Van Gogh. A su pincelada, la cual busca el volumen. Yo voy dibujando y pintando. Buscando así la forma del volumen. De Van Gogh me inspiran mucho los matices. La riqueza cromática que nos ofrece. Y siguiendo con cuestiones técnicas, de Cézanne me quedo con la estructura, con la composición. De Pierre Bonnard me interesan sus texturas. Bonnard se diferencia por la textura más que por el límite de la forma. Yo texturo también muchísimo. Y sobre todo lo que busco es la emoción.
-Un artista coetáneo, Juan Fernández Lacomba, publicó un libro de referencia acerca de la pintura del paisaje en Andalucía. No sé si este estudio le sirvió a la hora de definir estas técnicas e inspiraciones que nos cuenta.
Sin duda. Me ha ayudado mucho. También conversaciones que he mantenido con él. Y su pintura. Tan evocadora. Lacomba tiene mucho de modernidad, y va buscando también la emoción.
-Otra inspiración para esta serie sobre el paisaje son los dibujos de los viajeros románticos.
Siempre me han interesado los pintores románticos, aunque fuese por el hecho de sus viajes. A mí siempre me ha gustado viajar. En la carrera estuve en Argelia, Venezuela, Colombia, Cuba… Por otra parte, en la casa de mis padres tenía muchos libros de exploradores ingleses, también recuerdo alguno de Richard Ford. Con unas ilustraciones fabulosas. El caso es que con mi exposición he querido sentir la emoción que debieron vivir los viajeros románticos. Quise recrear sus viajes. Transmitir hoy lo que ellos experimentaron pintando. Y por último, quise que el espectador se sintiera como yo me sentí de niño al ver aquellos dibujos e ilustraciones.
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