"Si el euro no reduce la tasa de paro, habrá que salirse"
José Carlos Díez. Economista
En su libro 'Hay vida después de la crisis' este economista describe, de manera didáctica, cómo hemos llegado a esta situación límite y ofrece propuestas para salir de este atolladero.
José Carlos Díez (Palencia, 1971) se ha convertido en un fenómeno editorial siendo economista y escribiendo sobre economía. Su libro Hay vida después de la crisis es uno de los más vendidos en la actualidad. En él, de manera didáctica, describe cómo hemos llegado a esta situación límite para, a continuación, ofrecer propuestas para salir de este atolladero. Pese a su juventud, su currículum le convierte en uno de los economistas más influyentes de nuestro país, a lo que suma una gran capacidad de comunicación. Ha sido economista jefe de Intermoney y es profesor de Icade.
-Ha escrito un best seller hablando de economía pura y dura. Sorprende.
-Mi libro está con 50 sombras de Grey. En este país venden el sexo y la crisis. En serio, había una demanda por saber y mi libro tiene propuestas y un final feliz. No es para llegar a Hollywood, pero casi.
-¿Cómo fue ese suicidio? ¿Cómo fue aquello de dar préstamos a quien no los iba a pagar?
-Había un exceso de dinero en circulación. Ibas a la lonja de merluza y te cargaban el camión de merluza. Se produjo una euforia propia de las drogas, se pensaba que la liquidez iba a ser eterna. El grifo se cortó y ahora no queda ni metadona. Era una economía adicta al crédito. Ahora estamos pasando el mono.
-Lo de los economistas es la adivinación. Tenían la bola de cristal averiada.
-Anticipar el futuro es imposible. Lo más que podemos hacer es asignar una probabilidad a una tendencia. La exactitud no existe con estadísticas que dependen del comportamiento humano.
-Y más si los bancos escondían algunos datillos.
-No hubo buena información hasta 2009, cuando ya la dimensión de la crisis era una evidencia. Antes lo intuíamos porque veíamos cosas raras. La banca de inversión te dibujaba un mundo de color. Yo no entendía nada.
-¿Ahora se atreve a hacer una previsión?
-Pequé en 2009, vi un cambio de tendencia. La economía mundial iba creciendo, había signos de recuperación... y, de repente, todo se cayó. Ahora soy muy prudente. Estamos peor que entonces. He escrito este libro porque hay que combatir el miedo, pero no puedes negar la realidad. Si destruyes un 20% de empleo, la mora hipotecaria no puede ser un 5%... son números que tienen que emerger.
-Aparte de la prudencia, ¿qué más ha aprendido?
-Cada vez que veo un crecimiento del crédito de dos dígitos me pongo nervioso. En Brasil escuchas lo mismo que escuchabas aquí, que esta vez va a ser diferente, que hay poca deuda pública etcétera. Ya, ya, lo que tienes es un burbujón... Lo que hemos aprendido es que hay que hacer economía preventiva, retirar el ponche cuando la fiesta se sale de madre y volver a ponerlo cuando se entra en depresión.
-Ha acuñado un término magnífico: austericidio.
-Los ajustes fiscales tienen que medir la intensidad de la medicina. Si te pasas con la dosis del fármaco, matas al enfermo.
-Merkel es la austericida.
-La ideóloga. Ahora la gente está encantada con su victoria. Ya veremos la cara de Rajoy cuando le tumbe los presupuestos. Rajoy defendía lo que Merkel decía y el efecto es el que sabemos: 1.200.000 empleos destruidos.
-Afirma en su libro que los alemanes viven engañados. Muy engañados cuando le han dado una victoria abrumadora.
-A Merkel no se le puede negar que es transparente. Ella cuida el bolso de los alemanes. ¿Qué pasará en ese bolso si saltan Grecia y Portugal, si hay quitas y todo estalla...? Entonces no valdrán las lamentaciones.
-Grecia no podrá pagar.
-Claro que no podrá pagar, ni el ayuntamiento de Jerez podrá pagar, ni muchas familias pueden pagar sus hipotecas. Hay que empezar a reconocer que no se va a poder pagar para ver qué es lo que se puede pagar, realizar quitas e intentar no perderlo todo.
-¿Está a favor de la dación en pago?
-Estoy en contra de gentes sin casa y bancos con casas que no pueden gestionar. Cuantas más casas tengan los bancos, menos dinero tendrán para prestar a las pymes. La gente debe seguir en sus casas y pagar un porcentaje de su renta a 30 años, reconocer que aquellas hipotecas, tal y como se firmaron entonces, hoy son impagables.
-Rajoy recita décimas con satisfacción, Montoro dice que sorprenderemos al mundo...
-Con nuestro desempleo no estamos para envalentonarnos. Vendemos los mismos coches que en el 85, el mismo cemento que en los 50 y tenemos un mercado hipotecario como el de hace treinta años. Hay un suelo y hemos dejado de caer, pero estamos en la séptima planta del parking subterráneo.
-¿Qué hacemos con los que nos han llevado a esta situación?
-Hay que depurar, quien se haya equivocado lo tiene que pagar. Un tonto tiene la fuerza de mil caballos. No podemos volver a ponernos en sus manos.
-Entre los tontos hay algún europeo.
-Europa ha llegado siempre mal y tarde. Recuerdo una reunión con un dirigente del Banco Central Europeo que me dijo que Portugal marchaba estupendamente. Era una afirmación absurda. Si la percepción es errónea, la decisión también será errónea.
-Convertimos nuestra peseta en marcos, entregamos la máquina del dinero y lo llamamos euro. ¿Fue sensato?
-A toro pasado... Nos lo deberíamos haber replanteado. Pero eso ya pasó. Lo que hay que pensar ahora es que si el euro no puede reducir nuestra tasa de desempleo, nos tendremos que salir. Y también habrá vida después del euro. Causará dolor, pero el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional...
-Mientras tanto, Cataluña dice que hasta aquí. ¿Es eso viable?
-Su burbuja de crédito es mayor porque sus bancos se han extendido por toda España. Su sistema bancario tiene un tamaño de cuatro veces su PIB y no tienen fondo de garantías. La independencia lleva a la quiebra de su sistema bancario. Nadie embarca una sociedad de ocho millones de personas en una quiebra a sabiendas, pero ellos tienen un ejército de economistas apoyando la independencia. Bien, ¿qué deuda externa tiene Cataluña, qué pasa si pierden el 20% de sus depósitos? Eso sí, aunque el divorcio sea muy caro no quiere decir que no vaya a haberlo.
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