“Los estereotipos rara vez reflejan la realidad”
Marjan Kamali | Escritora
De padres iraníes, Marjan Kamali (1971) nació en Turquía y pasó su infancia en Kenia, Alemania, Irán y Estados Unidos. Licenciada en Literatura Inglesa y especializada en escritura creativa, colabora en publicaciones como The Wall Street Journal y Literary Hub. Sus libros son bestsellers premiados que se han traducido a más de 25 idiomas y se han adaptado a series de televisión y teatro. Vive en Boston con su marido y sus dos hijos. Su primer acercamiento al público español llega con La joven de Teherán (Newton Compton Editores).
-‘La joven de Teherán’ es su primera novela traducida al castellano. ¿Qué va a encontrar el público en ella?
-Esta novela es una historia de amor sobre dos adolescentes, Roya y Bahman, que se conocen en 1953 en Teherán y que se deslizan rápidamente, como dice F. Scott Fitzgerald, “en una intimidad de la que nunca se recuperan”. Su lugar de encuentro es una papelería del centro de Teherán, en un momento en que ésta florece. Pero la ciudad también está repleta de manifestaciones. En el país crece un movimiento comunista enfrentado a los monárquicos que adoran al Sha. Roya y Bahman viven un romance relámpago pero, en la víspera de su boda, el país sufre un golpe de estado que cambia sus vidas para siempre.
-¿En qué se ha basado para crear esta novela?
-Siempre me ha gustado curiosear en las papelerías. Mi padre me contó que en una papelería de Teherán vendían libros de todo el mundo. Decía que los chicos de instituto escondían notas de amor entre sus páginas y que su dueño les pasaba así los mensajes a sus amadas. Me intrigó este concepto. Además, siempre he sentido curiosidad por el golpe de estado de 1953, así que investigué mucho para saber más sobre aquella época. Muchos chavales de Teherán aprendían a bailar el tango y el vals, veían películas italianas y discutían sobre la democracia, el comunismo y el sistema parlamentario. Se respiraba la sensación de que el país estaba en la cúspide de un nuevo gran comienzo.
-Ha vivido en diferentes países, ¿por qué eligió Irán para ambientar su novela?
-He vivido en siete países de cinco continentes, pero mientras crecía hablaba persa con mis padres, comía comida persa y me animaban a aprender poesía y literatura persas. Para mis padres era muy importante transmitir su cultura. Después de la revolución de 1979, tuve que defender mi condición de iraní ante mis compañeros de clase estadounidenses y protestar contra las imágenes negativas que se mostraban de Irán. Precisamente porque no viví mucho tiempo en Irán siento una curiosidad infinita por el país que formó a mis padres y antepasados. Por eso lo elijo como escenario de mis libros. Sin embargo, mi experiencia me ha enseñado que, aunque los atuendos, el idioma y los sistemas políticos puedan diferir, la dinámica humana es la misma en todo el mundo. En todas partes la gente quiere amor, seguridad y la oportunidad de desarrollar su potencial.
-El libro aborda una historia de amor en circunstancias difíciles. ¿Tiene mala fama el género romántico?
-No considero que mi libro forme parte del típico género romántico. En EEUU se clasifica como ficción histórica. Hay romance en él, pero también historia, política, derechos de la mujer...
-El padre de la protagonista es un hombre que nada tiene que ver con el estereotipo del hombre iraní. ¿Hasta qué punto es éste cierto?
-Los estereotipos son sólo eso y rara vez reflejan la realidad. No hay un hombre iraní típico, como no hay un hombre español o estadounidense típico. Estoy de acuerdo en que, por término medio, el padre de Roya es más progresista que muchos padres del Irán de 1953; quiere que sus hijas se eduquen y ejerzan profesiones poderosas. Pero el padre de Roya se parece mucho a mi abuelo, que tenía la misma edad en aquella época y los mismos valores. Quería captar los matices y la complejidad de los iraníes y no caer en estereotipos.
-Su relato abarca varias décadas, ¿cómo ha cambiado Irán en ese tiempo?
-La historia comienza en 1953 y termina en 2013. En esos 60 años, Irán experimentó cambios sísmicos. Pasó de tener un primer ministro elegido democráticamente a sufrir un golpe de Estado que reforzó el poder del Sha y, posteriormente, una revolución islámica en 1979 que cambió el Gobierno de monarquía a teocracia. El país se volvió casi irreconocible. Al principio, los derechos de las mujeres se ampliaron, pero muchos se perdieron en 1979.
-También aborda muchos temas sociales. ¿Usa la ficción para reflejar aspectos críticos de la sociedad iraní?
-Creo que todo buen escritor de ficción utiliza su oficio para reflejar aspectos de la sociedad sobre los que tiene dudas o le rompen el corazón. El poder de la ficción es que nos ayuda a ver no sólo lo que ocurre en la geopolítica, sino también a entender cómo esas circunstancias hacen sentir a la gente. Con estos personajes, espero mostrar la vitalidad y complejidad de los iraníes, así como el modo en que las tradiciones sociales y las circunstancias políticas afectan a la capacidad de acción y al destino de cada uno.
-En nuestra mente está el caso de Mahsa Amini, que murió bajo arresto por no llevar bien el velo. ¿Irán ha ido hacia atrás en lo que a derechos se refiere?
-Sí. Entre 1950 y 1970, las mujeres iraníes tuvieron un mayor acceso a la educación y al empleo. La Ley de Protección de la Familia de 1967 mejoró los derechos de la mujer al elevar la edad mínima para contraer matrimonio, restringir la poligamia y permitir a las mujeres solicitar el divorcio en determinadas condiciones. Pero tras la revolución de 1979, muchos avances se invirtieron. Se promulgaron leyes que reducían los derechos de divorcio de las mujeres, se modificaron las leyes de herencia y, lo más obvio, se implantó un código de vestimenta para las mujeres, de modo que perdieron el derecho a elegir si querían o no llevar hiyab.
-¿Es real la libertad de las mujeres en Irán?
-Lo es hasta cierto punto. Desde principios del siglo XX, las iraníes han luchado por la igualdad de derechos. Pese al retroceso, siguen siendo políticamente activas. Sin embargo, siguen enfrentándose a graves barreras legales y sociales, luchando contra el hiyab obligatorio y las anticuadas leyes de matrimonio y divorcio. La lucha continúa; la lucha sigue.
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