"El coste del envejecimiento no se podrá pagar sin invertir ahora en ciencia"

Joan Guinovart. Científico

Joan Guinovart investiga con ratones el efecto de la acumulación de glucógeno en el cerebro.

Encarna Maldonado

30 de abril 2016 - 10:17

Joan Guinovart (Tarragona, 1947) pertenece a esa estirpe de científicos que se han bajado del pedestal. Director del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona, es capaz de hablar para todos los públicos y de encandilarlos. Lo demostró la semana pasada en una charla a alumnos de Bioquímica de la Universidad de Málaga. Advierte que la ciencia necesita no sólo más dinero, sino también reglas de juego más flexibles y sobre todo apoyo social. Avisa de que si ahora no se invierte en investigar las enfermedades asociadas al envejecimiento, llegará el día en el que la sociedad no podrá pagar los costes derivados de atender a los enfermos.

-¿Los científicos en este momento siegan o recogen espigas?

-La crisis ha tenido un impacto grande que se nota sobre todo en la segunda división. Quienes estaban en una posición de liderazgo lo han notado menos, pero no puedes tener una buena liga de primera división, sin tener segunda y tercera división. Una pirámide no puede tener vértice sin base.

-¿El problema de la ciencia es sólo dinero?

-Absolutamente no. El dinero es un problema importante y principal, pero los modelos de organización y gestión son tanto o más importantes. Una de mis críticas al Gobierno es que se hayan hecho recortes y no otras actividades que no valían dinero y hubieran sido enormemente beneficiosas, que no se haya aprovechado la crisis para dotar a la ciencia de una estructura organizativa y legislativa más flexible, adecuada e internacional.

-¿Por ejemplo?

-Necesitamos mecanismos que permitan cambiar de dirección, hacer experimentos no previstos en el plan original o tomar una nueva orientación. Hay que dejar al científico adaptar su línea de investigación a los descubrimientos que vaya encontrando, no encorsetarlo con métodos pensados para otras actividades de la Administración, que pueden ser útiles para hacer un puente o una carretera, pero no para investigar. La cuestión laboral es importante porque aplicar la legislación estándar puede llevar a situaciones absurdas. Por ejemplo, que alguien a quien se le prorroga el contrato para que termine la tesis pueda pedir que le hagan fijo. Después de hacer la tesis todo el mundo pasa un periodo posdoc, pero no tiene sentido que al acabar esa etapa de aprendizaje se reclame un contrato indefinido, porque ese no es el objetivo de ese contrato. Los investigadores tienen que tener unos sueldos y unas condiciones laborales dignas, pero la relevancia de su trabajo no implica que también tengan la rigidez del mercado laboral. Es como si un futbolista después de tres años en un club tuviera que quedarse para siempre.

-En su charla sobre el impacto de la acumulación de glucógeno en el cerebro explicaba cómo en los primeros años del siglo XX el científico Gonzalo Rodríguez Lafora llegó a dirigir un centro en Estados Unidos. Años después, decía, tuvo que abandonar España "con una beca Francisco Franco". ¿Cuánto ha tardado el país de recuperarse de aquellas becas?

-Es terrible. La ciencia floreció en España en los años 20 y 30, pero eso acabó con la Guerra Civil. Hasta los años 80 no volvió a arrancar otra vez.

-¿El escenario actual puede conducir a un paréntesis similar?

-Habíamos avanzado bastante y este parón supone que se pierda parte de la inversión hecha. La culpa no es toda del Gobierno, también es de la sociedad. Al Gobierno le pido cambios legislativos y organizativos y a la gente dinero.

-¿Por eso aquel fabuloso vídeo en 2014 en el que junto a sus científicos del Instituto de Biomedicina cantaban y bailaban para promover el mecenazgo?

-Sí. La gente debe ver que la ventaja de los países anglosajones no es sólo porque el Gobierno pone más dinero. Por ejemplo, el Cancer Research UK recoge cada mañana un millón de libras.

-¡Cada día!

-¡Cada día! A final de año son 400 millones de libras sólo para cáncer. Pensemos en Bill Gates. Pone más dinero para salud global que la OMS. Es un referente, con 4.000 millones al año.

-¿Esa cultura se puede crear?

-Es lo que usted y yo hacemos ahora. El objetivo es que la gente cuando se encuentre en las fiestas de Marbella se pregunte: ¿Y tú a quién donas? Las universidades americanas se nutren en gran medida de las donaciones de sus antiguos alumnos. Reclamo cambio cultural, concienciación social y también un trato fiscal adecuado para las donaciones.

-¿Hacen los científicos lo suficiente para propiciar ese cambio cultural?

-Estamos pecando de no ser suficientemente didácticos y salir de nuestros rincones para explicar a la gente que la solución a sus problemas pasa por la investigación y hacerles ver que sin la ciencia no viviríamos tanto. La mortalidad infantil ha caído, enfermedades como la polio ya no se dan, muchos casos de cáncer se curan y la diabetes 1 ya no es una enfermedad mortal. Todo eso ha sido por la ciencia. Y una última llamada a los empresarios, porque deberían ser conscientes de que la investigación genera conocimiento y recursos humanos que adecuadamente aprovechados son una fuente de dinero. No sólo se puede hacer dinero comprando pisos.

-Las enfermedades vinculadas a la longevidad van a más. ¿Estamos cerca de alcanzar soluciones razonables?

-No y además no nos lo tomamos en serio. No somos conscientes de que los problemas asociados al envejecimiento van a tener un costo económico y social impagable. No somos conscientes de que si no resolvemos problemas como el alzhéimer ahora, de que si no ponemos dinero para resolver estos problemas, luego pagaremos 100 veces más en tratamientos, atención, cuidados y sufrimiento.

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