"El retrato me ahorra ir al psicólogo. El pincel es mi diván"
Chema Rodríguez | Pintor y retratista
Chema Rodríguez (Sevilla, 1976) es un trianero vecino de San Lorenzo. Doctor en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, en la especialidad de pintura, alterna la producción artística (centrada en el retrato) con la actividad docente. Destacan los diversos carteles que ha pintado, como el de las Fiestas de Primavera de 2013 o el de la Semana Santa de Triana de 2012. Ha protagonizado exposiciones en la Galería Amador de los Ríos, en Madrid; y en la Casa de los Pinelo, en Sevilla. Acaba de presentar el retrato de la Defensora del Pueblo Español, Soledad Becerril.
-¿Es el retrato un psicoanálisis a través del pincel?
-Para mí, lo más importante, es que hago autoanálisis con él. Yo no gasto un duro en psicólogos, me lo ahorro, porque a mí el retrato me ayuda como medio de autoconocimiento. Uso al modelo como pretexto y los pinceles son mi diván.
-¿Es capaz de adivinar cuánto hay de verdad y de mentira en un retrato?
-Muchas veces, sí. Otras, me la cuelan, por supuesto. Incluso en muchas ocasiones la mentira es necesaria para construir algo que tenga más interés que la verdad.
-¿Qué es lo que más le cuenta de una vida: los ojos, las manos o los gestos del retratado?
-Lo que más cuenta es la energía y muchas veces no está en la mirada, está en la actitud, en la pose, en la misma composición, en la manera de abordar el retrato. Pero eso solamente es una parte. El resto lo completa la actitud y la manera con que se aproxima el que contempla.
-Dígame los principios básicos a la hora de retratar a un cargo institucional
-Saber en qué consiste el cargo, informarme de qué ha hecho esa persona, intentar hacerme una idea del sacrificio y generosidad que cuesta hacer esa actividad que ha desempeñado y de lo que tenemos que contar cuando nadie se acuerde de los pormenores. Que, al menos, el cuadro sirva para disponer de una memoria de la generalidad.
-¿Se lo puso fácil nuestro actual monarca?
-Siempre traté con la Casa del Rey con muchísima humildad y ellos con muchísimo rigor, así que en la medida en la que tú te acercas, te reciben. Eso es así en la puerta del Rey y en la de cualquier persona.
-¿Ha encontrado mucha diferencia de trato entre las distintas casas reales europeas?
-Cada institución tiene su protocolo y cada uno es igual de necesario. No puedes abrir las puertas como un elefante entrando en una cacharrería. Si cada casa te pone unas condiciones y te interesa entrar, debes hacerlo con el debido respeto. El común denominador es seriedad y educación. Entrando con respeto y humildad se abren todas las puertas.
-¿Cómo le llegó el encargo para retratar a Soledad Becerril?
-A través del Defensor del Pueblo Español. Se pusieron en contacto conmigo y Soledad tuvo a bien elegirme entre un grupo de pintores. Entendió que mi estilo se aproxima a su gusto y de ahí surgió el acuerdo.
-¿Qué ha encontrado en Soledad Becerril a la hora de retratarla?
-A una mujer mucho más cercana, mucho más sorprendente y con sentido del humor. Una mujer mucho más tierna de lo que pudiera aparentar la crudeza de los trabajos que ha tenido que desempeñar. Me he encontrado a esa mujer que, más que alardear de ser la primera en llegar a ser diputada o alcaldesa de Sevilla, está contenta de haber abierto puertas para todas las que han venido después.
-Hábleme un poco de las características del cuadro
-Es un retrato que representa la austeridad que lleva con tantísima naturalidad Soledad, que es una mujer bastante distinguida, tiene muchísimo porte, pero no lleva joyas, ni relojes ni condecoraciones. Sólo un pantalón y chaqueta. Sin embargo, su retrato está blindado con un telón de conocimiento y sabiduría, representado en la forma de una biblioteca. Se apoya en un libro, colocado encima de la mesa, que es la Constitución Española y en la otra mano lleva uno de los libros que ha escrito, en concreto, el último, que se llama Años de Soledad. Es una forma de dinamizar los tres aspectos de su vida institucional. No sólo se respalda en el conocimiento y la Carta Magna, sino que también hace y construye ley.
-¿Sus referentes en la historia del retrato?
-Eso varía también con el tiempo, con mi estado de ánimo, con mis momentos de madurez, en los que tomo y suelto referentes. Velázquez, sin duda. Murillo me ha fascinado últimamente al volverlo a recordar en su efeméride. Pero siempre, mis maestros: Antonio Agudo, Carmen Laffón, Daniel Bilbao, Balthus (sobre el que hice la tesis). Mis referentes son los buenos. Cuando la gente va de moderna por la vida, para meter baza yo siempre digo que soy un repetidor y me quedé en cuarto de Piero della Francesca. A partir de ahí ya no me interesa nada.
-¿Algún político se ha dejado retratar por usted o se lo ha pedido?
-El primer político en España ha sido Soledad Becerril. En Suecia sí he retratado a varios.
-¿La política actual es de retrato o caricatura?
-Siempre la política es de retrato, pero debería ser un retrato de la situación de la sociedad y hacer justicia para idealizarla. Sin embargo, muchas veces, es cierto que se hace una caricatura para despistar la realidad y hacer que la gente no se dinamice hacia soluciones.
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