La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Francisco Oliva | Rector de la Universidad Pablo de Olavide
Medio año después, el bullicio se ha adueñado del campus de la Universidad Pablo de Olavide (UPO), donde hasta hace un mes la escasa presencia de estudiantes era la tónica general de estas instalaciones. Es el primer curso completo al que se enfrenta su rector, Francisco Oliva, quien llegó al cargo tras ser elegido en noviembre de 2020.
No lo ha tenido fácil en su primer año. Tuvo que tomar el timón de una institución con escasa actividad presencial por la pandemia del Covid, cuya tercera ola de contagios coincidió con los exámenes del primer semestre. Durante estos meses, además, el sistema universitario andaluz se encuentra en continuo debate por la reforma que prepara el Gobierno (ley Castells) y por el nuevo modelo de financiación de la Junta.
La LOSU obliga a esta institución académica, aún bastante joven, a reducir la alta tasa de temporalidad de su plantilla, una misión prácticamente imposible si no viene acompañada de la debida financiación, aspecto en el que la UPO siempre ha salido perjudicada, según afirma su máximo responsable en esta entrevista. En una cálida mañana de octubre comenzamos a charlar.
-¿El inicio de curso ha sido más normal de lo que se esperaba?
-Ha sido un comienzo muy satisfactorio, pues se ha conseguido lo que llevábamos tiempo anhelando y en lo que veníamos trabajando: la presencialidad plena. Durante estos últimos meses hemos hecho un gran esfuerzo por dar una formación de máxima calidad, pero somos una institución presencial y la experiencia universitaria completa debe ser también presencial. Estamos muy satisfechos con ello.
-¿Algo reseñable de estos primeros días?
-Todo ha transcurrido con total normalidad. No hay nada realmente que reseñar. Lo importante es que no hay noticias al respecto.
-¿Supuso mucho esfuerzo cambiar en pocos días el planteamiento que se tenía?
-Desde mayo comenzamos a trabajar con los dos escenarios posibles. Desde el principio descartamos la enseñanza on line plena, porque entendíamos que no se daban ya las circunstancias sanitarias para establecerla. Nos centramos, por tanto, en el modelo híbrido y presencial. Ya dije en un consejo de gobierno de junio que la UPO iba a estar preparada para los dos escenarios. Al haber estado trabajando durante varios meses con ambas posibilidades, se podía afrontar cualquier cambio. De no ser así, hubiera resultado imposible comenzar el curso. A última hora, fuimos salvados por la campana para el sistema presencial.
-¿Qué aprendizaje se lleva del Covid?
-Aunque pueda parecer una expresión muy manida, nuestra capacidad de resiliencia. En 24 horas pasamos de una universidad 100% presencial y con escasa experiencia on line a otra totalmente telemática, que fue capaz de enseñar y evaluar de manera on line. Esta institución ha demostrado ser muy resiliente y comprometida.
-¿Influyó esa evaluación en el número de aprobados?
-Mi impresión, y te hablo como profesor porque en la primavera de 2020 aún no era rector, es que toda la universidad arrimó el hombro. Se programaron unos cursos en docencia y evaluación on line, que secundó la mayoría del profesorado y eso es lo que garantizó que se respetara la calidad en los dos ámbitos. Los resultados de la evaluación de mis asignaturas fueron perfectamente equiparables a cualquier año porque hicimos un gran esfuerzo en adaptarnos al nuevo entorno tecnológico. No nos conformamos con trasladar lo analógico a lo digital, sino en digitalizar la docencia y la evaluación, que son dos cosas distintas.
-¿Cómo ha ido la campaña de vacunación contra el Covid en este campus?
-Ya la hicimos hace un par de semanas. Vino un tráiler del Servicio Andaluz de Salud, cuyo personal estuvo varios días vacunando a la gente que voluntariamente quisiera, por no tener completada la pauta o no haber recibido ninguna dosis. Acudió casi un centenar de personas. Los profesionales sanitarios comentaron que es un número lógico, ya que existe una elevada tasa de vacunación previa. Por tanto, a estas alturas se puede decir que el campus de la Olavide se encuentra en unos niveles de inmunización elevadísimos.
-¿Lo de las clases al aire libre no se había planteado hasta la pandemia?
-Tiene doble combinación de factores. Uno de los puntos más fuertes del programa con el que me presenté a las elecciones a rector hace un año es la necesidad de disponer de un campus más sostenible y ahí esta propuesta encaja perfectamente. También es cierto que el Covid acelera todos los procesos y esta idea se antoja muy interesante con la actual pandemia. Nos fijamos para ello en modelos estadounidenses y canadienses para desarrollarlo.
-Disponer de este campus también es una ventaja que no todas las universidades tienen...
-Desde un punto de vista medioambiental es una joya. Tenemos dos aulas metidas entre pinares que son una maravilla. Y otras dos en zonas verdes, junto a la biblioteca. La acogida está siendo fantástica. Estudiantes y profesorado están entusiasmados. Creemos que esta vuelta al ágora al aire libre permite salir de la rutina de las cuatro paredes y ponerse en contacto con la naturaleza. Y todo ello, básicamente, con una pizarra.
-El inicio de curso también ha venido marcado por la ley Castells. ¿La considera un ataque a la autonomía universitaria?
-Tiene determinadas medidas que significan una indudable erosión al principio de autonomía universitaria. Me preocupa mucho que se planteen propuestas que van a tener un gran impacto económico sin la memoria justificativa y, sobre todo, sin un compromiso de incremento de financiación para las universidades. Sin ello, muchas de las propuestas de la nueva ley son un simple brindis al sol.
-Una de las medidas que más puede afectar a la UPO es la que concierne al personal temporal. ¿Es posible reducir este colectivo al porcentaje que establece la LOSU?
-Seguimos con una tasa de temporalidad muy elevada. Esto es un claro ejemplo de lo que dije antes. Está muy bien bajar esa tasa al 20%, pero hace falta un incremento de financiación para dotar a las universidades de plazas de ayudante a doctor, que permitan el inicio de la carrera académica y de esa manera disminuir la precariedad.
-¿Son muchas las universidades afectadas por tal limitación?
-Le puedo decir que cuando estuve reunido, en el inicio oficial de curso en Córdoba, con otros rectores, todos me decían que dicho principio, como está establecido, es muy difícil de cumplir. Todos estamos de acuerdo con disminuir el nivel de precariedad, pero para eso hace falta inversión y compromiso de todas las administraciones públicas en la financiación.
-¿Qué porcentaje supone ahora mismo el personal temporal en la plantilla de la UPO?
-El 50%. A la Pablo de Olavide le hizo mucho daño la congelación de la tasa de reposición. Eso provocó que, en un momento en el que estábamos creciendo, todas nuestras posibilidades de desarrollo se quedaran paralizadas. Al ser una universidad joven, esa tasa de reposición es mucho más baja que en otras en las que tienen centenares de jubilaciones. Es un problema que seguimos arrastrando.
-¿Qué se está haciendo para paliar este déficit?
-Este año hemos aprovechado la oportunidad de la cesión de la tasa de reposición de otras universidades, que por primera vez se contempla en la ley de Presupuestos Generales del Estado. Gracias a esta posibilidad, vamos a aligerar nuestra lista de espera para ser profesor titular de la universidad. Ahora mismo contemplamos unas 20 plazas, cifra que para la UPO es una proporción muy elevada.
-El nuevo modelo de financiación de la Junta también ha sido motivo de debate los últimos meses. ¿Beneficia tal como está planteado a la Olavide?
-Voy a ser muy claro: en Andalucía hacía falta un nuevo modelo de financiación. El que teníamos era de 2011. En este sentido, tengo que darle la bienvenida a la propuesta. Con los anteriores modelos no le fue nada bien a la Pablo de Olavide, por lo que albergamos bastantes esperanzas de que la situación mejore con el nuevo. Pero también le digo que ahora mismo se están fijando los indicadores económicos, por lo que se debe esperar para obtener los resultados finales. Tenemos que ser prudentes en estos momentos.
-¿Le da, por tanto, un voto de confianza al consejero Rogelio Velasco?
-He apoyado que salga adelante este nuevo modelo de financiación, por lo cual albergo grandes expectativas sobre el resultado final, que conoceremos en pocos días.
-¿Se ha perdido por completo la posibilidad de alcanzar un gran pacto de Estado en educación?
-Al hilo de la ley Castells, esta reforma no ha generado ningún tipo de consenso hasta el momento, por lo que no está suficientemente madura. Hay que seguir trabajando para modificarla. En honor a la verdad, me consta que es lo que está haciendo ahora el ministerio. Todavía queda mucha labor al respecto. Me gustaría que tras esta ley hubiera un gran pacto de Estado y que saliera con el máximo consenso posible. Sería la mejor noticia para la universidad española, pues garantizaría nuestro desarrollo e internacionalización y, en definitiva, la apuesta por una sociedad del conocimiento que, como país, es a lo que debemos aspirar.
-Hablaba antes de sostenibilidad. ¿Qué avances ha habido en lograr el campus que prometió?
-Nuestra idea ha sido nítida. Queremos que la universidad sea ejemplo y vanguardia, no sólo un centro donde se investigue y se den clases sobre el cambio climático, sino que se predique con el ejemplo. Para ello, de forma inminente vamos a sacar la licitación de una planta fotovoltaica de, aproximadamente, dos millones de euros, que nos permitirá reducir nuestra dependencia de las energías fósiles en un 33%. También estamos tomando una serie de medidas importantes a este respecto. Tenemos dos lagunas en el campus, donde hemos creado observatorios para los más de 100 tipos de aves que existen en este hábitat y que podrá contemplar la comunidad universitaria y toda la ciudadanía. De igual modo, hemos puesto en marcha un proyecto para compartir vehículo a través de un dispositivo de telefonía móvil, que permitirá hacer un uso más inteligente del automóvil. Otro proyecto ambicioso que estamos preparando es la creación de un bosque perimetral alrededor de la UPO, que va a permitir absorber carbono, hacer deporte y desarrollar actividades académicas docentes e investigadoras.
-¿Cuál es el uso que se le da ahora a las cámaras que se instalaron el curso pasado?
-Hay que tener en cuenta que en los estudios de grado no se están utilizando porque son 100% presenciales. Donde tienen potencialidad es en los títulos propios de la universidad y en los de másteres, que comenzarán más adelante. Así llegaremos a estudiantes que no pueden venir físicamente a la UPO. Debe recordarse que la inversión realizada fue en tecnología punta, que permite la inmersión lo más real posible en un aula, a través del sistema de pantallas internas y micrófonos cenitales. Todo ello logra que la enseñanza telemática sea bidireccional. Si algo hemos tenido siempre en esta universidad es capacidad de imaginación y ahora la ponemos al servicio de la tecnología, para explotarla de la mejor manera posible.
-¿Cuál es el balance que hace de este primer año de mandato?
-Me considero una persona prudente, a la que no le gustan las euforias. Pero puede decir que mi balance es razonablemente positivo. En primer lugar, porque cogimos una universidad bajo mínimos en actividad a consecuencia del Covid. Tuvimos que gestionar una parte muy dura de la pandemia, como fue la tercera ola, y prepararnos para cuando se levantaran las restricciones. Creo que las dos cosas las hemos hecho razonablemente bien. Estoy satisfecho por ello. Además, hemos sido capaces de compatibilizar este cambio de situación con poner en marcha nuestro programa, en el que hemos dado pasos muy importantes en campus sostenible, digital, social e internacionalización. Y, sobre todo, en abordar las cuestiones pendientes de la plantilla a las que aludí antes. En breve constituiremos una mesa de negociación de política de personal, en la que estarán todas las secciones sindicales de la universidad para abordar con consenso y diálogo los retos que tenemos.
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