"Andalucía es una potencia, pero Cataluña está a años luz"
Ana Arechavaleta | Vicepresidenta 2ª de la Federación Andaluza de Natación y presidenta del CW Dos Hermanas PQS
"Aquí piscinas hay muchas, pero clubes somos once o doce. Allí hay 30 o 40, y es una región más pequeña", lamenta la máxima responsable del waterpolo en Andalucía, recién reelegida hasta 2028
"Los jóvenes ahora se cansan pronto y el nivel de abandono es grande. Si se entrenan, no pueden quedar con sus amigos ni ver la tele. Es mucho sacrificio y la recompensa no les vale la pena"
Las sevillanas Reyes Díaz y Aroa Sánchez, subcampeonas de Europa de waterpolo
Ana Arechavaleta nació en Getxo (Vizcaya), pero ya lleva tantos años en Dos Hermanas que es una nazarena más. Y una muy relevante. Presidenta del Club Waterpolo Dos Hermanas PQS, un referente nacional que por desgracia no vive precisamente su momento más esplendoroso, también es vicepresidenta segunda de la Federación Andaluza de Natación (FAN) y vocal responsable del Área de Waterpolo. Pocas mujeres en el deporte andaluz ocupan un puesto tan elevado. De hecho, acaba de ser reelegida tanto en la federación como en su club, aunque su intención a corto o medio plazo es dejar el segundo cargo. Desde "chiquitita" en la piscina, primero como nadadora y después como waterpolista, la desmotivación de las nuevas generaciones la tiene algo hastiada. "Mis hijas son felices con el móvil tiradas en la cama, y menos mal que el waterpolo las obliga a moverse", lamenta.
Pregunta.–¿Cómo acaba una adolescente de Getxo en Dos Hermanas?
Respuesta.–Mi padre trabajaba en la Seat y nos movíamos mucho. Yo nací en Getxo, de allí nos fuimos a Cataluña y después acabamos en Sevilla. Yo era nadadora, pero a los 18 años ya estaba cansada de nadar y mi hermano me dijo que estaba surgiendo el waterpolo femenino. El equipo puntero era Dos Hermanas, pero el entrenador le dijo a mi hermano que no había hueco. Empecé en Alcalá de Guadaíra, se me dio bien y después las niñas de Dos Hermanas me dijeron que me fuese con ellas.
P.–¿Es verdad que ahora se lleva un poco mejor con ese entrenador que la rechazó al principio?
R.–Ahora es mi marido. En aquel entonces tenía muchas nadadoras, casi todas veníamos de la natación y es verdad que a muchas no se les daba bien. A mí él no llegó a verme jugar. Todavía hoy en día se lo echo en cara, que no me quiso. Después fue mi entrenador, empezamos a salir y ya toda la vida juntos.–Sus cuatro hijas también se dedican a esto. Son una familia pasada por agua, ¿no?–De hecho, Rúper [Sánchez, fundador y primer presidente del CW Dos Hermanas] sigue vinculado, aunque ahora más en la Federación Española. Mi hija mayor, Aroa, se ha ido a Barcelona a jugar en el CN Terrassa y la pequeña, que tiene siete, se ha apuntado este año. Las cuatro en cuerpo y alma al waterpolo.
P.–¿Alguna de sus hijas será mejor jugadora que usted?
R.–Mi Aroa ha ido con la selección desde la sub 15 y ya es subcampeona del mundo y de Europa. Fue bronce en un Europeo sub 15, subcampeona mundial con la sub 16 y plata en el Europeo sub 17. Ella juega de defensa boya, pero ha jugado de todo. Ahora ha dado el salto a la División de Honor y ha jugado la Champions. Ha volado en todos los sentidos, ya ha dicho que no vuelve a casa.
P.–Ellas tienen ahora bastantes más referentes que usted a su edad.
R.–Claro, en nuestra época el waterpolo femenino estaba empezando. Yo tenía 19 años cuando comencé y mi hija ya tiene una trayectoria. Ahora los niños empiezan con 7 años y además el waterpolo es más bonito, más estático. Antes éramos más peleonas, jugábamos más por impulsos.
P.–¿Quién era su ídola?
R.–No sabría decir. Si tengo que poner a alguien es Pili Peña, que sigue en la selección con 37 años.
P.–Usted fue waterpolista después de ser nadadora muchos años.
R.–Nadé desde que era chiquitita y me retiré en waterpolo con 32 años, cuando ya tenía dos hijas. Yo era zurda, hoy en día eso es un tesoro porque el zurdo tiene mucha más posición de tiro.
P.–¿Cree que fuera de Dos Hermanas se tiene conciencia de que hablamos de una potencia del waterpolo andaluz y, aunque quizás ya no tanto como hace unos años, del waterpolo español?
R.–No lo sé. Es verdad que la Federación Española nos valora mucho como club, pero en los últimos años lo hemos pasado regular. Las niñas han descendido, pero somos muy constantes y recibimos apoyo. Ahora, los deportes minoritarios son muy complicados. Nosotros tenemos la suerte de contar con un patrocinador, pero todo lo que no sean subvenciones no es sostenible.
P.–Es un club donde ha jugado toda una campeona del mundo y de Europa y subcampeona olímpica: Lorena Miranda.
R.–Y como club hemos sido una potencia. Hemos jugado dos veces la Champions, hemos jugado tres Copas de la Reina... El patrocinio descendió y ahora vivimos de la cantera, que no es fácil porque el nivel de abandono es grande, el waterpolo cada vez es más profesional y eso no está a nuestro alcance, somos un club pequeño.
P.–¿Nivel de abandono?
R.–Ahora se cansan muy pronto, llegan arriba, juegan en ligas nacionales y a los 17 años el nivel de abandono es grande. Eso desestabiliza mucho porque se te van muchos niños y niñas. En el caso de nuestro equipo sénior femenino, todas las mayores de edad lo han ido dejando este año y las pequeñas se han encontrado de repente con que eran titulares. Hay mucha falta de compromiso. Yo no te digo que estés aquí toda la vida, pero por lo menos acaba la temporada. Y no, ellas dicen 'no juego más' porque tienen otras prioridades, tienen todo a su alcance. Antes, o te ibas a la calle o te entrenabas. Hoy les pesa porque si se entrenan, no quedan con sus amigos, no ven la tele... Los tiempos han cambiado, hay más oferta de todo y es más difícil hacerlo atractivo porque es mucho sacrificio y la recompensa no les vale la pena. Simplemente les apetece no hacer nada, sólo estar tirados con el móvil, que eso es un gran problema de hoy en día. Mis hijas son felices con el móvil tiradas en la cama, es lo que quieren, y menos mal que el waterpolo las obliga a moverse.
P.–Tenga cuidado que cualquier frase es susceptible de titular esta entrevista y ser leído por sus hijas...
R.–¿Pero quién lee las noticias?
P.–Pues también es verdad.
R.–Si los jóvenes ya ni siquiera escriben. Los mayores todavía ponemos las palabras enteras, pero mis hijas me escriben y de verdad que no sé qué me escriben.
P.–Después del covid dijo que la pandemia había provocado un vacío generacional.
R.–Lo seguimos sufriendo. En infantiles y cadetes notamos ahora que en esos años no hubo escuela. No tenemos cantera suficiente. Estamos trabajándola otra vez y hay una buena base, pero hay que hacer campañas de promoción. El covid hizo mucho daño. Es complicado, cada año parece que estás pidiendo el favor a la gente de que juegue. En el femenino, que este año estaba en una situación delicada, el entrenador les decía a las mayores que le faltaba ponerse de rodillas para suplicarles que se quedaran.
P.–Usted lleva trece años como presidenta de un club deportivo. Eso no es habitual. ¿Se siente una rara avis o no tiene por qué?
R.–Empecé como jugadora, acabé como vicepresidenta y ahora soy presidenta. Es todo un ejercicio de responsabilidad, me gusta el club y alguien tiene que tirar del carro. Si no hay nadie, tú sigues tirando. Hemos tenido elecciones, pero yo ya le he dicho a mi directiva que espero no acabar este mandato. Ellos tienen la suficiente capacidad y yo me hago mayor hasta para esto. Son muchas horas, no está remunerado y provoca muchos problemas de cabeza. Incluso te escriben los padres para decirte que su hijo ha jugado más o menos. Yo ya he dedicado mucho tiempo a esto.
P.–Pues también es la máxima responsable del waterpolo andaluz también desde hace unos años.
R.–Ahora ha habido elecciones y sigo otros cuatro años.
P.–Se ve que es usted masoquista.
R.–Lo mío es masoquismo puro, pero el deporte me apasiona.
P.–¿Se siente un poco una tiburona en un mundo de tiburones?
R.–No creo que este sea un deporte machista. Tradicionalmente sí ha sido más de hombres que de mujeres, pero yo en ningún momento me he sentido discriminada. Tampoco dejo que nadie me pise. Son deportes en los que cuesta mucho cambiar los roles, yo soy la única directora técnica de waterpolo de España y hay cosas que cambiar, pero en ningún momento he notado que me hayan puesto un pie encima. Ahora bien, el deporte femenino en general sigue siendo más difícil, vienen más niños que niñas. Son barreras que hay que seguir rompiendo.
P.–¿El waterpolo español es Cataluña y poco más o el sur también existe?
R.–Está feo que lo diga, pero ellos están a años luz de nosotros. Por cómo gestionan, por las instalaciones, por los equipos... El 90% de las piscinas son privadas y los clubes tienen una sección de cada disciplina. Puede haber 30 o 40 clubes, y Cataluña es más pequeña que Andalucía. Aquí piscinas hay muchas, pero clubes de waterpolo podemos ser once o doce. Y con equipos de ambos géneros en todas las categorías somos tres: el CW Málaga, el CW Sevilla y nosotros. Nuestro objetivo no es ser como ellos, sino intentar acercarnos. Pero al haber menos clubes, el nivel de competición es más bajo y es más difícil que subas. En Cataluña baja un club y las jugadoras se van a otro. Aquí no tienen donde ir.
P.–Le iba a preguntar qué relevancia tiene Andalucía en el waterpolo español, pero igual es mejor no hacerlo.
R.–A ver, nosotros estamos emparejados con Madrid y también somos potencia, pero muy distanciados de Cataluña. Ahora bien, hay comunidades en las que no existe el waterpolo. Aquí hay ya un centro de tecnificación que el año que viene tendrá una residencia en la que habrá unos 30 niños de toda Andalucía.
P.–Una pregunta muy mala y por supuesto metafórica. ¿Alguna vez se ha tirado a la piscina?
R.–Muchas veces. En la Federación nos hemos tirado con el centro de tecnificación, que era una apuesta a ciegas y hoy es una realidad, en el club nos hemos tirado muchas veces y ahora me voy a tirar a una piscina sin fondo y ciega porque el equipo ha descendido, el proceso electoral fue complicado y hay que hacer una renovación del club. Mi gran apuesta antes de irme será hacer un cambio radical y volver a ser lo que fuimos. El club entró en una dinámica no sé, una especie de desidia, parecía que todo estaba mal. Se ha juntado todo y el proceso electoral nos ha hecho ver que tenemos que cambiar. Pasamos de División de Honor a Primera, de ahí descendimos, el masculino también baja... Algo no estamos haciendo bien y para volver a crecer hay que empezar de cero, meter aire nuevo y corregir todo.
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