"La salud mental ya no es un tabú, pero queda trabajo por hacer"
Inma Rubiales | Escritora de literatura juvenil
Se ha convertido en una de las autoras de éxito entre los más jóvenes
Estos días presenta su última novela, 'Todos los lugares que mantuvimos en secreto', donde aborda asuntos como la muerte y la salud mental
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Extremeña, con 21 años y una triunfadora en la literatura juvenil. Así es Inma Rubiales, quien con sólo 17 primaveras escribió su primera novela. Fue el inicio de una carrera de triunfo con la que ha llegado a la actualidad y que le ha permitido cruzar el gran charco en varias ocasiones, debido al éxito de sus libros en Latinoamérica.
Estudió durante varios cursos en la Universidad de Sevilla (US) y ahora presenta su última obra, Todos los lugares que mantuvimos en secreto (Editorial Planeta), relato que comienza con una muerte, lo que provoca el viaje de su protagonista al lugar de la infancia, la primera patria de todo ser humano.
En esta novela, como en las anteriores, aborda la salud mental, tema en el que por fin se habla sin tabúes y en el que esta joven se ha hecho un referente para muchos de su generación. Con ella conversamos en una mañana templada de febrero.
-Por lo que se lee en su nuevo libro, Todos los lugares que mantuvimos en secreto, le gustan los países fríos...
-En mis anteriores libros la ambientación carecía de importancia, me había centrado mucho más en los personajes. Me propuse un reto personal, de ahí que ambientara la nueva novela en un lugar del que no conociera nada. Quería que fuera un pueblo pequeño y con nieve. Una amiga me dijo que había estado en Finlandia y que le había gustado mucho. Entré en Google Maps, busqué en aquel país y, al azar, el icono cayó sobre Sarkola, que tenía todo lo que estaba buscando. Lo consideré una señal del destino y decidí que ahí situaría la nueva obra.
-¿Le llevó mucho tiempo documentarse sobre Finlandia?
-Los primeros meses de la novela fueron de documentación. No sólo de este país, sino de otros temas que se tratan en el libro. Estuve hablando con gente que vive allí. Quería buscar esa Finlandia no tan turística y más del día a día. Tuve la suerte de visitarla. Comprobé que ciertas cosas que ya había incluido en el libro eran ciertas.
-Por cierto, uno de esos tópicos es su excelente modelo educativo. ¿Qué lo diferencia del español?
-No ha sido uno de mis focos de investigación. Los dos personajes han acabado ya sus estudios. Uno lo hace a distancia.
-Esta novela me recuerda al personaje de Penélope en la Odisea, pero a la inversa. Él confiado en que alguna vez ella vuelva...
-Me parece una observación muy interesante, pero Connor, cuando Maeve se va, piensa que nunca va a volver, por lo que reamente no la está esperando. Es una sorpresa para él que, 15 años después, la tierra la escupa de nuevo en Finlandia. Y, además, ella regresa rota y perdida.
-¿Alguna vez ha sido usted como Penélope o no es mucho de esperar sine die?
-Nunca. No soy mucho de esperar, porque siempre he pensado que las cosas llegan cuando tienen que llegar. Soy una fiel creyente de esta máxima. En mi trayectoria como escritora soñé de niña con que me leyera mucha gente y con publicar libros, en definitiva, con todo lo que me está pasando ahora. Muchas veces nos frustramos cuando las cosas no llegan cuando se quieren. Pero ahora pienso que si este éxito me hubiera venido con mi primera novela, que escribí con 17 años, probablemente no hubiera sabido disfrutarlo. Al ser algo tan progresivo, me ha permitido adaptarme a esta nueva vida que ahora tengo.
-Todo empieza con un viaje. ¿Salir de nuestra zona de confort ayuda a conocernos?
-Es una novela que habla de la muerte, pero, sobre todo, de la vida. Menciona la muerte, pero en ningún momento con un sentido lúgubre ni dramático, sino como algo que tarde o temprano ocurre y ante lo que tenemos que aprovechar la vida al máximo. Creo que es necesario salir de la zona de confort, pero para ello no hace falta irse a la otra parte del mundo. Esa felicidad se puede encontrar en las cosas pequeñas, en el día a día.
-¿A usted le ha costado salir de ese confort?
-Me he presionado mucho para dejar esa zona. Cuando pequeña era muy tímida. Jamás me planteé que me hicieran una entrevista. Gané muchos concursos de relato y me daba bastante vergüenza salir a leerlos. Me ponía nerviosa y no se me entendía. Lo pasaba muy mal por mi carácter introvertido. Al publicar mi primera novela, me solicitaron una entrevista y ahí tuve que decidir: o dedicarme a lo que me gusta y acabar con mi timidez o dejar este sueño. Opté por lo primero y abandoné esa zona donde me creía segura.
-Los protagonistas escriben una lista con los retos por hacer. ¿Ha estado tentada de hacer lo mismo?
-Pues sí. Soy una obsesa. Hago listas de todo. Hace poco encontré una que escribí con 12 años para una clase de Inglés, con objetivos a largo plazo. Al recuperarla, me di cuenta de que, diez años después, ya he cumplido todas las cosas.
-Ha mencionado el tema de la muerte. ¿Vivimos en una sociedad de cristal que intenta esquivar este tema?
-De hecho es algo de lo que habla la protagonista de la novela, cuando dice que vivimos en la nube del autoengaño. El tema de la muerte lo he tratado en todas mis obras. En ésta lo hago desde la perspectiva del Carpe diem. Considero que a la gente joven nos interesan también estos asuntos. Al contrario de lo que mucha gente piensa, no nos preocupan sólo aspectos superficiales, sino serios y profundos, que son los que abordo en mis libros.
-¿No da la sensación de que todo lo que supone dolor se quiere alejar de los más jóvenes?
-Depende de cómo se traten ciertos asuntos y la documentación que se tenga. No sólo de la muerte, sino de otros temas. Yo soy escritora, no soy profesional de ciertos ámbitos, por lo que acudo a los expertos. Por ejemplo, en salud mental, mi madre es psicóloga y en esta novela ha sido la lectora beta, por lo que me asesoraba en esta temática.
-¿Escribir para un público joven resulta sencillo?
-A mí no me resulta difícil, porque yo encajo con mi público. Tengo 21 años y escribo para gente de esa edad. Sé cuáles son los problemas a los que nos enfrentamos. Vivo la incertidumbre de no saber qué vas a hacer con tu vida dentro de cinco años. Creo que la razón de que la gente conecte con mis novelas es porque están escritas desde un punto de vista muy sincero. El lector, al verse reflejado en las páginas, no se siente ya un bicho raro.
-En su obra la salud mental siempre está presente. ¿Sigue siendo un asunto tabú en buena parte de la sociedad?
-Quiero pensar que no. Hay trabajo por recorrer, pero la gente está cada vez más concienciada de que acudir al psicólogo no te hace débil ni cobarde. Al revés, te hace fuerte y valiente porque estás reconociendo una necesidad y la conviertes en prioridad.
-¿Habría que tratarla más en los centros educativos?
-Por supuesto. Hay que darle visibilidad. Es tan importante como la salud física.
-En su próxima novela, ¿a qué país piensa llevarnos?
-Cogeré el muñequito de Google Maps y a ver dónde cae (risas)...
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