Edurne: "Estaré aprendiendo hasta el último día que me suba a un escenario"
La artista acaba de lanzar su octavo álbum, que lleva el nombre de 'éXtasis'
Todo el mundo conoce a Edurne (Madrid, 1985). No necesita más presentaciones que llevar dos décadas en el panorama musical y televisivo con una proyección que queda lejos de echar el freno. Los programas quieren contar con ella como jurado, como asesora o como participante. Da igual el formato. En cuanto al plano musical, acaba de publicar su octavo trabajo. Con éXtasis vuelve al dance. Género que ya paladeó en su segundo disco y con el que pretende que todo el mundo se lance a la pista de baile.
–Saltó a la palestra en 2005 y casi 20 años después sigue en el candelero. ¿Cómo se mantiene en la escena? Recuerdo que cuando se hizo famosa no existían las redes sociales y la forma de consumir música era totalmente distinta.
–Si te paras a pensar en cómo era todo hace 20 años, no tenía nada que ver con la actualidad. Ni cómo se vivía, ni las redes sociales, ni tampoco cómo se consumía música. Aunque me ha costado, porque yo empecé con una idea clara, al final todo va evolucionando. Es que 20 años... se dice pronto. Pero siempre me ha gustado empaparme de las nuevas tendencias. No he dudado en crear e innovar. Aunque sigo manteniendo mi estilo, me gusta hacer cosas diferentes, un poco adaptadas a lo que se consume ahora.
–¿La búsqueda de nuevos sonidos es la clave?
–La clave no sé, porque no hay nada inventado. Si tuviera la clave de todas las cosas, habría sufrido menos (Risas). Creo que uno de los aspectos más importantes es no perder la ilusión con lo que haces. Ser atrevido, arriesgarte, probar cosas distintas y no estancarte en algo porque sepas que funciona y que te irá bien. No sé si ha sido la clave o no, pero yo agradezco, después de tanto tiempo, poder decir que sigo encima de un escenario dedicándome la música. Y sigo haciendo otras cosas complementarias.
–Lo ha mencionado, pero ¿cómo cree que ha cambiado el consumo musical en estas dos décadas?
–Pues tiene sus pros y sus contras. Es verdad que antes se disfrutaba más de la música. Sacabas un single y tenía mucho más recorrido. Pero, por otro lado, se quedaba en dos o tres sencillos del disco como mucho. Al final, una parte de las canciones no tenían prioridad. Lo bueno de ahora es que la gente puede consumir muchísima más música y tiene la libertad de hacerlo allí donde esté. Como decía, todo tiene sus pros y sus contras. Es cierto que a mí me da muchísima pena que no se vendan tantos discos, porque para la parte física y el crear la imagen o la estética me parecen aspectos súper importantes.
–¿Cree que la gente escucha más música ahora?
–Sí, porque hay más facilidades. Antes, estabas en tu casa con el CD, con el reproductor y con el discman, pero fuera no escuchabas tanta música. Hoy estás en un parque con tus amigos o con tu hija y le puedes poner lo que quieras. Eso no se podía hacer antes.
–Acaba de sacar éXtasis, su octavo disco. En este trabajo apuesta por el dance que, si no me equivoco, también fue el género que predominó en su segundo álbum. Vuelve a salir de su zona de confort.
–Me muevo por emociones. De hecho, el título del disco describe perfectamente cómo me he sentido y cómo me siento. Tenía ganas de disfrutar y pasarlo bien. Es verdad que he hecho diferentes estilos. Catarsis, el anterior trabajo, tenía un sonido más melódico, pero quería volver al baile que, de hecho, está muy hilado con lo que has dicho del segundo disco. Lo cierto es que la idea de este octavo trabajo iba a tirar más por el pop-rock, pero un día en el estudio salió NADA y funcionó súper bien. Este trabajo es para desinhibirnos un poco y bailar.
–Es una suerte de antídoto contra la crispación que vivimos todos.
–Totalmente. Hay canciones para todo y lo bueno de la música es que acompaña en muchos momentos de la vida. Buenos y no tan buenos. Y este disco tiene un poco de todo. Lo que también pretendía con este disco es que, aunque se hable de desamor, que sea más llevadero... menos sufrido.
Aunque mantengo mi estilo, me gusta hacer cosas diferentes, adaptadas a los que se consume ahora
–¿Es el mensaje?
–Cada canción tiene un mensaje distinto, pero el conjunto de todo es que, ya sea amor o desamor, te de una vibración más animada. Sufrir vas a sufrir igual.
–Ha tirado de savia nueva para las colaboraciones: NIA, Mar Lucas y Yarea.
–Viene una nueva generación de artistas a la que me apetecía dar la oportunidad de mostrar su talento. Además, es importante empaparse de todo lo que viene. Estaré aprendiendo hasta el último día que me suba a un escenario. La música te ofrece cosas nuevas constantemente y nunca llegará un momento en que piense: ya lo sé todo.
–Esta energía del disco y el propio género se tendrá que plasmar en el escenario. ¿Cree que los directos son más exigentes ahora que cuando empezó?
–A mí siempre me ha gustado trabajar mucho en lo que ofreces al público. Es esencial una buena banda y elegir bien el repertorio. Si ese ratito que pasas con la gente, también puedes dar un espectáculo, pues mucho mejor. Soy una mujer de retos y me gusta ser polifacética. Cantar, bailar y ofrecer algo visual.
–Más que baile, Tu cara me suena, Got Talent, La Voz Kids... Le queda grabar un documental, plantar un árbol y escribir un libro.
–(Risas) El libro lo tengo. Saqué El cóctel de la felicidad con anécdotas de mi adolescencia. También he plantado un árbol en mi casa. Y grabar un documental... pues no lo tengo en mente. Sería bonito recordar momentos de mi vida, pero llevo tanto tiempo que creo que la gente sabe más de mí que yo misma.
–¿Y le queda algún reto por cumplir?
–Siempre me gusta tirarme a la piscina, lanzarme y ver que a lo mejor sale mal, pero si no lo pruebas nunca lo sabrás.
–¿Y algún formato en el que no se ve?
–Nunca se me ha planteado, pero no me veo en programas de tipo realities.
–También fue protagonista en el musical de Grease.
–Fue una de las mayores escuelas musicales que he tenido. A veces hacíamos dobletes y funciones matinales. Estuve cinco años y me encantaría hacer más musicales, pero el tiempo que requiere te quita de poder hacer otras cosas. Es muy sacrificado. Nunca digas nunca, pero por ahora no está en mis planes.
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