"El divorcio es hoy un privilegio para ricos"
Ana Laura Cabezuelo Arenas, Doctora en Derecho
Está especializada en Derecho de Familia y acaba de publicar un trabajo que detalla las polémicas judiciales sobre la pensión de alimentos de los hijos tras la separación y el divorcio (Cuaderno Aranzadi Civil 36), donde denuncia fraudes y abusos que se suceden en este ámbito. En la última década ha investigado también sobre las pensiones compensatorias y el derecho a la intimidad.
-¿Cómo se ve la crisis desde la Universidad?
-A los jóvenes les indigna ver frustrados los sueños por los que lucharon.
-Y muchos emigran, ¿qué se podría hacer para evitar esa fuga de cerebros?
-Ofrecer las mismas oportunidades del extranjero. Hoy es difícil. Esto afecta, en general, a quienes han concluido un periodo formativo y no se conforman con empleos mal remunerados que nada tienen que ver con sus legítimas aspiraciones.
-Mileuristas, eventuales...
-Subempleo. Como hallé en una sentencia, éste es el drama que experimenta "quien habiendo sido instruido para acometer empresas superiores ha de ocuparse en menesteres que no requieren especialización alguna".
-Lo impone la crisis...
-Naturalmente. No siempre encontraremos una ocupación que se ajuste a nuestro perfil, pero de ello no puede depender la liberación de un progenitor. Los jueces comienzan a pronunciarse en este sentido cuando aprecian rechazo sistemático de ofertas de empleo aduciendo lo anterior.
-¿Qué diferencia hay entre éstos y quienes viven a costa de sus padres?
-El parasitismo es literalmente una expresión acuñada por el Tribunal Supremo en 2001 para referirse a la cómoda posición adoptada por quienes ya rozan o han alcanzado la treintena y aún demandan alimentos de sus progenitores, permaneciendo bajo del techo de éstos sin esforzarse en modo alguno en adquirir independencia. Cuando se prolonga voluntariamente esa dependencia respecto a los padres, adoptando una postura pasiva y no luchando para abrirse camino en la vida, desembocamos en el parasitismo. Ahí está el límite. Los alimentos se ligan a la necesidad, no a la indolencia.
-¿Qué se podría hacer desde el punto de vista de la Justicia para evitarlo?
-Las pensiones de los hijos se limitan hasta los 25 años, generalmente, para incentivar su incorporación al mercado laboral y la conclusión de los estudios dentro de un periodo razonable. Si por apatía o vagancia se eterniza esa fase de formación, los jueces estiman que el hijo no se ha hecho merecedor de las oportunidades que se le brindaron y se suprime esta obligación que pesa sobre los padres, estimándose que ya no existe necesidad que justifique su mantenimiento. Al joven que no se hizo digno acreedor de esas oportunidades se le invita a buscar trabajo en menesteres de escaso o nulo nivel de preparación.
-La crisis afecta a las familias y a las parejas, ¿no?
-En estos momentos, en los que el drama del paro hace mella en muchas familias, el divorcio es, simplemente, un privilegio para ricos.
-¿Hay quienes están usando los divorcios para vivir mejor a costa del otro cónyuge?
-Tras la reforma operada en 2005 en el Código Civil, eso es difícil. Si el cónyuge que espera la pensión compensatoria es joven y goza de preparación, se le concedería tan sólo durante unos años y, si la unión hubiera sido efímera, no habría derecho a pensión alguna. Sí es cierto, sin embargo, que se exageran los gastos y las necesidades de los hijos para acceder, de forma indirecta, a lo que no se tiene derecho a exigir para sí por la vía anterior.
-Hay quien dice que los hijos de padres separados vienen con el piso debajo del brazo.
-Salvo en casos excepcionales, es así. Si tenemos en cuenta que el que asume la custodia o convive con los hijos administrará unas cantidades que, en algunos casos, serán considerables y que, de ordinario, permanecerá en la que fuera vivienda familiar, comprenderemos que la posición de este cónyuge se verá reforzada extraordinariamente frente al otro. También entenderemos las luchas por la custodia.
-¿Cómo evitarlo?
-Aceptando, como hacen las audiencias catalanas, que el interés del menor es superior, pero no a costa de reducir a la nada el de los padres, dejándolos a merced de menores tiranos que les chantajeen. Los hijos saben que de ellos depende -si deciden convivir con el otro y prospera una modificación de medidas- el bienestar económico, el techo, en definitiva, de quien intenta educarlos.
-¿Está la sociedad andaluza preparada para aprobar la custodia compartida?
-Ya está contemplada en nuestro Código Civil desde 2005. Creo que nuestra sociedad está concienciada del papel insustituible que desempeña el varón en el proceso formativo del menor. Los padres dejarán de ser extraños para sus hijos tras la crisis matrimonial, se reducirán los riesgos del síndrome de alienación parental o manipulación ejercida por uno de los progenitores para indisponer al menor contra el otro. La ruptura será menos traumática y las luchas por el uso de la vivienda tocarán a su fin.
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