"Es muy difícil mantener una democracia en un país pobre"

Carlos Pera Madrazo | Cirujano y escritor

Carlos Pera Madrazo acaba de publicar la novela 'Diario de Bangui', en la que relata, entre otros temas, la historia reciente de la República Centroafricana

La novela se presenta este miércoles, 11 de junio a las 19:30 horas, en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras

El cirujano y escritor Carlos Pera Madrazo.
Carlos Pera Madrazo / Juan Ayala
Gonzalo Gragera

12 de junio 2024 - 06:00

Los efectos personales de Ignacio Aguirregomozkorta –que ha fallecido- son remitidos a la embajada española en la ciudad de Dar es Salam –en Tanzania-. Entre estos objetos del envío figura un diario en el que Ignacio, el protagonista, relata sus memorias en la República Centroafricana. Este es el sugerente inicio de la novela Diario de Bangui, de Carlos Pera Madrazo –profesor emérito de la Universidad de Córdoba, cirujano, doctor en Geografía y viajero entusiasta-. Entre las páginas de esta narración, descubrimos el asombroso paradigma que envuelve a la cultura africana –la África central- y conocemos la historia reciente de la ciudad de Bangui –donde predomina el conflicto civil y la dictadura-. Además, el autor nos ofrece una trama en la que convergen el amor y la guerra; es decir, la vida y la muerte. Carlos Pera Madrazo presenta su novela este miércoles, a las 19:30h, en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

-La historia que relata Diario de Bangui se puede abordar desde diferentes ópticas. Para empezar: revela una precisa descripción del continente africano.

-Más que del continente diría que de Bangui, en la República Centroafricana, adonde va destinado el protagonista de la novela, que es un cooperante de Naciones Unidas. Hay que diferenciar entre el África mediterránea, el África sahariana y transahariana, el África ecuatorial… Esta novela hace referencia a esta última.

-La novela trata la guerra civil que padece la República Centroafricana, a finales de 2012.

-Sí, y trata también otras guerras que ocurrieron en África, en esa zona. Me estoy refiriendo a las guerras panafricanas. En estas intervinieron nada menos que diez países. Fue una de esas muchas guerras que desconocemos, ya que no son televisivas –como la de Gaza, por ejemplo-. No obstante, determinaron unos éxodos terribles y unas matanzas crueles. Además, relato la aparición de un genocida, de un loco: Joseph Kony. Este hombre creó un ejército de niños soldados. Sudán se aprovechó de ellos en sus querellas con Uganda. Por otra parte, le he dedicado mucha atención a la brujería. Tanto en sus formas clásicas como en sus formas modernas.

-Deteniéndonos en la contienda civil de 2012. ¿Qué pasó ahí? ¿Qué la propició?

-Pues esta guerra civil surge con la intervención del Chad, que deja de apoyar a Bozizé, presidente de la República Centroafricana. El Chad apoya a unas milicias que se crean en el norte del país, en contacto con la zona donde apareció petróleo. Estas milicias se llamaron Seleka y eran facciones musulmanas. En contraposición con la República Centroafricana, que es en su mayoría cristiana y animista. Seleka atacó al gobierno del país africano y ocupó el poder. Los musulmanes, que nunca habían mandado allí, empiezan a mandar. Después se prolongó la guerra. Fueron cayendo sucesivos gobiernos. Hasta el último, el de Faustin-Archange Touadéra, quien al no tener un sustento de su ejército se apoya en las milicias Wagner, las cuales han estado muy vivas en la guerra de Ucrania. Estas milicias estabilizan un poco la región.

Touadéra modificó hace unos años la Constitución, para poder presentarse todas las veces que quiera como candidato a presidente. El resultado es que se está instaurando una dictadura –como en casi toda África-. Es muy difícil, por otra parte, mantener una democracia en un país pobre. Es prácticamente imposible.

"He pretendido llamar la atención sobre estos países centroafricanos, estas guerras atroces y estos sucesos históricos que están completamente ignorados".

-¿Cuál es la actual situación política de la República Centroafricana?

-Ahora mismo se encuentra presidiendo Touadéra, apoyado por rusos y por chinos. Los chinos tienen una intervención muy curiosa. Yo la he visto. Ellos no usan a los obreros de la República Centroafricana para, no sé, construir carreteras o presas, por ejemplo. No: China manda a sus propios obreros, que son prisioneros en el país asiático. Por ese trabajo que hacen en África, el Gobierno chino les conmuta las penas. Es una cosa terrible. Los chinos lo están expoliando todo en África. Hoy día el expolio del continente está en sus manos.

-Este es, grosso modo, el contexto histórico de la novela. Pero hay otros temas: el amor.

-Como autor siempre busco en las novelas el amor y la guerra. Son temas que siempre funcionan bien.

-También está la muerte –con tendencia hacia lo sobrenatural-.

-África central está llena de mitos, de leyendas, de lo esotérico. Destaco el animismo, que es una religión en África, y no muy diferente al resto de religiones: un dios omnipotente que se conecta con los hombres. En este caso a través de los ríos o de los ancestros. Igual que nosotros a través de los santos y las vírgenes.

-En este ámbito de lo esotérico, de la brujería, de las creencias más o menos religiosas. ¿Qué son las Mami Wata que aparecen en la novela?

-Es una forma nueva de brujería que surge, sobre todo, en Bangui. No es más que la búsqueda de una solución a problemas de la vida cotidiana. La Mami Wata es una divinidad que proviene del agua y que, a cambio de que le seas fiel, te da riqueza y te empieza a ir la vida bien. Se asemeja a otro mito interesante, el de los hombres caimán, porque estos están igualmente ligados a la riqueza y a la buena suerte. Aunque si te castigan te pueden convertir en un zombi. Te quitan el alma del cuerpo y usan tu cuerpo para su provecho. Son cosas curiosísimas.

-¿Qué ritos o costumbres africanas le han llamado la atención?

-Quizá la brujería moderna. El animismo. Aunque el animismo no es exclusivo de África. Es algo que está en todas las civilizaciones, también entre las nuestras, convertidas al catolicismo. Esa creencia del alma animista, del alma que todo lo ocupa, está muy arraigada en nosotros.

-¿Qué magia debe tener, a su juicio, una buena novela?

-Una buena novela debe captar la atención y entretener. Yo he pretendido llamar la atención sobre estos países centroafricanos, estas guerras atroces y estos sucesos históricos que están completamente ignorados. Tanto es así que hay quien me pregunta si Bangui es una mujer. África es aún, hoy día, una gran desconocida.

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