"La dermatitis atópica está asociada a trastornos psicológicos y del sueño"
José Juan Pereyra Rodríguez I Jefe de Sección de Dermatología en el Hospital Virgen del Rocío
Medicina con plena dedicación. Jefe de la sección de Dermatología en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, el doctor José J. Pereyra además es miembro del Grupo Español para el Estudio de la Inmunoalergia Cutánea (GEIDAC) y responsable del Grupo de Investigación de las enfermedades inmunomediadas que incluye la dermatitis atópica. Su nombre figura entre los expertos de mayor prestigio en su especialidad en el ámbito nacional. En el Hospital Virgen del Rocío el doctor Pereyra es además el responsable de la consulta monográfica de dermatitis atópica.
–Cada 14 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Dermatitis Atópica, una enfermedad calificada de banal por muchos. ¿Cuentan los enfermos con terapias curativas?
–A día de hoy no se puede hablar de una cura entendiendo por curación como la administración de una terapia puntual que haga que, en el tiempo, no aparezca de nuevo la dermatitis atópica. Esto hoy en día no existe. No digo que sea imposible, pero sí que está muy lejos todavía. Se ha avanzado mucho en los últimos tres años: Tenemos disponibles nuevos fármacos biológicos y terapias avanzadas que han conseguido que pacientes muy graves, que no se podían controlar, estén totalmente asintomáticos, sin lesiones. El matiz: siempre mientras reciben la terapia avanzada.
–Siete de cada diez andaluces considera que no es una enfermedad grave, según una reciente encuesta realizada por Pfizer. ¿Está confundida la población sobre este problema?
–La mayoría de los casos son leves si bien en torno a un 30-20% son calificados de moderados a graves. No se puede generalizar. Es un error considerar que toda la dermatitis atópica es un problema banal. Hay muchas investigaciones que relacionan la dermatitis atópica con un impacto enorme en la calidad de vida, a nivel emocional, asociada a la depresión, mayor riesgo de infecciones y otras comorbilidades como puede ser asma y rinitis.
–¿Cómo impacta?
–Hay varias dimensiones: por un lado, las lesiones cutáneas, que ya de por sí son importantes, pero también tenemos el prurito; y problemas de sueño. El impacto es tremendamente alto. ¿Quién no ha sufrido un picor puntual y tiene una sensación muy desagradable, pasajera, de prurito? Es difícil entender a pacientes que están las 24 horas del día rascándose sin controlar el prurito, sin poder dormir ni hacer actividades de la vida diaria. Hay muchos estudios que exponen que el impacto en calidad de vida es mayor que otras enfermedades como psoriasis; e incluso más graves como las cardiacas, o algunas enfermedades oncológicas.
–¿Cómo afecta a la calidad de vida del paciente?
–Son pacientes con mucha asociación a la depresión e incluso ideación suicida. Son pacientes que no descansan bien porque están continuamente rascándose. El prurito da lugar a bajas, problemas de el sueño, y a un menor rendimiento laboral e incluso a infecciones cutáneas.
–¿Qué factores influyen en su aparición?
–Hoy sabemos que hay dos grandes elementos. Por un lado, una disfunción del sistema inmune: hay ciertas moléculas que están descompensadas y dan lugar a eccemas, prurito y lesiones. Y por otra parte: una alteración de la barrera cutánea, que hace que aumente la disfunción del sistema inmune por la agresión de cierta sustancias. Además actúa la genética, y lo sabemos por estudios con gemelos idénticos: el 78% de los casos se atribuye a los genes.
–¿Se trata la dermatitis atópica sólo con cremas?
–Sólo con cremas afortunadamente no. Hay más soluciones. Una dermatitis atópica leve puede tratarse con hidratación y ciclos puntuales de corticoides. Se puede prevenir con ciertas recomendaciones dietéticas-higiénicas (evitar fibras o sintéticos, agua caliente etc). Pero un porcentaje importante de pacientes requiere de terapia sistémica, como un segundo escalón, e incluso de terapias avanzadas, fármacos biológicos que bloquean estas citoquinas, o los inhibidores Jak que son como los intermediarios de las citoquinas. Dentro de no muchos años tendremos incluso otras clases de terapias.
–¿Cuántos pacientes atiende en su consulta?
–Soy responsable de una consulta monográfica y la mayor parte de mis pacientes sufren dermatitis atópica de morada a grave. Atiendo en torno a 300 ó 400 pacientes.
–¿Cuál es la incidencia en la población general?
–Se piensa que aproximadamente en torno al 3% o al 4% de la población puede padecer algún grado de dermatitis atópica, si bien la incidencia fluctúa en el tiempo. En torno al 20% de los menores de 5 años puede sufrir este problema. Es incontestable, según los estudios epidemiológicos, que la incidencia de la dermatitis atópica está aumentando. Al analizar las gráficas, desde los años 60 parece que hay una curva casi epidémica de incremento, más acusado en zonas urbanas que en las rurales.
–¿Se están investigando?
–Sí. La mayoría de las terapias ya disponibles a medio y largo plazo está fijada en controlar el desequilibrio en el sistema inmune. Pero se sabe que la dermatitis atópica está asociada a los linfocitos de memoria, que son unas células cuya función es protegernos de sustancias nocivas. Estos linfocitos tienen una cara B: perpetúan enfermedades inmunomediadas. Nuevas líneas de investigación están centradas en identificar cuáles de estas células están asociadas a la dermatitis atópica, de modo que si reducimos el número de estas células podríamos hablar de curación.
–¿Otras hipótesis?
–Se hipotetiza que cuanto antes se aplique la terapia avanzada ese desequilibrio del sistema inmune será menor. Esta hipótesis permitiría frenar el desarrollo persistente en el tiempo de la dermatitis atópica.
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