“El corazón tiene su propio código de belleza, los hay bonitos y los hay muy feos”
Manuel Calleja Hernández | Cirujano cardíaco y escritor
Manuel Calleja Hernández es cirujano cardíaco en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada. Acaba de publicar un ensayo titulado ’40 años a corazón abierto. Confesiones de un cirujano cardiaco de la sanidad pública española’ en el que trata de explicar sus emociones y sus experiencias durante las cuatro décadas que ha ejercido su profesión en diferentes hospitales de nuestro país. Manuel Calleja advierte que este no es un libro solo para médicos, sino para todos aquellos que quieran saber algo sobre ese órgano tan complejo como el corazón. El libro está editado por Amarante.
-Cuarenta años viendo corazones… Sabrá ya definir lo que es este órgano.
Será mejor ceñirnos a una definición estrictamente anatomo-fisiológica: es un músculo hueco con cuatro cavidades, que funciona como una bomba aspirante-impelente de la sangre, distribuyéndola continuamente por
todo el cuerpo, manteniendo así vivo el organismo al que pertenece. Desde un punto de vista poético hablaríamos de otra cosa, claro.
-¿Hay algo que le sorprenda todavía de un corazón?
De un corazón sorprenden muchas cosas. Para mí la mayor de ellas siempre ha sido, y lo sigue siendo ahora, lo muchísimo que aguanta en muchas ocasiones, en las condiciones más precarias. Otro hecho sorprendente es que permite ser clasificado según un código de belleza propio, es decir, hay corazones muy bonitos y otros muy feos, además de todos los grados intermedios.
-¿Ha encontrado usted algún sentimiento en alguno de ellos?
-Es una difícil pregunta. En Estados Unidos es legal que la identidad del donante de un órgano trasplantado sea conocido por el receptor. Se han dado un buen número de casos en que familiares de donantes han reconocido aficiones, nuevas costumbres o modos de ser del donante en el paciente que ha recibido su órgano. ¿Dirían ustedes que este hecho es suficiente para afirmar que el corazón es un órgano donde residen emociones que pueden viajar con él? Al menos no resulta fácil negarlo rotundamente…
-¿Por qué el amor siempre se representa con un corazón?
-No lo sé, pero es bien cierto que cuando se siente un amor intenso y apasionado, lo primero que notamos es que el corazón se acelera. Yo creo que esto hace que instintivamente relacionemos ambos. Como nos pasa a nosotros, les debió suceder también a los primeros pobladores y, sobre todo, a los primeros poetas, que se encargaron con sus obras de ir alimentando más y más la relación entre el amor y el corazón, generando miles de millones de páginas relacionándolos. Pensemos que es por esto ¿por qué no?
-Me imagino que le habrán preguntado alguna vez qué se siente cuando tiene usted un corazón en las manos.
-La primera vez que lo tuve sentí una gran emoción a la que pensé que me acostumbraría. Sin embargo, no ha sido así. Aunque ha ido progresivamente conteniéndose, siempre la he sentido y aún hoy, cuarenta y dos años después de aquella primera vez, sigo sintiendo esa emoción. Pero lo que se siente invariablemente es responsabilidad.
-¿Será normal en el futuro que los trasplantados lleven un corazón artificial?
-Ya hay personas portando un corazón artificial por la calle, en Estados Unidos, en España y en Granada también. No son dispositivos de uso corriente, están aún expuestos a algunas disfunciones más de las que quisiéramos, pero ya están en uso, aunque este no sea todavía algo extendido.
-Lo que está pasando en el mundo con el coronavirus… ¿Es malo para el corazón?
-Aunque son los pulmones los órganos más típicamente afectados en la Covid-19, el virus puede interesar y de hecho afecta a cualquier órgano del cuerpo humano. Tal es también el caso del corazón en el que hemos asistido durante la pandemia a la aparición de cuadros de infarto agudo de miocardio, de miocarditis, algunas de ellas fulminantes, de insuficiencia cardiaca, de arritmias y de muerte súbita causados por el virus.
-¿De qué manera esta pandemia está afectando al desarrollo de su especialidad?
-Puede que el desarrollo de mi especialidad se esté viendo afectada, como lo está siendo el de todas las demás, pero los más afectados están siendo indudablemente los pacientes que están sufriendo importantes retrasos en sus intervenciones que ya habían sido indicadas antes de la llegada de la pandemia y que, por el colapso de los hospitales, han tenido que ser aplazadas en una importante proporción, dando lugar a una mayor mortalidad en las listas de espera. Nuestra especialidad necesita una estancia, de mayor o menor duración, pero obligada, en UCI tras cada intervención. El colapso de las UCIs ha supuesto la suspensión de miles de ellas en España en este último año.
-¿Se están demorando trasplantes de corazón o anulando debido al Covid?
-Sin tener los datos del periodo no contabilizados oficialmente aún, a bote pronto se diría que probablemente no, como no se han visto afectadas en general las intervenciones que se han presentado como emergentes y por tanto improrrogables, que se ha conseguido llevar a cabo seguramente en todos los casos en nuestro país. Mucho más arriesgado es hablar de otros países, cuya realidad no conocemos tan de cerca.
-Usted no es virólogo, pero alguna opinión tendrá sobre el cómo se está gestionando esta pandemia.
-El mundo entero ha pagado en contagiados, fallecidos y desastres económicos el hecho de enfrentarse a algo tan sin precedentes y tan letal. El resultado ha sido de 150 millones de contagiados y más de tres millones de muertes. Y aunque el resultado globalmente es tan desastroso, ha habido países que han sido capaces de limitar mucho más las muertes y los desastres aparejados que la mayoría. Igualmente, ha habido otras naciones que han obtenido las mayores cifras de contagiados y fallecidos. Y este ha sido el caso de España, lo que ha conseguido, lamentablemente, gracias a una gestión ineficaz, descoordinada y politizada.
-Usted escribió un libro sobre la pandemia que no quiso publicarse en Amazon ¿Qué ha pasado con él?
Después de aquel episodio, algunas editoriales mostraron su interés en editarlo. Fue publicado finalmente a mediados del mes de julio de 2019 por la Editorial Samarcanda con el título de No se podía saber. La gestión del Gobierno de España en la pandemia.
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