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"Confunden ser templado con ser tibio"

Jorge Freire | Filósofo

Jorge Freire, filósofo y escritor. / Pilar Martín Bravo

PICO (Y COCO) DE ORO. Jorge Freire (Madrid, 1985) es filósofo aunque se define como escritor. Tiene un pico (y un coco) de oro, como exhibe en sus muchas intervenciones y en sus libros. Publicó Los extrañados (Libros del Asteroide), donde cuenta el desarraigo de cuatro escritores: P. G. Wodehouse, José Bergamín, Vicente Blasco Ibáñez y Edith Wharton. El joven pensador combina su vasta erudición con el chascarrillo. Muy agradecido.

–Es filósofo, ¿hay gente pa to, como le dijo Rafael el Gallo a Ortega y Gasset?

–¡Y menos mal! Si no, la vida sería como un guisote sin especias ni su toque de laurel, un sopicaldo tristón y sin sustancia.

–En Los extrañados narra la historia de cuatro escritores (Wodehouse, Bergamín, Blasco Ibáñez y Wharton) que se sintieron fuera de lugar y convivieron con el extraño que habitaba en su interior. Con matices, ¿no somos todos un poco así?

–El otro día fui al gimnasio y la gente llevaba botellitas futuristas, mochilas aerodinámicas y pulseras para el ritmo cardíaco. Yo, con la camiseta de la Expo 92 y los calcetines a rayas, me sentí un extraterrestre.

–¿Quién debe leerlo de manera urgente?

–Nuestros políticos, que no saben hacia dónde sopla el viento. Los que hacen "procesos de escucha" están duros de oído y no oyen lo que se raja en los bares.

–¿Es cada vez es más fácil sentirse un extrañado en esta sociedad tan instalada en el "conmigo o contra mí"?

–Confunden ser templado con ser tibio. Una sopa a medio hervor está tibia, pero templado está el acero bien forjado, presto para partir melones y cortar el bacalao. Mi virtud es la templanza.

–¿Un filósofo es un extrañado a tiempo completo?

–Lo es porque ha de marcar distancias, no para encerrarse en la torre de marfil sino para arrimarse a la verdad.

–De las veces que más solo me he sentido fue en una discoteca a tope. Un extraño aturdido (y sobrio). ¿La gente está sobrevalorada?

–Con la gente pasa con los perfumes intensos: mejor en dosis pequeñas y a una distancia prudente. Como decía Pla, la cercanía es belicosa y la lejanía es generadora de cariño.

–En pocas cosas están de acuerdo los planes de estudio de la derecha y de la izquierda. Una es la reducción o supresión de la Filosofía. Como dirían Les Luthiers: ¡Caramba, qué coincidencia...!

–Se busca reducir la educación a mero adiestramiento. Quien piensa suele rascarse la cabeza y ése, ya se sabe, es un gesto de mala educación.

–Los dos pensadores mainstreams de su respectiva generación, Savater y usted, no son muy partidarios de Pedro Sánchez. ¿Ha perdido la izquierda el apoyo de la intelectualidad?

–No soy partidario de nadie porque el partidismo te parte, te divide, te reduce a un trozo. Si me parto, que sea de risa. Sánchez tiene el olfato de un sabueso y la agilidad de un terrier y seguirá gobernando mientras la derecha se excuse en que el "perro" le ha comido los deberes.

–El futbolista Jesús Navas es de su misma quinta, la del 85. A él lo han jubilado los achaques y usted es una joven promesa de lo suyo. El tiempo es relativo, señor pensador.

–Retirarse a tiempo es cosechar una victoria. Hay que cortarse la coleta cuando estás en sazón o, como dicen los chavales, cuando estás "en tu prime".

Los niños tienen que aprender a frustrarse; la civilización es el trecho entre un deseo y su satisfacción"

–Un viejo de mi barrio soltaba mientras jugaba al dominó: "Hombre que piensa, hombre que sabe". Evocando al homo agitatus de su ensayo Agitación, ¿podemos concluir que en el siglo XXI el hiperconsumismo y el movimiento perpetuo buscan laminar el pensamiento?

–Notificaciones, cháchara... Nos aturden con el estrépito de una cencerrada, como antaño se hacía en los pueblos, para que no podamos pensar.

–Para evitar la frustración de los niños, se adelanta la cabalgata no sea que la lluvia obligue a cancelarla. Mimado hoy, tirano mañana...

–Al filósofo Apolodoro lo llamaban el tirano del jardín. Hoy existe el tirano del jardín de infancia. Feo asunto es la baja tolerancia a la frustración... Los niños tienen que aprender a frustrarse, aunque el hedonismo a corto plazo diga lo contrario. La civilización es el trecho que media entre un deseo y su satisfacción.

–La libertad de expresión comprende el derecho a ofender y a ser ofendido, cuestiones que se dirimen en privado. ¿Por qué han trascendido estas querellas a la esfera de lo público?

–Cunde la sinceridad a discreción. Yo prefiero practicar la discreción a secas y que la sinceridad se la guarde uno donde le quepa. Discretus viene de discernere, discernir. Quien discierne y tiene algo que contar no aporrea puerta ajena ni habla a grito pelado.

–Usted se ha posicionado en contra de la amnistía. ¿No le ha dado un pescozón su editor por la posible merma de la venta de sus libros en Cataluña...?

–No soy amigo de posicionarme. Cuando nos arengan a que opinemos de todo, no buscan nuestras ideas, sino que nos situemos en el tablero. El "posiciónese" es un sondeo disfrazado de debate.

No nos hagamos daño se llama su comentario en Onda Cero. ¿Somos buenos alumnos sus oyentes?

–La flor y la nata. Me escaman esos escritores que esquivan al público como si les fuera a pedir limosna. Escribir es un oficio más solitario que el de farero y tratar con lectores, o con oyentes, me carga de energía.

–Putin, Trump, los populismos en Europa y el resto del planeta, los conflictos en Oriente Próximo… ¿Conseguirá el ser humano destruir la humanidad?

–El cine de catástrofes ha muerto de éxito y ahora el telenoticias es una disaster movie. Pero no nos amilanemos. El pastor se sirve del miedo para meter al aprisco en el redil. Yo prefiero que no me pastoreen.

–Recomiende un autor para estos tiempos revueltos.

–Un cura aragonés del XVII que vivió una vida aburridísima, nada que ver con las pendencias de Quevedo o Lope. Y, sin embargo, Baltasar Gracián escribió un libro fascinante que, para colmo, es mi favorito: El Criticón.

–¿Qué seríamos (o no seríamos) sin el humor?

–El humor es bueno cuando es desopilante, porque desopilar es desatascar. Cuando los cañerías del pensamiento se obstruyen, el humor funciona como un agente desengrasante, diluyendo tópicos, lugares comunes y otros tantos pegotes que se forman como costras. Por eso mi filosofía tiene humor: porque creo que todo filósofo es un desatascador.

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