"La autoestima en los adolescentes es seguridad y confianza; cariño y disciplina"

Entrevista

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao publica el manual 'Prepárate para la vida' sobre adolescencia y padres

El neuropsicólogo Álvaro Bilbao
El neuropsicólogo Álvaro Bilbao
Francisco Andrés Gallardo

07 de junio 2024 - 06:59

Álvaro Bilbao (Bilbao, 1976) acaba de publicar Prepárate para la vida, compendio sobre la adolescencia enfocado hacia los padres. Doctor en Psicología, neuropsicólogo, ha visto llenarse las consultas por los jóvenes y un aumento de los trastornos de salud mental que vincula más al mundo de las pantallas que otros factores como la pasada pandemia. Formado en el Hospital Johns Hopkins y en el Kennedy Krieger Institute, es divulgador y conferenciante que ha colaborado con la Organización Mundial de la Salud en su ámbito de la psicología y la neurociencia. Es autor de Cuida tu cerebro (2013), El cerebro del niño explicado a los padres (2015), Todos a la cama (2017) y ¡Hola, familia! (2022), publicados por Plataforma Editorial como este Prepárate para la vida.

-La adolescencia ¿entre las nuevas generaciones se ha extendido de tiempo, se ha 'agravado'?

-La adolescencia, desde los años 80, es lo que se entiende como la moratoria psicosocial, es el tiempo en el que los chicos y chicas pueden experimentar, conocer para su futura vida adulta. No son adultos pero psicológicamente se van preparando para ello. Cuando antes un joven venía de la guerra lo que tenía que hacer era ponerse a trabajar y formar una familia. Hasta en cierto sentido es natural. El cerebro en la adolescencia aprende las normas de su entorno. Hace cien años convertirse en adulto era poco más que leer, escribir, tener un oficio y así podía independizarse. Ahora los jóvenes tienen que aprender inglés, dominar la inteligencia artificial, conducir, a tener muchas reuniones de trabajo... cuanto más compleja es una sociedad, más se complica la adolescencia.

-¿Y en España se complica más, visto que los jóvenes no pueden independizarse?

-También tenemos nuestros condicionantes socioeconómicos. En EEUU los jóvenes se independizan antes porque tienen un mercado laboral diferente. Nosotros tenemos también otros valores de familia, de vínculos.

-Pero también hay jóvenes obligados a madurar antes, que se quedan sin padres, circunstancias familiares que les llevan a buscar trabajo muy jóvenes y dejar los estudios.

-Los jóvenes con esos problemas maduran antes. Salir de casa es un avance para madurar pero si dependes de tus padres para estar fuera, no es lo mismo. En los años 80 o 90 cuando terminabas la carrera universitaria te ponías a trabajar a continuación. Ahora la carrera es un inicio para ampliar la formación. Antes nos poníamos a trabajar y nuestro ámbito era cercano y ahora hay un mercado global en el que competimos todos contra todos.

-Decía Serrat en Esos locos bajitos que "nada ni nadie pueden impedir que sufran"...

-Es ir asumiendo obligaciones, responsabilidades. Cada etapa vital tiene sus montañas, retos diferentes, pero lo importante es afrontarlos. En la adolescencia es el momento de contar con la familia y los amigos para asumirlos.

-¿Hay que sufrir para, entonces, aprender?

-Los seres humanos tenemos una capacidad de adaptación muy grande. Debemos asumir los retos de la vida para aprender. Otro asunto son las experiencias traumáticas. Siempre hay que dar oportunidad a los hijos de que aprendan de las experiencias de la vida pero también hay que saber protegerles para que no sufran traumas innecesarios. Es equilibrio. Un niño con cinco años puede estar sin la vigilancia estrecha de sus padres en su casa, con seis, en la zona de juegos del parque, con doce se mueven por el barrio. Dejar que aprendan, pero sin descuidarlos.

-Pero el peligro ya no está tanto en calle sino en la palma de la mano.

-Efectivamente, gran parte de los peligros están en el móvil. Hay líneas difíciles de describir. Hay que establecer límites fomentando el sentido común y generando una buena autoestima. Con autoestima los hijos van a saber codificar los peligros y los retos.

-¿Cómo alimentamos esa autoestima?

-Dedicándoles tiempo, atención. Hay que comer o cenar todos los días con los hijos. Escucharles con atención, hablar de todo. Darles importancia, validar. Es cuidarlos y también exigirles sus tareas. La autoestima en los adolescentes es seguridad y confianza. La seguridad se la damos con amor, la confianza con disciplina.

-Hay padres que, por trabajo o por otras decisiones, no están presentes...

-Entonces tendrán que solucionarlo. No es estar encima de los hijos, pero sí es estar presentes.

-¿Los abuelos y hermanos cumplen su papel en esa autoestima?

-Hay familias donde fallecen los padres y los hermanos mayores se echan a la espalda las responsabilidades. O abuelos. Hermanos y abuelos cumplen su papel de cariño y apoyo, pero la disciplina tiene que ser desempeñada por los padres.

-Pero hay muchos padres separados.

-Por eso es necesario que en cada proceso de separación mantengan una relación cordial. Eso para los niños vale muchísimo. Si insultas a tu ex pareja delante de ellos estás dañando el 'adn' de tu hijo.

-Fijemos la etapa de la adolescencia. ¿Un adulto con 30 años puede ser aún un adolescente?

-La adolescencia comienza a los 11 años y termina, más o menos, a los 20. Son cambios hormonales, cambios en el cerebro. Puede extenderse algún año más, pero nunca una persona de 30 años puede ser un adolescente.

-¿Cómo debemos tratar a un adolescente?

-Con mucha paciencia, por supuesto. Hay que ser cariños, pero también ser firmes con los límites que se les marca. Si su comportamiento se excede por agresividad, por falta de respeto, tomar medidas, acudir a un orientador. La relación con los hijos no deben ser tensa.

-¿Los adolescentes dejaron de ser unos niños que ya reconocemos en su comportamiento?

-Respecto a cuando eran niños tenemos ante nosotros a una persona distinta. Por eso es tan importante comunicarse con ellos. Dejar la niñez es un viaje sin retorno.

-¿Es malo regresar a sentirse adolescente, a sentir niño?

-Los recuerdos marcan el cerebro. Yo siempre invito cuando un adulto siente angustia es que se encuentre con esos recuerdos de la infancia. Hay que reconectar, hay que hacer cosas que te hagan sentir cuando eras un niño, como recorrer los sitios donde viviste, los sabores que probaste. Ir a la misma playa donde ibas con tus padres. Esa reconexión es buena.

-¿Es cierta esa percepción de que han los aumentado los casos de salud mental?

-No sólo han aumentado sino que las consultan están desbordadas. Hay más conciencia de esos problemas, hay más casos de fobia, de ansiedad. Sí noto que han descendido ligeramente las cifras en este año respecto a los tres anteriores.

-¿Es consecuencia de la pandemia?

-Es más consecuencia de los móviles y de los abusos en las redes.

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