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"Un bordado muy dañado no se puede recuperar"

Carlota Elena. Gerente del taller Sucesores de Esperanza Elena Caro

Licenciada en Bellas Artes y especialista en Restauración, encarna la cuarta generación familiar de bordadoras.

"Un bordado muy dañado no se puede recuperar"
José Joaquín León

12 de marzo 2016 - 11:24

Carlota Elena Meléndez (Sevilla, 1978) es licenciada en Bellas Artes y especialista en Restauración por la Universidad de Sevilla. Trabajó en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, donde se especializó en restauración de tejidos. Tras jubilarse su padre, José Manuel Elena, es la gerente del taller de bordados Sucesores de Esperanza Elena Caro, en el que encarna la cuarta generación. Fue fundado en 1917 por su tía bisabuela Victoria Caro, a la que siguió su tía abuela Esperanza Elena Caro, una de las más grandes bordadoras de la historia.

-¿Cómo es el momento actual de los talleres de bordados?

-Es diferente lo artístico y lo económico. En lo artístico, es un buen momento, hay muchos talleres. Aunque no todos son buenos. Entre los profesionales, algunos han innovado.

-¿En qué se nota?

-Bordados con mucho brillo, mucha hojilla, mucha cartulina, más uso del color… En nuestro caso, prefiero mantener el estilo clásico, porque este taller tiene sus señas de identidad.

-¿Y en lo económico?

-El momento es regular Es muy difícil mantener un taller artesanal. Tenemos gastos de Seguridad Social, IVA al 21%... Aquí se echan horas y horas, no se hace nada a máquina, todo a mano. En mi taller, el 80% del presupuesto es para la mano de obra.

-¿Tienen ayudas?

-No. Necesitaríamos ayudas para bonificaciones en los seguros sociales. Ahora trabajan aquí ocho personas. Son más o menos, según el trabajo. Con menos coste emplearía a más. En otros tiempos del taller trabajaban entre 30 y 40 mujeres. Hoy eso es imposible.

-La labor de los artesanos no está reconocida…

-Yo también le diría a los obispos y a algunos curas que no impidan a las cofradías encargar obras de arte. De esto vivimos muchas familias. Si yo echo a mis trabajadores, se van al paro directamente. Es mejor que cobren por su trabajo. Eso también es caridad.

-¿Sólo trabajan para las cofradías?

-En otros tiempos se bordaba ropa litúrgica y militar, incluso trajes de novia. Pero ahora casi todo es para la Semana Santa. Obra nueva y restauración, que es muy importante. Y hay que tener cuidado.

-¿Por qué?

-Porque ahora proliferan bordadores sin experiencia ni conocimientos. No todos saben restaurar, y se pueden cargar un manto o un palio. Hay que ser sinceros. A veces sería mejor no pasar un manto, sino conservar el antiguo tal cual y hacer otro nuevo.

-¿No se pueden pasar todos los bordados?

-El bordado tiene una vida útil limitada. Cuando se deteriora mucho, el oro se pierde. Hay que reponerlo, y si está muy dañado, se puede mantener el diseño, pero lo que se está bordando es nuevo. Es absurdo decir que se ha restaurado cuando se ha cambiado casi todo el bordado.

-¿Qué aconsejaría?

-Hacer mapa de daños. Si hay que sustituir hasta el 20% puede ser una buena restauración. Si hay que sustituir la mitad, pues la mitad del manto es nuevo. Un manto o un palio con el 90% de obra nueva ya no es el original de Rodríguez Ojeda, o quien sea. Lo que se sustituye, se pierde. Un bordado muy deteriorado no se puede recuperar.

-¿Qué haría con un palio histórico como el del Valle de Sevilla?

-En ese caso, y en otros parecidos, lo mejor es conservar el original. Sería mejor hacer uno nuevo que lo reproduzca y no perder el bordado histórico.

-¿No hay técnicas nuevas para pasarlo?

-Yo no me lo creo. Dicen que en Bruselas aplican técnicas para recuperar el terciopelo sin pasar el bordado. Pero el tejido tiene una vida útil que es limitada. Las piezas antiguas llevan seda natural que se deteriora y es irrecuperable.

-¿Cuánto se tarda en bordar un manto nuevo?

-Depende del diseño. Con una plantilla de cinco o seis personas, se podría hacer en dos años. El manto de la Coronación de la Macarena no se bordaría hoy en menos de tres años. Aunque sería difícil de asumir. En 1964 costó un millón y medio de pesetas. Hacerlo hoy no saldría por menos de 300.000 euros.

-¿Tanto cuesta un manto?

-Es un caso especial. Un manto de alto nivel artístico se puede bordar por entre 160.000 y 200.000 euros. Por supuesto, se puede hacer una obra digna por bastante menos. Pero tenga en cuenta que un buen terciopelo de Lyon puede costar hasta 6.000 euros. Los costes son muy altos.

-El taller va a cumplir un siglo. ¿Cuáles cree que son sus mejores obras?

-Hay muchas en Sevilla y en toda Andalucía. Siempre destacaré el palio de la cofradía de Los Estudiantes de Sevilla, una obra única, por la mezcla de estilos tan impresionante. El manto de la Coronación de la Macarena es otra gran obra. Y conjuntos de bordados, como los de las Penas de San Vicente, El Baratillo y muchos más.

-¿Y en otras ciudades?

-También. Por ejemplo, en Málaga tenemos obras que son muy importantes, como el palio y el manto de la cofradía de la Expiración, que es excepcional por su calidad y dimensiones.

-¿Qué proyectos tienen?

-Terminar una túnica bordada para el Señor de los Gitanos de Sevilla que será espectacular, la restauración del manto del Baratillo y las bambalinas de la Macarena, las laterales del palio de San Vicente, un manto para Osuna… Y otros proyectos por concretar.

-¿Quién ha sido el mejor bordador o bordadora?

-Para mí, Esperanza Elena Caro. No porque sea mi tía abuela, sino por su visión, su perfección, cómo se preparó para avanzar, a la vez que recuperaba técnicas antiguas. También fue importante el taller de Olmo. Y, por supuesto, Rodríguez Ojeda por la revolución que hizo. Sin él, no sería igual el bordado.

-¿Qué le gustaría bordar en su taller?

-Me gustaría restaurar el manto de la Coronación de la Macarena y el palio de los Estudiantes de Sevilla. Para eso, sinceramente, no me fiaría de otras manos.

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