Aurora Ruiz: "La obra de un artista es un todo orgánico"

Aurora Ruiz | Pintora

La obra de esta joven artista plástica se encuentra en colecciones particulares de Europa, Estados Unidos y Canadá

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La pintora Aurora Ruiz, trabajando en su estudio / DS

La obra de la pintora Aurora Ruiz (Dos Hermanas, 1999) está presente en colecciones particulares de Europa, Estados Unidos y Canadá. Desde muy joven, la artista plástica destacó por su extraordinario virtuosismo técnico, por su estilo sugerente y por un formidable dominio de la idea, de los conceptos. La música es otras de sus influencias, de sus inspiraciones más cercanas –tras más de una década de estudio en el conservatorio-. Aurora Ruiz, cuya formación anduvo entre Sevilla y Roma –en la facultad de Bellas Artes-, se encuentra en una etapa de experimentación, de “mutación”. Un itinerario cuyo destino no está definido, y eso quizá sea lo más interesante. La pintora inaugura un nuevo ciclo en su excepcional carrera. Una trayectoria ya imprescindible para quien quiera conocer lo que traen los pintores más jóvenes.

-Por lo que vemos en sus redes, desde hace unos meses, hay una nueva etapa en su producción pictórica. ¿Un cambio en su carrera?

-Más que cambio me gustaría llamarlo mutación. Porque mi trayectoria es la misma. Solo que va mutando de una cosa a otra. Toda esta evolución se podría explicar del siguiente modo: he querido incluir nuevas metodologías a mi trabajo. Verlo todo desde nuevos prismas. Por ejemplo: usar un color y, partir de él, ver adónde puedo llegar. Se podría decir que estoy jugando con mi obra.

-Y de esa experimentación, de ese juego, ¿con qué se está quedando?

-Donde más me estoy centrado es en la parte del dibujo, en mi obra gráfica. El proceso es similar a cuando eres un niño, y coges una cera, y te pones a dibujar. Un dibujo que a veces empieza con una simple mancha. Pero esa mancha de repente te lleva a una forma, a un árbol, pongamos, y de ese árbol construyes una idea. Algo que recuerdes. Algo que esté en tu memoria. A través de esta fórmula estoy viendo que pinto mucho lo que recuerdo. De ese proceso en principio arbitrario –una mancha, un trazo casual-, y sin pretender algo concreto, surge una forma que asocio a un recuerdo. Este, por otra parte, no tiene una intención narrativa. No quiero tener una intención cerrada. Estamos hablando de otra cosa. En definitiva, ahora mismo me interesa probar, no saber nunca qué va a suceder cuando empiezo a pintar.

-Hablando de recuerdos: como espectador, sus nuevas propuestas me recuerdan al expresionismo.

-¿Sí? Quizá porque mi trabajo es un trabajo alegre. Quizá por eso se relaciona con aquella vanguardia. Por el uso que hago del color, vivo. Como te decía: me encanta el hecho de coger un color, un azul, por ejemplo, y a partir de ahí ver qué sucede. Cómo combinarlo con un, no sé, naranja. Y continuar pintando hasta ver dónde llega la cosa. Es alucinante comprobar cómo todo va fluyendo. Cómo va saliendo la obra.

-Ya que estamos con colores, una obra suya en la que predominó el color fue el cartel que hizo para la romería de Valme. ¿Aquello fue un punto de partida para esta nueva etapa?

-Seguro que ha influido. Lo que uno hace siempre influye. Todo va mutando. La obra de un artista no es una planta que crezca al lado de otra. Yo lo veo más bien como un todo orgánico. La planta puede cambiar de altura, de forma y hasta de aspecto, pero siempre será la misma. En cualquier caso, el cartel de Valme ha influido en este camino, por supuesto, al igual que otros trabajos que he hecho.

-¿Cuál fue el propósito de aquel cartel? Cuando se presentó suscitó controversia.

-A ver: en mi caso conozco la romería de Valme desde que iba en un carrito. Nací en Dos Hermanas. Soy de allí. En Valme, más allá de su celebración, del carácter de la fiesta, incluso de su historia, lo que me interesa es su espiritualidad. Ese aspecto. Recuerdo que estaba estudiando en Roma, el único año en el que no he ido a la romería, y sentía conmigo esa fuerza espiritual de la imagen, de la Virgen de Valme. Estando tan lejos de la romería. El cartel que hice buscaba ese discurso espiritual, más allá de lo que significa una romería, el pasárselo bien, el estar con los amigos. En mi cartel quise reflejar aquello que es trascendental de la romería. Algo que va más allá de lo material, y que nunca muere. Es esta una idea que me vino de una forma clarísima. Muy obvia. De hecho, me extrañaba que no se hubiese abordado esta idea previamente.

-¿Entendió el debate –o la polémica- que se generó?

-Nunca me imaginé que un cartel levantara tanta disputa. Al final no deja de ser un cuadro. Me sorprendió.

-De la etapa que acaba de dejar atrás –siendo usted tan joven-, ¿cómo definiría esos inicios? ¿Cómo definiría esa obra suya, vista hoy desde cierta distancia?

-Es una obra más feliz, más juguetona. Podría decir incluso que una parte miraba más al pasado. Ahora tengo una obra más soñadora. Mira más al presente desde una óptica soñadora.

-Usted toca el piano y ha estudiado en el conservatorio. ¿Esa inquietud por la música ha influido en su pintura?

-Creo que sí. Todo lo que suponga contacto con el arte, ya sea este pictórico, musical, literario, te educa la sensibilidad artística. Leer o escuchar música, o pintar, te ayuda a mirar con otros ojos las otras disciplinas que cultives o te interesen. Todo te complementa. Por lo general, al menos en las personas que yo conozco, independientemente de que hayan estudiado música, esta les influye. Lo percibo muy claro en mis amigos pintores.

-Proyectos a largo plazo. Cuénteme.

-Ahora mismo estoy centrándome en mis dibujos. En esa faceta gráfica que comentábamos al principio de la entrevista. Lo que ahora me interesa es jugar con los procedimientos, con los materiales. Estoy haciendo un poquito un trabajo “Frankestein”. No quiero, de momento, cerrarme a un proyecto. Siento que cuando te cierras a un proyecto puedes arriesgarte a perder otras cosas por el camino.

-Para concluir: ¿un propósito o un objetivo que le apetezca hacer?

-Me apetece, y es mi propósito, sacar la obra del contexto del estudio. Ver esta en un espacio más formal y concreto. 

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