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Ozgur Unay Unay | Empresario y consejero del Betis
Nacido en Ankara en 1966, lleva 28 años viviendo en Sevilla, más tiempo del que pasó en Turquía, como él recalca, porque además parte de su vida previa a su residencia en Andalucía la pasó en Reino Unido y EEUU, donde le llevó la trayectoria laboral de su padre, geólogo de profesión. Ozgur Unay Unay es andaluz por amor, porque fue su noviazgo y matrimonio con una onubense lo que le trajo a Sevilla. Ingeniero de Caminos por la Universidad de Santander, tras homologar sus estudios de ingeniería civil. Es propieratario junto a un socio de la empresa UG21.
-¿Le hacen mucho la pregunta de qué hace un turco en Sevilla tras casi 30 años viviendo aquí?
-Efectivamente, esa pregunta me la hacen mucho, sobre todo gente que acaba de conocerme. Y luego se sorprenden de que sea un sevillano más.
-Porque usted está muy integrado, no sólo en la empresa que fundó sino también imbricado en la sociedad civil, donde forma parte del consejo del Real Betis Balompié.
-Es verdad que a mí me gusta mucho el fútbol. Cuando llegué en el año 1991 precisamente el Betis bajó a Segunda, y yo me hice bético. Me hice socio y durante muchos años fui uno más. En los últimos años, primero fui presidente de la Fundación Heliópolis y desde hace año y medio formo parte del consejo de administración, que integramos un grupo de empresarios de una generación relativamente nueva y que creo que tenemos un proyecto de futuro para el Betis.
-¿Cuando llegó en 1991, aunque ya conocía España, fue difícil adaptarse?
-Sinceramente había estado una sola vez en España, el año anterior. Es un país que de entrada me gustó mucho y realmente no hubo ningún tipo de choque cultural por mi origen de Turquía. La mayor parte de mi país siempre ha mirado a Europa y la manera de vivir no es tan diferente.
-Hay una cultura mediterránea común, ¿no?
-Efectivamente. La única gran diferencia que aprecio es que la religión mayoritaria en Turquía es la musulmana y en España es la católica.
-¿Y en el mundo de los negocios, fue fácil también esa adaptación?
-Yo empecé como ingeniero de caminos y trabajé por cuenta ajena en una empresa de consulting. Realmente fue donde aprendí la ingeniería, porque por mucha preparación que uno tenga en la universidad, se aprende trabajando. A partir de ahí, cuando fundamos esta empresa es cuando empecé a ser empresario y compatibilizarlo con mi faceta de ingeniero.
-Esa respuesta de que se aprende trabajando es recurrente, independientemente de dónde se haya estudiado, que en su caso no fue en España. ¿Es un problema?
-Estoy totalmente de acuerdo. Se aprende cuando se empieza a trabajar. La universidad sirve de preparación, pero debería dar una formación más amplia y más enfocada a la vida real.
-En la Gran Recesión, muchas empresas, también UG21, miraron hacia fuera para superar la crisis o incluso sobrevivir. ¿Ese cambio se va a mantener?
-Estoy convencido que sí. En la crisis esa internacionalización se hizo por necesidad, pero también porque España estaba muy avanzada en infraestructura y, por tanto, contábamos con mucha preparación en ingeniería. Eso nos sirvió para salir con éxito al extranjero, porque la ingeniría española está muy bien vista en América latina y también en Europa.
-Paradójicamente, aunque se aprenda trabajando a los ingenieros españoles se los rifan fuera. ¿Esa pérdida de capital humano es por falta de capacidad empresarial o por exceso de titulados?
-Si no aumentamos la inversión en obra pública corremos el riesgo de perderlo permanentemente. Ha habido una generación, cinco o seis cursos de ingenieros, que salió de la escuela y no encontró trabajo.
-Y muchos se han ido, ¿no?
-Efectivamente, tuvieron que irse a trabajar al extranjero, aunque una parte importante ha vuelto. Lo que sí creo es que la empresa española salió fuera para quedarse.
-Pero no se ven venir grandes inversiones en España de obra pública.
-Desde luego no vamos a llegar a los niveles de años como 2004, 2005 o 2006, pero sí deberíamos aumentar la inversión. Ahora se está haciendo en puertos y aeropuertos. Aun así, los corredores ferroviarios se tienen que poner en marcha. Y hay que seguir invirtiendo en carreteras, que es lo que articula un país.
-¿La ventaja que le da llevar media vida en Andalucía pero mantener su visión originaria le permite decir si tenemos un problema de autoestima, de división ideológica mal entendida u otro?
-En los países donde trabajamos en América el español, y el ingeniero más, está muy bien visto y no deberíamos tener ese problema, pero quizás en el resto de Europa sí. La falta de conocimiento de idiomas influye seguramente, porque por preparación no es.
-Esa falta de autoestima no la llevamos al fútbol, ¿no? ¿Cómo va a quedar el Betis esta temporada?
-[Risas] Nosotros pretendemos ir paso a paso para mejorar año a año las temporadas anteriores. La última fue muy buena. La idea es que la inversión hecha en la plantilla permita que en la presente podamos mejorar esos puestos.
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