ROCÍO Y LOLA | CANTANTES Y COMPOSITORAS
“Somos muy diferentes, pero en la música nos unimos”
Ángela Becerra | Escritora
Ángela Becerra (Cali, 1957) ha ganado el premio Fernando Lara 2019 con su obra Algún día, hoy (Planeta). La escritora colombiana, uno de los principales exponentes de llamado idealismo mágico, argumenta que su nueva novela “es muy potente”. “Hay episodios muy duros, pero si eres capaz de rodearlos de belleza y de magia, los puede llegar a entender más y los puedes transitar de otra manera. Hay algo para mí muy importante: que no se pierda la capacidad de asombro en el ser humano”, concluye.
-Ha recibido el premio Fernando Lara 2019. ¿Se acostumbra a los halagos?
-Noooo. Espero que no. El compromiso conmigo como escritora es escribir cosas que sean creíbles, que estén bien escritas, de las que yo me sienta orgullosa y aquellos libros que a mí me gustaría encontrarme en una librería para leer.
-¿Algún día, hoy es una reivindicación de la emancipación de la mujer?
-Es un canto épico a la liberación de las mujeres, por encima de todo. Es una exaltación a la amistad más pura. Y, por otro lado, es una historia de amor inmensa. Son tres columnas que aguantan una historia de mucha fuerza.
-¿Cómo nace esta novela?
-Ella me busca a mí. Si las historias te consideran digno, acaban fecundándote. Yo tenía ya otra historia y la aparqué en el momento en el que en televisión veo el rostro de Betsabé Espinal -la protagonista-. Ahí me doy cuenta de que ha habido una injusticia muy grande con ella y que ha quedado sumergida en el olvido.
-¿La resucita?
-Le regalo otra vez la vida. Como novelista, una tiene ese poder de recuperar y dar voz a alguien que enmudeció por culpa de una injusticia.
-Su relato parte de la primera huelga de mujeres en América Latina en los años 20 del siglo pasado.
-En aquella época fue un acto de valentía e inusual. Esta niña lideró a 400 obreras. El título de Algún día, hoy tiene mucho que ver con el momento en que ella decide pararse sobre un taburete y arengar a esas 400 obreras y envalentonarlas para que se detenga la fábrica hasta que no se las escuche y acepten ese pliego de peticiones.
-¿Betsabé Espinal estaría hoy al frente de las manifestaciones feministas?
-Betsabé sigue siendo muy actual. Podría haber sido la que dio el discurso en la ONU en vez de Emma Watson. Es una mujer sin tiempo. Su fuerza no tiene edad.
-¿Vivimos ahora en una sociedad conformista?
-No, no es una sociedad conformista. Se sigue luchando por los derechos. Pero sí pienso que durante mucho tiempo hubo un aletargamiento, un adormecimiento y se aceptaron los roles hasta que alguien, una Betsabé actual, decidió dar el grito y tuvo el eco mediático suficiente que gracias a la tecnología llegó a muchos sitios. Quizás es lo que diferencia a Betsabé de estos tiempos.
-¿La tecnología?
-Sí, en ese sentido, sí. Mira que yo soy muy contraria a la tecnología, pero si ha servido para algo es para expandir este mensaje, que llegue a más personas.
-Lleva más de 30 años es España. ¿Es un país machista?
-Sí. España es un país machista en vías de cambio.
-¿Hemos evolucionado?
-Si ves la cantidad de casos de violencia de género que todavía salen en los medios... Ahora se está haciendo visible. No quiere decir que antes no se dieran. Se está haciendo visible y se está luchando para combatirlo.
-Menos mal.
-Hay un problema de base. Se ha ido pasando de generación en generación una educación equivocada tanto en hombres como en mujeres. Y en eso las mujeres también tienen la culpa. Las madres tienen la culpa en perpetuar ese modelo equivocado.
-¿En su trabajo se ha encontrado con alguna situación denigrante?
-Bueno... Sufrí acoso sexual cuando trabajaba en publicidad. Esos patrones que se dan por hechos, que el hombre puede decir piropos obscenos sin que pase nada o que te pueden tocar el culo y no pasa nada... Sí, eso lo he sufrido.
-Muy duro. ¿Cómo se solucionan estas situaciones?
-Hasta que no haya un cambio educacional y social, que se aporte desde la casa y desde el colegio, la situación no va a parar.
-¿Por qué?
-Al hombre también se le ha vendido la fuerza como sinónimo de poderío. El hombre ha cogido el papel de padre protector y la mujer el de hija sumisa y dócil. Y este cambio no se da de un día para otro, es un proceso, pero estamos en ello. En la medida en que se implique más la educación, el Gobierno... Hubo una época también en la que el clero influyó muchísimo en la educación. Ya menos, pero se fomentaba esto, estas diferencias entre el hombre y la mujer.
-Abundando en su rechazo a la tecnología, su novela tiene más de 800 páginas, todo un desafío en esta sociedad que devora el tiempo.
-Uno de mis retos era que el primer capítulo del libro fuese capaz de emocionar tanto que el lector no pudiera soltarlo. Desde la entrada, el libro tiene un tono épico y muy fuerte y te obliga a seguir de una manera dulce. Es una violencia dulce. Soy un poco contraria a la tecnología, porque nos está perdiendo la capacidad de emocionarnos. La inmediatez está matando la espera.
-En estas tres décadas que lleva en Barcelona, ¿ha notado una regresión de la sociedad catalana?
-Se ha cerrado bastante por el tema del independentismo. Barcelona es una ciudad que ha sido referente cultural en España y que con todo este tema sin resolver ha perdido músculo.
-Una pena todo...
-Pero somos más los que estamos en contra de ese independentismo, pero ellos han hecho más ruido.
-Van a lo provinciano...
-No tiene ningún sentido, es estúpido.
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