“La ambición literaria debe estar siempre ahí”
Rosa Ribas | Escritora
La autora catalana tiene nueva novela, 'Lejos', donde abandona el género negro para construir una historia sobre abandono y regeneración en una urbanización abandonada tras la explosición de la burbuja inmobiliaria
–Después de varias novelas policiacas, ¿cómo surge Lejos?
–Necesitaba cambiar un poco de registro, aunque es una novela que me rondaba desde 2013. La idea surge en un viaje. Al pasar por una urbanización abandonada en Toledo, que se llama Nueva Seseña, me impresionó muchísimo ese escenario. En ese momento además, en que estaba a medio construir, porque el promotor había huido y era una sensación como de ciudad fantasma, no sabías si era como un pueblo de los pioneros de los western o el que se va vaciando poco a poco. Ahí quedó la idea y le fui dando tiempo durante años. Cuando lo comenté con mis editores en Tusquets me dijeron que era bueno consolidar la serie de los Detectives Hernández, para que los lectores la percibieran de este modo, que tenía una continuidad, y este descanso le sentó bien al manuscrito.
–Me ha llamado la atención que en la novela todo el mundo tiene nombre menos los dos protagonistas. ¿Esto es por algo en particular?
–No ponerles nombres era porque la historia de amor es posible si ellos abandonan lo que eran. Tienen unos pasados muy marcados, ella por el abandono que ha sufrido, por estar ahí anclada con ese piso que está pagando pero que ya no vale lo que dice la hipoteca; el protagonista masculino es un fugitivo, y en su historia de amor no quieren saber nada de lo que han sido antes, es como si empezaran de cero, como si fueran personas nuevas. Me gustó la idea de dejarles sin nombre. Porque sólo pueden funcionar como primigenios. Sólo de esa manera es posible que dos mundos tan diferentes se puedan encontrar.
–El personaje de Matías, al que yo, no sé por qué, imagino casi como al abate Faria de ‘El Conde de Montecristo’, me parece maravilloso.
–Matías es el personaje más entrañable de la novela, porque además es como el benefactor discreto que está ahí, el que despierta la capacidad de afecto de él, que llega hasta esa ciudad fantasma a desprenderse de todo, a desvincularse de todo, y no puede no querer a Matías, porque en su valor y en su sensibilidad es muy querible. Matías es el que prepara el camino para que esta historia se produzca. Es una persona que lucha por gobernar su propia vida. Es un personaje que, a posteriori, me doy cuenta que escribí con muchísimo cariño, porque representa todo esto. Me pareció también una forma de mostrar que podemos ser dignos hasta el final.
–¿Teme que se pinche la burbuja de la novela negra en España como ocurrió con la urbanística?
–Claro, es que la burbuja siempre significa que hay una sobreproducción, y en el caso de la novela negra hay una sobrepublicación, y me temo que a veces, por la cantidad enorme de libros que se publican, algunos ni son negro y otros no tienen calidad. El problema es que no dejan que se vean autores más valiosos.
–Lo importante quizá es escribir una buena novela, más allá del género.
–Es que lo bueno de la novela es que es un género abierto, que tú le das la forma, eliges como la quieres contar, no es como escribir un soneto. A la novela la matan constantemente y no se muere nunca porque lo acepta todo. Y en el género negro tampoco hay una ortodoxia. También somos muchos los que queremos hacer literatura, que atendemos a la función poética del lenguaje, buscamos una forma de expresión propia. Por eso entramos y salimos del género. Es parte de tu ambición literaria, que es algo que debe estar siempre así.
–Ha vivido 30 años en Alemania. ¿Ha notado mucho cambio a su regreso a Barcelona?
–He estado volviendo a menudo, porque tengo familia aquí, muchos amigos, aunque sí que ha sido hermoso descubrir que si algo he hecho bien ha sido atender y cuidar las amistades. Me siento en casa, pero claro, es una ciudad diferente a la que dejé, una sociedad diferente. Me marché porque me interesaba mucho la cultura alemana, el idioma, y luego conocí a mi marido y me quedé, y ahora me lo he traído para acá. Ahora soy una medio alemana, medio catalana, y me tengo que adaptar.
–¿Puede trabajar en varios proyectos a la vez?
–No, puedo ir haciendo otras cosas, algo breve que no tenga nada que ver con el proyecto principal, pero la novela me ocupa la cabeza al completo. Dos novelas acabarían sonando igual, además.
–¿Es muy disciplinada a la hora de escribir?
–Normalmente sí, me ha costado un poco al volver a España, porque yo tenía mis hábitos de trabajo en Alemania, yo escribía en cafés. Me levantaba temprano, me iba a cafés cercanos a casa y arrancaba el día escribiendo. Además como escribo a mano me es muy fácil moverme. Pero aquí no existen los cafés, hay bares, no he encontrado ninguno, y he optado por escribir en casa. Yo trabajo sobre todo por las mañanas.
–¿Y en casa sigue escribiendo a mano?
–Sí, a mí delante de la pantalla no se me ocurren cosas. Por la tarde paso a limpio todo lo que escribí, ahí sí que se pule, o hay cosas que ni pasas porque no valen. Pero tiene que ser a lápiz y en papel. Luego lo imprimo y lo repaso con el papel. Escribo solo por una cara porque la de atrás casi la reescribo otra vez. Parece que tengo un cerebro supletorio en la mano izquierda que dice no, no, esta escena se va por acá. Es así.
Una escritora y muchos géneros
Rosa Ribas (El Prat del Llobregat, Barcelona, 1963) es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona. Es autora de las novelas El pintor de Flandes, La detective miope, Miss Fifty, Pensión Leonardo, La luna en las minas, de la serie policiaca protagonizada por Cornelia Weber-Tejedor, y de la Trilogía de los años oscuros (Siruela) junto con Sabine Hofmann. Tras Un asunto demasiado familiar (2019) y Los buenos hijos (2021), la serie protagonizada por Hernández Detectives, acaba de publicar Lejos.
No hay comentarios