Alfredo Casares: "En internet el tiempo se convierte en dinero"
Las redes sociales han cambiado los hábitos informativos. La lectura del periódico –un producto complejo y acabado– ha sido sustituido por la ingesta de pequeñas dosis sin jerarquía ni contexto. Alfredo Casares (Pamplona, 1968) cree que el reto consiste en “trasladar la visión de la complejidad del mundo en los nuevos soportes”. Este periodista y consultor dirige el Instituto de Periodismo Constructivo, que propone unos contenidos que combinan la investigación y la explicación de los problemas, “haciendo a la gente mejor y más informada”.
–¿Cómo ha alterado internet al mundo?
–Profundamente, en especial en nuestra relación con la información. Hay rasgos que definen este tiempo: el abrumador exceso de información, la aceleración incesante del relato informativo y la distracción a la que nos empujan los dispositivos como el móvil. Hoy, además, cualquiera puede difundir contenidos desde una red social o una web.
–Han proliferado los medios de comunicación. ¿Cómo han cambiado el modo de ver el mundo?
–En España hay tres mil medios digitales activos, según los estudios más recientes. Existe una oferta enorme de contenidos informativos, de entretenimiento o sobre temas muy especializados. Esto abre la puerta a nuevos contenidos de calidad, pero también a iniciativas que buscan el morbo y difunden mentiras y discursos de odio.
–Siempre hubo cadenas de onda media y gacetillas volanderas que planteaban ideas distintas a las predominantes. ¿Por qué aquellos discursos residuales han ganado público?
–Obtienen una repercusión extraordinaria gracias a las redes sociales, donde son los algoritmos los que deciden qué información recibo en el móvil. Los algoritmos premian el discurso polarizador frente a la opinión sosegada.
–¿Hay una cierta desconfianza hacia los medios?
–Mucha gente no sabe ya de quién fiarse. Pagan justos por pecadores, todos los medios acaban metidos en el mismo saco, lo que genera una cierta desconfianza. Hoy más que nunca las marcas periodísticas tradicionales son la garantía de una información rigurosa.
–En este río revuelto, ¿quiénes son los pescadores y cuáles las ganancias?
–Quienes buscan captar nuestra atención en internet obtienen nuestro tiempo, el bien más preciado. Para ellos, los contenidos, la ética, el rigor, la verdad, son lo de menos. Lo importante es llamar la atención a costa de todo, que naveguemos por sus páginas, que veamos sus vídeos. En internet nuestro tiempo y nuestros datos se convierten en dinero.
–¿Por qué producen malestar estos nuevos modos de informarse?
–La salud mental se resiente por la ansiedad de verse obligado a estar pendiente de lo último que sucede, del vídeo viral o del meme de moda. Al margen de esto, me preocupa que un 37% de la población se desconecta de los medios de comunicación porque la negatividad de las noticias afecta a su estado de ánimo. No se trata de dejar de contar las malas noticias, sino de cambiar la forma de contarlas. Necesitamos que el relato informativo también sea esperanzador.
–Como estudioso de la materia, ¿qué recomendaría? ¿Qué hace usted para informarse?
–Estoy suscrito a medios generalistas tradicionales y acudo también a medios especializados para profundizar en los temas que me interesan. Tengo desactivadas las notificaciones y las alertas para controlar cuándo recibo la información. ¿Mi recomendación? Consultar las noticias dos o tres veces al día, no estar pendiente de las notificaciones y buscar la información que te interesa de verdad en lugar de dejar que las redes sociales te invadan constantemente.
–El modo tradicional de hacer política está en un proceso de crisis. ¿Es una respuesta al desamparo de una parte de la ciudadanía o el desamparo es una respuesta a estos cambios?
–El desamparo es más una consecuencia que una respuesta. La respuesta consciente debe venir del compromiso colectivo de la sociedad civil, los medios, los partidos políticos y las instituciones. En una sociedad democrática es esencial la participación ciudadana desde una posición informada y con espíritu crítico. Los medios tienen un papel clave al articular esa conversación social con libertad e independencia.
–Las instituciones y los acuerdos relevantes desde la Segunda Guerra Mundial están más y más en cuestión. ¿Es el final de una era?
–La desconfianza y la desafección ciudadana son un fenómeno global. En todo el mundo hay iniciativas en marcha para reflexionar sobre los desafíos: la desinformación, la polarización, la emergencia climática, las migraciones o el desarrollo ético de la tecnología y la ciencia, entre otros. Los medios de comunicación debemos acompañar a la sociedad en esa conversación pública sobre el futuro que queremos construir.
–Dirige el Instituto de Periodismo Constructivo. ¿El periodismo actual no lo es?
–Claro que lo es. Hoy se hace un periodismo extraordinario, en especial en el ámbito local. Como en todos los sectores, hay quienes persiguen intereses más allá de la información, pero tenemos medios tradicionales que son marcas informativas de confianza. En el instituto ayudamos a los medios a recuperar aún más esa parte más orientada a las soluciones, a desempeñarla con mayor frecuencia, de forma más consciente y a compartirla con la ciudadanía. El objetivo es lograr mayor vinculación e ingresos.
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