“Sigo creyendo en el valor de las palabras”
Alejandro López Menacho | Periodista y escritor
Jerez/Nacido en Jerez en 1982, es licenciado en Pedagogía y Periodismo. Entró en política a raíz del 15-M. Un, entonces, diseñador gráfico y periodista deportivo “muy activista” que recibió una llamada de Ganemos “que no pude rechazar”.
Hoy está “en otra onda” y es periodista freelance, alejado ya del periodismo político. Apasionado del cine, ha publicado ‘101 películas españolas para entender el presente’ (Héroes de Papel), y es autor del podcast ‘¡Qué grande es el cómic!’.
Tiene a la vista un libro que reivindica la figura del músico jerezano Rafa Caballero. Es padre de dos niños.
–Acaba de publicar ‘Ajuste de cuentas’ (Loto Azul), basada en hechos reales.
–La obra surgió porque yo era el jefe de prensa de Ganemos-Jerez y en 2016 hubo un plan de ajuste económico en el Ayuntamiento en el que el voto del partido fue decisivo para aprobarlo o no. Los días previos hubo mucha tensión porque el plan afectaba al sueldo de muchos funcionarios. Esos días frenéticos me parecieron como de película y precisamente había visto entonces ‘La Cordillera’, del director argentino Santiago Mitre, que giraba en torno a una decisión política clave. Me gustó la estructura y aquí he hecho algo parecido que es contar las últimas 24 horas de un ayuntamiento ficticio (Juárez) en el que se tiene que decidir si aprobar ese plan de ajuste o no. Quiero pensar que lo relato tipo thriller o suspense.
–Fruto de su experiencia también.
–Sí, pero yo lo he aderezado con mucha ficción. He enriquecido los personajes con cosas que me iban surgiendo y que me parecían divertidas para la trama. La gente que está metida en política, el feedback que me han dado es que el libro engancha. Y los que no están, también les termina enganchando. He tardado como cinco años en escribirlo, aunque sea corto. Está hecho con calma. Creo que es un libro que sólo lo podía escribir alguien como yo, gente inmersa en política y que conozca bien los partidos. No he encontrado nada parecido. De hecho, es un poco autobiográfico, todos los personajes son ficticios menos yo, que me he retratado como un jefe de prensa odioso, algo que me parece muy divertido y muy sano. Autoparodia.
–¿El libro tiene moraleja?
–Claro que la tiene. La resume muy bien el prólogo de Raúl Solís: necesitamos una vida institucional que sea transparente, participativa y a la que podamos hacerle un seguimiento. Si no existe esa vida institucional al final se cae en el clientelismo, en la corrupción, en los tratos de favor y en todo lo que no nos gusta que pase en un ayuntamiento. En Jerez ha pasado, y en otros muchos.
–¿Retrata cualquier ayuntamiento de España?
–Sí, sí. Hay muchos ayuntamientos que se han declarado en quiebra y que han tenido que asumir la actuación del Gobierno central para cuadrar las cuentas. Me gustaría pensar que lo pueden leer en todo el espacio político, desde la izquierda hasta la derecha, y que pueden sacar su moraleja.
–La política genera rechazo en la sociedad. ¿A usted qué le atrajo de ella?
–Yo soy súper idealista. Sigo creyendo en los principios que teníamos en el 15-M pese a que ha cambiado todo muchísimo. Sigo creyendo en el valor de las palabras, en una democracia radical en la que todos podamos participar en nuestros ayuntamientos y hacer un seguimiento de que el dinero público esté bien repartido en base a los principios de igualdad y de mejorar la ciudad para todos. Lo que no puede suceder es que ayuntamientos tengan una deuda muy grande pero que no se vea en las calles, ni el día a día de la ciudad. A mí me gusta mucho la política, sigo creyendo en ella y en que podemos cambiar la vida de la gente. He visto un par de veces ‘El ala oeste de la Casa Blanca’, que es hiperrealista, y quiero pensar que esa política se puede conseguir.
–¿Pero piensa que se puede conseguir porque hay verdaderos políticos, valiosos?
–Sí, sí, sí. Hay buenas personas en política y además creo que es transversal. Creo que hay buenas personas en todos los partidos políticos. Y además no quiero caer en el discurso de “todos los políticos son iguales y todos son unos corruptos”. Para nada. Porque de ese discurso a tener uno ya reaccionario hay un paso. Y eso pasa mucho en periodos de descontento político que sube la extrema derecha clarísimamente porque sabe conectar con las emociones y capitalizar el descontento. Hay que explicar muy bien qué se hace desde los ayuntamientos y cómo podemos fiscalizar lo que hacen nuestros representantes, que son nuestros vecinos.
–¿En qué momento político nacional y local estamos?
–En el plano local, está habiendo un cambio político claro con la recomposición del bipartidismo, así como menos espacio para las formaciones de izquierda que le está costando más con el sentimiento de la gente. Y esto tiene un punto de partida que es el conflicto catalán, con un reflejo nacional y local. Aún así, se ven menos casos de corrupción. Hay un hartazgo generalizado de la política. Y a nivel nacional, nos hemos librado por los pelos de un gobierno con la extrema derecha dentro, que era nefasto para los intereses de la población. El actual gobierno es un reflejo de la plurinacionalidad que hay en España, con un sentimiento nacionalista, de izquierdas y moderado, porque ha sido votado por muchos partidos. Nos guste más o menos, pero es legítimo.
–¿Qué opina del alto índice de abstención que suele haber en las elecciones?
–Es preocupante. Prefiero un país que se involucre más en política porque refleja más la democracia, aunque los mecanismos internos ya darían para otro libro.
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