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“Hemos pasado de una turismofobia absurda a una cierta turismofilia”

Alberto Bosque Coello | Gestor de destino y coordinador del Museo del Turismo

Alberto Bosque, coordinador del Museo del Turismo. / M. G.
María José Guzmán

07 de agosto 2021 - 06:00

Alberto Bosque (Valladolid, 1969) está considerado como uno de los españoles más influentes del sector turístico y así aparece en algunos rankings. Se inició en este mundo casi por casualidad en Roma y trabajó en el sector de las agencias de viaje y en la gestión comercial de una cadena hotelera. Gestor de destino Castilla y León desde 2001, actualmente es coordinador del Museo del Turismo, una iniciativa que no para de crecer y que ya está presente en una decena de países con 66 salas.

–El turismo es la principal industria del país y ha tenido que llegar una pandemia para darle su valor.

–Claramente. Hemos pasado de una cierta turismofobia absurda a una cierta turismofilia. Hemos visto que todos somos turistas y que el turismo no es sólo un sector económico y que mejora nuestra sociedad en tantas formas.

–Divulgar la historia de este sector ayuda. ¿Es uno de los objetivos del Museo del Turismo?

–Poner en valor el sector recordando su historia es nuestro objetivo. Conocer esa historia es un modo de amarlo. Y así, recordar también a aquellas personas y empresas que han puesto las bases de lo que disfrutamos a día de hoy.

–A veces parece que el turismo es algo relativamente nuevo, pero hay pioneros como Vega-Inclán que hace mucho que trabajaban en esta clave.

–Así es. El “presentismo” y el gusto por lo inmediato nos hace pensar que todo es de hoy, pero hay personas que han puesto las bases del sector. Vega-Inclán, Pedro Zaragoza, Thomas Cook, Bertarelli, Baedeker… Y descubrir su labor es justo, necesario y muy divertido.

–¿Cómo ha evolucionado el turismo en la historia?

–Adaptándose a los gustos, circunstancias y necesidades de las personas, considerando también que hay mushos tipos de turistas. Ha existido siempre, pero no se ha viajado siempre por los mismos motivos. La fe, la curiosidad y el espíritu de aventura nos ha llevado a viajar por todo el mundo encontrando incluso en el mero desplazamiento una experiencia interesante.

–Centrándonos en la iniciativa del museo. ¿Cuándo y cómo surge?

–Surge por que cuatro compañeros del sector nos dimos cuenta hace cuatro años de dos cosas. Por un lado, vimos que íbamos recibiendo donaciones de objetos que iban a pasar de una estantería a otra estantería nuestra para un disfrute individual. Pensamos que era más justo que ese material donado pudiera disfrutarlo cualquiera. Y por otro lado, vimos que no había un museo que recordara la historia del turismo en modo global.

–¿Hay algún precedente?

–Hay museos interesantes dedicados a algún aspecto del turismo como el de Calella o el de Balestrand en Noruega, pero limitados a un destino o a un tema. Nuestra iniciativa quería ser global y llegar a todo el mundo. Por ello buscamos una idea integradora y participativa, que posibilitara que cualquier interesado pudiera unirse al museo organizando su propia sala. Para abrir esa sala se necesita habilitar un espacio expositivo en cualquier lugar relacionado con el turismo, buscando un tema y dando un contenido a ese espacio. El nuestro es un “museo de museos” y no tiene una única sede y está en todos los lugares en los que hay una de esas “salas”.

–¿Cuántos colaboradores hay actualmente?

–Hoy colaboran unas 200 personas de 20 países aproximadamente. Pero la colaboración no requiere gran esfuerzo porque parte de la pasión y el gusto. Y algunos colaboran mucho y otros menos. No hay ninguna obligación ni presión y cada uno colabora como quiere y en aquello en lo que se encuentra más capacitado. Se puede colaborar organizando una “sala” gestionando una red social, aportando material, escribiendo para el blog, etc.

–¿Podemos decir que es el museo más grande del mundo?

–Nos gusta decir que somos el museo más extendido porque, desde luego, ningún museo está presente en tantos países y tenemos nuestra versión física y nuestra parte virtual. Cuando encontramos alguien interesado en colaborar en algún país, el efecto es multiplicador. Nos sucedió en Italia, en Portugal, en Argentina y posteriormente Brasil. El tener una persona de algún país entusiasmada con la iniciativa y redes sociales en varios idiomas nos abre muchas puertas. Y también el que la iniciativa no sea personal, sino participativa y global, y que todos puedan encontrar en el museo su protagonismo.

–¿Tiene techo esta iniciativa? ¿Cuál es su reto?

–El no estar limitado a un espacio único y ese carácter participativo hacen que no tenga ningún límite. Hemos diseñado un concepto revolucionario de museo descentralizado, que creemos único en el mundo, por su concepto global y su parte on line y off line y con prespuesto cero. Hemos conseguido que el museo esté en lugares como castillos, hoteles, cafés históricos, centros culturales, oficinas de turismo, agencias de viaje… en 10 países. Tener una “sala” en el Castillo del Buen Amor, el Hotel Alhambra Palace, el Museo Gaudí Casa Botines, el Gabinete Português de Leitura de Pernambuco, el Café Santa Cruz de Coimbra, el Castello d’Albertis… es un motivo de orgullo y satisfacción. Pero también nos honra estar en lugares menos conocidos, que cuentan del mismo modo la historia de algún aspecto del sector. Y pronto abrirán más porque cada vez que llega un colaborador trae nuevos bríos y contactos. El reto es seguir encontrando apasionados de la historia del sector y divulgarla cada día más, con las salas, con la web www.elmuseodelturismo.org y con nuestras diferentes redes sociales, ya en 14 idiomas.

–¿Ha favorecido la pandemia su expansión?

–No especialmente. Aunque en su día, en el confinamiento, muchos tuvieron más tiempo y en las redes vimos mucho interés. Y sí sabemos de algunas personas a las que encontrarnos les generó ilusión.

–¿Cuánta cultura han rescatado ya de la basura o de los cajones del olvido de muchos viajeros?

–Efectivamente, cuando recibimos donaciones escuchamos cosas como “Era de mi padre y yo lo iba a tirar”, “Mi mujer lo quería tirar porque decía que era viejo” o “Lo tenía en una caja que iba a reciclar”. Nos gusta pensar que hemos recuperado de la basura, o al menos del olvido y el ostracismo, algunas cosas que son importantes para nosotros y seguramente para quién las escribió o las guardó en su día. El valor de cada cosa es siempre subjetivo. Pero tenemos claro que Guías de viaje antiguas como Michelin, Baedeker, Touring Club Italiano… o postales, fotos, souvenirs, adhesivos, banderines, folletos promocionales o revistas del sector hoy están en muestra gracias a la labor de recuperación que estamos haciendo en todo el mundo.

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