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"Antes del accidente pensaba que si acababa en una silla me suicidaría"

cisco garcía, Tenista de silla

Cisco García se dispone a golpear una pelota.
Texto: Cristina Díaz / Foto: Jordi Vidal

17 de abril 2018 - 02:33

-¿Cómo fue reaprender a jugar al tenis? De jugar a pie a en silla de ruedas.

-Al principio fue muy duro. Disfrutaba porque sólo unos meses después del accidente ya pude hacer de nuevo deporte, pero no sabía moverme en silla de ruedas. Si la pelota se desviaba sólo dos metros me frustraba porque sólo tres meses antes llegabas corriendo y ahora no.

Mi objetivo es ir a los Juegos Paralímpicos de Tokio pero es muy difícil, sólo van los 40 mejores del mundo"

-¿Por qué se decantó por el tenis de silla?

-Yo ya jugaba al tenis antes y en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo empecé a entrenar en esta modalidad mientras me recuperaba. Veía muchos vídeos y me motivó descubrir lo bien organizado que estaba el circuito. Empecé entrenando tres veces a la semana y ahora lo hago cinco veces a la semana tres horas diarias. Este año participaré en 18 torneos. La próxima cita es el 26 de abril en Lituania.

-¿Cómo ha sido su progresión?

-Muy buena. El año pasado empecé por debajo del puesto 600 en el ranking internacional y lo terminé el 76º del mundo y el 6º de España, lo que me permitió jugar el máster de España, donde sólo juegan los ocho mejores del país. Mi objetivo es ir a los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, pero es muy difícil.

-¿Cree que tiene posibilidades de participar?

-Le diría que tengo un 50% de probabilidades. A las paralimpiadas van los 40 mejores del mundo y, aunque mi progresión ha sido muy buena, arriba del ranking, los deportistas tienen muy buenas puntuaciones. Yo voy a intentarlo al máximo. Además, en el tenis de silla no hay diferentes categorías según la lesión. Compito con gente a la que le falta un pie o que puede andar pero no correr y estas personas tienen equilibrio. A mí me cuesta mucho subir el tronco para darle a una bola.

-¿No es un poco injusto?

-A mí me gusta, lo hace más competitivo. Es un reto mucho mayor.

-¿Qué recuerda del accidente que sufrió?

-Me acuerdo de todo, de cada detalle. El intentar levantarme del suelo y no poder, el dolor tan intenso. Antes de que llegaran los sanitarios, ya sabía que me había dañado la médula.

-¿Qué ocurrió?

-Fue el 28 de diciembre de 2015 sobre las doce y veinte de la mañana en Austria. Yo era un apasionado del snowboard. Lo practicaba todos los fines de semana y viajaba siempre que podía. Era mi pasión. La culpa fue mía. Me distraje viendo una barandilla y pensando en el próximo salto. Cuando fui a saltar, iba desequilibrado, desconcentrado y muy rápido. Además, ese año había nevado poco. Me elevé unos diez metros de altura y caí de espalda. Mis amigos dicen que lo primero que dije al despertar en la UCI fue 'voy a ser una carga para siempre'. Esa fue mi obsesión desde el principio. Yo elegí ese deporte y el riesgo que suponía pero no quería joderle la vida a mi familia, a mi novia, a mis amigos.

-¿Cuánto tiempo estuvo en el Hospital Nacional de Parapléjicos?

-Apenas cinco meses pero lo normal son siete u ocho. Cuando vi que no iba a avanzar más quise irme. Allí te enseñan a ser independiente y a valerte por ti mismo y nadie se quiere ir. Todos los suelos son lisos, no hay obstáculos, no hay bordillos, todos tus amigos van en silla. Todo es más fácil, pero la vida real está fuera. Y desde que salí, todo ha ido a mejor.

-¿De dónde saca esa energía y optimismo?

-Supongo que es mi forma de ser. Antes del accidente, yo era de aquellos que cuando veía a alguien en silla de ruedas pensaba que si yo acababa así me suicidaría, que no podría vivir así. Eso es una tontería. Puedes vivir perfectamente. Sólo 8 meses después del accidente me fui a Japón con mi novia. He ido a Marruecos, Sri Lanka y a la India desde entonces. El que no vive es aquél que se queda atrapado en su pasado.

-Recientemente visitó la India por segunda vez. La primera tras la lesión. ¿Cómo fue el reencuentro?

-Fui en 2012 como voluntario de la Fundación Vicente Ferrer. Estuve allí tres meses. En febrero regresé y me preocupaba mucho el recibimiento. Allí las personas con discapacidad son unos parias. Su propia familia los margina y se vive como una desgracia total. Pero cuando me reencontré con ellos me trataron igual de bien que la primera vez. Veían a una persona independiente y autosuficiente y eso les motivaba.

-La India es el primer destino de su proyecto televisivo Rodando mundos. ¿Cómo surgió la idea?

-La sociedad tiene estigmatizada la discapacidad. La gente relaciona a una persona con discapacidad con alguien triste o desgraciada y, a veces, se le trata con condescendencia y pena. Sólo ven la silla no a la persona. Yo me negué a que me pasara eso y pensé que la mejor manera de normalizar la situación era mostrando que puedes hacer cualquier cosa en silla, incluso viajar. Decidimos grabar el programa piloto en la India y en la Fundación Vicente Ferrer por la marginación que sufren en este país los dispacacitados.

-¿Echa de menos la nieve?

-Lo que más. Si me dijeran que puedo volver a hacer snowboard pero no a andar, lo cogería.

Un salto que le cambió la vida

El 28 de diciembre de 2015, un accidente mientras realizaba snowboard en Austria dejó a Cisco García (Córdoba, 1982) en silla de ruedas, sin sensibilidad ni movilidad de cintura para abajo. Su alta autoestima le ayudó a superar las dificultades y encontró en el tenis de silla una oportunidad para volver a hacer deporte. Hoy está entre los 80 mejores tenistas del mundo y el sexto en el ranking nacional. Su objetivo son las Paralimpiadas de Tokio 2020. Además, es abanderado de la Fundación Vicente Ferrer y prepara un proyecto televisivo en el que demuestra que ir en silla no es ningún impedimento para viajar.

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