"A las elites políticas les interesa la polarización"
José Antonio Zarzalejos | Periodista y analista político
El periodista y escritor asiste a las jornadas "La cultura política española y sus mutaciones (1978-2023)", organizadas por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo
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José Antonio Zarzalejos (Bilbao, 1954) domina el panorama político como pocos periodistas saben hacerlo. Su discurso es sosegado y su palabra, precisa. El periodista posee una considerable capacidad para exponer hechos e ir extrayendo conclusiones. Con claridad, concisión y lucidez. La visión de José Antonio Zarzalejos respecto de la España de hoy, y de la que nos ha precedido en estas décadas de democracia, será protagonista en unas jornadas que llevan por título "La cultura política española y sus mutaciones (1978-2023)". Una cita programada para los próximos 13 y 14 de marzo, y que ha sido organizada por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. Una oportunidad para definir la coyuntura que atraviesa nuestro país. En el debate participan destacados nombres del periodismo, la academia, la política o la cultura: Jordi Amat, Lola Pons, Carolina Bescansa o Pedro G. Romero, entre otros.
-Visita Sevilla para unas jornadas cuyo propósito es analizar los efectos sociales que han propiciado los cambios políticos de estos últimos diez años. ¿Cuáles han sido los principales hitos que hemos vivido recientemente en nuestra democracia?
Si nos vamos al año 2000, diría que el ingreso en la eurozona. Se da una adaptación importante de la economía española para entrar en la eurozona. Por otra parte, también diría el 11S, con su repercusión mundial, y el 11M. A partir del 11M el pacto de la Transición entra en un periodo de decadencia. La izquierda y la derecha, a raíz de esos acontecimientos trágicos, se retiraron la legitimidad como interlocutores y actores políticos. Ahora estamos en un periodo peligrosamente destituyente.
-¿Nuestra democracia, hoy día, presenta signos de agotamiento?
Presenta signos de agotamiento, pero exactamente igual que en otras democracias occidentales. Se debe a que hay un fenómeno secular, de este siglo, que es el populismo. El populismo es el liderazgo de los hombres fuertes y de los mensajes de solución sencilla. Los casos son muchos. El año 2016 quizá marque ese principio de decadencia de la democracia occidental y suponga el inicio del populismo. Hay una introspección nacionalista en el Reino Unido, con el Brexit. Un golpe a toda la idea continental después de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, tenemos a Donald Trump, que rompe las reglas de compromiso de la democracia norteamericana y es elegido presidente de Estados Unidos. A partir de ahí hay un debilitamiento de los mecanismos de la democracia liberal. En España, a partir de 2014, con la abdicación de Juan Carlos I y con la eclosión del nuevo multipartidismo tras las elecciones de 2015, se producen expresiones claramente populistas por la izquierda y por la derecha. Finalmente estamos ahora en un periodo con crisis de constitucionalidad. ¿Por qué? Porque el Gobierno de España se basa en un Partido Socialista insuficiente, desde el punto de vista parlamentario, que ha optado por el apoyo de los partidos nacionalistas e independentistas, vascos y catalanes. De ese entendimiento no puede salir política coherente, de constitución de Estado.
-¿Cómo valora usted lo que se llamó “el fin del bipartidismo”, esa fractura del sistema bipartidista a partir del año 2015, aproximadamente?
Diría que nunca ha habido un bipartidismo neto en España. Diría que hubo un bipartidismo imperfecto. Porque el PP y el PSOE han pactado siempre con minorías. Bien CIU, bien PNV… El problema es que esos nacionalismos han sido profundamente desleales. Tanto a la nación española como a la Constitución. Desde ese punto de vista el fin del bipartidismo ha traído más problemas que beneficios. Además, los partidos que apostaban por la regeneración, Podemos y Ciudadanos, han sido un fiasco. Desde el punto de vista político y desde el punto de vista electoral. No han regenerado absolutamente nada.
-La polarización es otra palabra habitual en la conversación política. ¿Es España un país polarizado?
Sí. Es un país polarizado. Pero de arriba a abajo, no de abajo a arriba. España está polarizada por la clase política y por sus intereses de poder. La sociedad se está viendo arrastrada a un espacio de confrontación, que no le gusta. Se nos está arrastrando a la confrontación. Sin motivos de fondo. Sólo por causas de interés político. A las elites políticas les interesa la polarización.
-La polarización es un fenómeno que se limita a la retórica del Congreso, pero que no una realidad en la vida cotidiana de los españoles.
Efectivamente hay una sobreactuación radicalizada en la dialéctica política, en el Congreso. Pero esto ya ha entrado en los medios de comunicación. La prensa está replicando la radicalización hiperbólica de la clase política. Eso está influyendo en la sociedad. En el día a día. En unos casos con expresiones radicales; en otros casos con expresiones de indiferencia. Y esa actitud de desdén es muy negativa, muy perjudicial.
-Hablando de medios. ¿Han perdido influencia social?
Sí. Por una debilidad sobrevenida, por un mundo en cambio. Hay varias disrupciones históricas que afectan a los medios. La más importante es la tecnológica. Porque ha roto la intermediación. Nosotros teníamos el poder de la intermediación, y eso ha decaído fuertemente. Segundo, por la aparición de pseudomedios que han ido succionando, además de contenidos, capacidad de autofinanciación de los medios.
Los medios de comunicación tienen que replantearse el futuro. De hecho, ya se lo están replanteando. El futuro pasa por el valor añadido. La noticia hoy día está al alcance de cualquiera. Lo que hay que dar es contexto. Ese contexto es el valor añadido: ¿por qué suceden las cosas? ¿Qué consecuencias o repercusión tienen? Eso es lo importante. Los medios tienen que contextualizar.
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