"Vivo de echar de más"
Kiko Veneno | Cantante
Tres décadas después de aquel legendario Échate un cantecito, el cantante Kiko Veneno, nacido José María López Sanfeliu (Figueras, 1952), vuelve a estar de rabiosa actualidad con el documental Un día Lobo López, dedicado a ese disco y estrenado en el Festival de Sevilla. El artista también ha participado en el documental con el que Cruzcampo homenajea al bar El Mudo de Mairena del Aljarafe, donde es habitual parroquiano.
–Hace 30 años fui a estudiar fuera con un bajón importante y me dio la vida su disco Échate un cantecito.
–Me pasó algo parecido, me alegró la vida ese disco. Vivía con la frustración de querer ser músico y entrar en el universo de mis ídolos, Jimi Hendrix, Bob Dylan, Paco Ibáñez, Camarón... Y de pronto, no con esa grandeza, me vi viviendo de la música.
–En su piso de Pino Montano creó un estudio casero y grabó las maquetas.
–Hice las maquetas en casa con mucha humildad, con un casete de cuatro pistas que costó 100.000 pesetas. Luego fuimos a Londres con el productor de confianza de Santiago Auserón, Joe Dworniak.
–Y.
–Y lo de Londres fue definitivo. La industria española era desasosegante. Llegabas al estudio y tenías que parar porque salía un ruido, un micro no funcionaba... Inglaterra era el paraíso de la revolución digital, había una precisión, un amor, los estudios estaban bien acondicionados. En España llegabas con una copa y te chillaban que se podía caer. En Londres ibas a desfogar, a mostrar tus habilidades, tu arte y la técnica siempre iba a ser tu aliada.
–El disco tiene diez canciones y sólo puede salvar una en un holocausto nuclear. ¿Cuál sería?
–Si hubiera un holocausto, no se salvaría ninguna. La vida es una y es para todo, que decía Bob Marley.
–Los creadores suelen encontrar defectos a sus obras. Cuando interpreta esas canciones 30 años después, ¿qué piensa?
–No le encuentro defectos. Tendría que hacer canciones tan buenas más a menudo.
–Imagino que ya no será la cama revuelta. ¿Qué echa de menos?
–No vivo de echar de menos, vivo de echar de más. Lo puedo analizar en un contexto antropológico. ¿Echo de menos el campo? Yo sigo yendo aunque claro que nos hemos apartado de la naturaleza.
–Por no hablar a tiempo, se le fue su amor a Lobo López.
–Lobo López es la canción en la que mejor me he definido a mí mismo, es muy personal. Yo de joven era bastante tímido y me quedaba con las ganas de decir muchas cosas. Al final las he dicho.
–"Siete novias tuve, más novias que un moro. Me salieron malas y a las siete abandoné". Menos mal que en el 92 no había tanta corrección política.
–Sin duda hoy es una canción que hubieran sacrificado. No me ha pasado nunca que un periodista me recrimine...
–Y no se lo recrimino.
–Ya, ya. Pero ninguna instancia política o periodística o feminista me ha dicho nunca nada. Ahí habla Joselito, un marinero de Conil; la letra son retazos de lo que él me decía en mi bar. Y es un poco misógina, pero no está en ese contexto, hombre.
–Dijo que las memorias eran para gente que no tenía nada que decir. Usted ha estrenado documental...
–¿Yo dije eso? No hay que echar cuenta de las cosas que se publican porque se sacan unas pamplinas...
–Le copio el título de su último single, Estoy cansado. ¿Alguna receta para recuperar el brío?
–La vida es cansada, un horror porque la cantidad de sufrimiento, destrucción, ignorancia... Nos mantiene vivos la fuente del amor, de la música, la unión entre las personas, la posibilidad de ser tú mismo y a la vez parte de una sociedad...
–No le digo el Nobel como su admirado Dylan, pero sus letras dan para algún premio literario nacional, ¿no?
–La literatura requiere escribir mucho. Estoy preparando un libro de poesía... desde hace diez años. Como decía Borges, soy mejor lector que escritor. He explicado bastante bien mi pensamiento con mis letras.
–Hizo con Pepe Begines el tema Yo soy del Betis...
–Sí, lo ponen en el campo del Betis todos los días.
–Le iba a decir de guasa que muy futbolero no es.
–¿Yo? Me encanta desde chico. Soy fanático. Recuerdo la pelota negra de los Salesianos de Cádiz. Yo era muy chiquinino, todo cabeza, y con 5 años le pegaba patás a la pelota. Nos íbamos a la playa cuando estaba la marea baja, no había pisos en Cádiz y no hacía falta echar arena. Qué época más maravillosa. En todos los recreos jugaba, los sábados por la tarde también... Y el domingo voy al Betis.
–Siempre hace referencia al "fino oído sevillano", ¿cómo lo definiría?
–Me la inventé para contrarrestar un poco lo de "Sevilla tiene un color especial"; es una forma de halagar a mis conciudadanos porque mi música ha sido posible por vivir en un entorno muy rico. Encontrar a chavales con 16 años como Raimundo Amador tocando la guitarra de así fue definitivo.
–Lleva 45 años en la música y muchos aún lo recuerdan por La bola de cristal. Es mitad para estar orgulloso y mitad para que dé su mijita de coraje.
–Estoy muy orgulloso. Soy un actor malo pero hice unos números bastante simpáticos y las canciones y la música siguen siendo bonitas.
–¿Compite con Dalí por ser el figuerense más célebre o prefiere competir con el hijo de Isabel Pantoja por ser el Kiko más famoso de España?
–No tiene guasa usted. Con Dalí no se puede competir, es un genio. Con Kiko Rivera, que Dios me perdone, es una persona... ¡Es una persona! Mucha gente ha tenido un entorno que no le ha dado oportunidades de desarrollar otras cosas.
–Con 70 palos, ¿aún le queda veneno?
–Tengo 40 o 50 canciones que quiero sacar en un disco como El Salmón de Calamaro y recogerán toda mi afición por la música. Me interesa mucho cómo la técnica ha hecho evolucionar los sonidos, desde que escuchaba las primeras orquestas de cuplés al momento actual con Tangana. Me apasiona la aventura del sonido.
–¿Estamos alelados con tanta pantalla?
–Alelados no sé, pero medio ciegos sí. Conviene dejar de mirar las pantallas y escuchar los pájaros.
–¿Todo se soluciona leyendo a Nietzsche?
–Lo destaco porque es un filósofo de una grandiosidad extraordinaria, pero sobre todo porque no tiene el Tractatus de Spinoza ni la obra de Hegel. Es una cosa cosa muy fácil de leer, son alegorías, pequeños relatos, disquisiciones. Me parece un filósofo definitivo.
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