"Siempre gana la vida"
Luis García Montero | Poeta y director del Instituto Cervantes
Hace poco más de siete meses que perdió a su mujer, compañera, amiga, referente... Almudena Grandes ya no está al lado de Luis García Montero (Granada, 1958), reputado poeta y director del Instituto Cervantes. El escritor anda renqueante por el trauma, pero en Sevilla, donde presentó su obra Prometeo (Alfaguara), habló de volver a Rota, como cada verano, para "convertir el dolor en una buena memoria e ir reconquistando los espacios".
–En su obra pone a dialogar a un Prometeo anciano con uno joven. ¿Qué le diría al muchacho que fue?
–Intentaría establecer un diálogo entre la ilusión y la experiencia; evitar que las ilusiones se hagan ingenuas y que la experiencia renuncie a cambiar la vida.
–El anciano dice: "Hay demasiada gente hueca. Gente hueca porque lo cuenta todo". A su Prometeo le daría un síncope con las redes sociales.
–Ese hueco tiene que ver con el pudor, con la manía de sacar nuestra intimidad, olvidando un consejo de Machado: "Antes de decir lo que pensamos conviene pensar lo que decimos".
–"Las palabras quitan el frío", sostiene su personaje. Ya dedicó un libro, Las palabras rotas, a defender el lenguaje del descrédito.
–Las palabras, arma maravillosa de entendimiento, se convierten en mecanismo de opresión a través de la mentira. Y en ese sentido se rompen las buenas palabras.
–Prometeo hoy le robaría la luz a las eléctricas, aunque el castigo puede ser peor que el de Zeus...
–Mucho peor. El mío se explicaría en torno al fuego que convendría aprobar leyes para que las eléctricas dejasen de ganar dinero a costa de que muchos no lleguen a fin de mes si quieren encender una bombilla.
–¿Son malos tiempos para los mitos?
–En cuanto te descuidas, salta el mito, es como la liebre. Nos ayudan a encarnar esos valores humanos que nos acompañan. El problema es que vivimos en sociedades donde a veces se generan mitos vergonzosos. Soy del Real Madrid y me avergoncé cuando Cristiano Ronaldo fue juzgado por defraudar millones a Hacienda y varios cretinos fueron con la camiseta a pedirle un autógrafo.
–Sostiene que escribir es una negociación con la vida, ¿quién va ganando?
–Siempre, afortunadamente, gana la vida. Las palabras van detrás de la vida y lo que hace la escritura es intentar mantener el recuerdo de lo que la vida va tejiendo.
–Dice que el Instituto Cervantes como institución está por encima de sus ideas. ¿Ha echado en falta este pensamiento en el Ayuntamiento de Madrid?
–Las instituciones son para la ciudadanía. Me avergonzaría si me plantearan un mensaje de apoyo a Luis Rosales y dijera: "No, el Instituto Cervantes no lo reconoce por su cercanía al régimen franquista". Era un poeta como la copa de un pino y se merece un homenaje literario más allá de mi ideología.
–Recurramos a la anáfora con su jefe, Cervantes, no Iceta. Si Cervantes levantara la cabeza y viera que en Barcelona no se puede estudiar el español…
–Diría que no es verdad. El español es la segunda lengua del mundo en hablantes nativos después del chino mandarín y no corre peligro, quizás sí lo corran el catalán y el euskera.
–Si Cervantes levantara la cabeza y viera cómo se ha impuesto el leísmo hasta entre los andaluces...
–Podría hacernos bromas. Conmigo se meten en Madrid por comerme las eses. Y respondo que no somos laístas ni leístas, aunque se esté extendiendo lo segundo. El idioma es los hablantes. Se equivocan en Salamanca si creen que hablan mejor que en Granada o en Sevilla.
–Si Cervantes levantara la cabeza y viera a los alumnos obtener el título de bachiller con la Literatura suspensa...
–Le diría a los profesores: "Venga, hombre, que no se trata de que se aprendan de memoria que yo era manco, sino de que se aficionen a leer, a contagiarles el amor por la lectura".
–Si Cervantes levantara la cabeza y escuchase al presidente del Gobierno decir que la corrupción se combate "preveyéndola"…
–Es una buena oportunidad para decir que una forma de corrupción es la mala utilización del lenguaje.
–Participó en un vídeo electoral del PSOE andaluz. ¿Pero no era usted más rojo que Carrillo?
–Sí, soy bastante. Pero cuando la derecha dice que los socialistas no han hecho nada por Andalucía, es mentira; ha cambiado mucho desde los 70 y los 80. Y si identifican al Gobierno andaluz del PSOE con la corrupción, mienten. Vivo en una ciudad donde un partido se constituyó en una asociación para el crimen organizado y se llevaban el dinero a casa o a Suiza. Aquí, un presidente se pudo equivocar firmando algo, pero no creo que ninguno robara dinero.
–Tuvo muy malafollá su paisano de adopción Manuel Pezzi al llamar "tontopollas" a Feijóo.
–Es muy de Granada. A los granadinos no se nos va la polla de la boca. Fue un gesto de identidad andaluza.
–Su hermano Juan dijo que para usted era mejor tener un hermano concejal del PP que una mujer del Atleti. Merengue total.
–Tenía razón Eduardo Galeano: el fútbol es lo más importante de las cosas sin importancia. Puedo convivir con una mujer del Atleti, aunque confieso que como niño de provincias soy de doble militancia y mi equipo de verdad es del Granada.
–¿Cambiaría la decimocuarta Copa de Europa porque siguiera en Primera?
–Si juegan entre ellos, voy con el Granada. Con Almudena compartíamos ideas sobre literatura, política, vida... En el fútbol ella era del Atleti empecinadamente, pero Galeano llevaba razón.
–La novela póstuma de ella se llamará Todo va a mejorar. ¿Se aferra a la confianza en ese título para seguir adelante?
–Es un título de tono irónico con doble intención: la ingenuidad de creer que las cosas pueden mejorar sin preocuparse en mejorarlas o el cinismo de decir que como nada va a mejorar, no me preocupo por nada. Todo puede mejorar si uno se empeña en vigilarse a sí mismo y en encontrar motivos para la esperanza.
–A estas alturas, quién tiene que llamarle para coger rápidamente un taxi.
–Mis hijos y mi madre gobiernan mi vida. Cuando uno tiene una pérdida muy grande, comprende lo importante que es llegar a un sitio y tener un número de teléfono al que llamar. Y a los que llamo son los de mis hijos y el de mi madre.
–A una amiga la llama cada noche su padre y a ella le da rabia. Ya lo echará en falta.
–Así es. El otro día un taxista me enseñó su móvil y en el whatsapp de su mujer ponía: "Tú me llamas amor, yo cojo un taxi". Me hizo mucha ilusión.
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