La ventana
Luis Carlos Peris
Perdidos por la ruta de los belenes
Bernard Ruiz-Picasso | Presidente del Consejo Ejecutivo del Museo Picasso Málaga
Impulsor decisivo del Museo Picasso Málaga, en cuyo organigrama figura como presidente del Consejo Ejecutivo, Bernard Ruiz-Picasso es, además de poeta y escritor, uno de los principales valedores de la proyección de la obra de su abuelo, Pablo Picasso, en todo el mundo. En 2013 puso además en marcha la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte. El próximo mes de octubre, el museo malagueño celebrará su decimoquinto aniversario con un programa que incluye dos ejes fundamentales: la exposición El sur de Picasso. Referencias andaluzas y la celebración del cuarto Congreso Internacional Picasso.
-¿Qué balance personal hace de estos quince años? ¿Ha valido la pena?
-Hay que decir que el Museo Picasso ha representado la voluntad de desarrollar una vida cultural en Málaga, pero también que la propia ciudad ha crecido mucho también en este sentido. La sociedad civil ha cambiado el carácter cultural de la ciudad en un proceso en el que el museo fue el inicio. Seguramente, el proyecto permitió soñar una Málaga diferente, comprometida con su cultura y capaz de evolucionar desde ahí. Desde el principio, eso sí, el teníamos la firme voluntad de ser una institución importante, influyente, y todos los esfuerzos de la familia Ruiz-Picasso y de la Junta de Andalucía se han dado en esta dirección. No sólo tenemos un museo de Málaga, ni de Andalucía: el Picasso tiene una imagen cada vez más tenida en cuenta en España y en Europa.
-¿Habría sido muy distinto el crecimiento cultural de Málaga sin el Picasso?
-Sí, pero el museo vino a satisfacer una necesidad muy concreta. Otras ciudades como Sevilla y Córdoba reunían ya atractivos patrimoniales de altura, pero Málaga necesitaba ampliar su oferta cultural para crecer, para aspirar a integrarse culturalmente en una Europa cambiante. Si miras la oferta cultural de ciudades como Madrid o Milán, encontrarás que la oferta cultural ha cambiado también muchísimo más allá de problemas coyunturales como el turismo de masas. Ahora, Málaga puede resultar igual de atractiva que otras ciudades con un mayor patrimonio histórico.
-¿Las previsiones a medio plazo pasan sin remedio por seguir creciendo?
-El museo ha crecido en actividades y visitantes, pero reducir los asuntos de la cultura a meros porcentajes a veces es complicado. A menudo tenemos colas y nos encantaría recibir a más gente de la que viene, pero las dimensiones del museo son las que son. Hay que tener en cuenta que el crecimiento de la afluencia en estos quince años no sólo tiene que ver con la oferta del museo, también con otros factores como la llegada del AVE, de los cruceros y de muchos más turistas. En cualquier caso, la imagen del museo ha mejorado mucho y las valoraciones que recibimos, por ejemplo en las redes sociales, son muy positivas. Y esto sí que resulta determinante a la hora de traer a más visitantes.
-¿Le gustaría entonces que se abordara la ampliación del museo?
-No, la verdad. Las medidas del museo nos permiten, por ejemplo, organizar exposiciones temporales de gran nivel; y las salas de la colección permanente permiten al visitante mantener un contacto muy estrecho con la obra de Picasso. De modo que el museo, tal y como es, satisface plenamente los objetivos que nos planteamos al principio. Piensa que en realidad casi todos los grandes museos están ganando visitantes; la respuesta a eso no puede ser una mera ampliación, sino una programación cultural dinámica que saque partido a esa afluencia a largo plazo. Ésa es nuestra intención. Quienes trabajan hoy en los museos ya están definiendo hoy cómo será visitar estos centros dentro de diez años. A mí me importa más los contenidos y crear una relación moderna entre el público y el artista que los discursos de éxito. Eso se lo dejo a los políticos.
-¿Cómo ha sido la relación de la familia Ruiz-Picasso con la Junta de Andalucía en estos quince años?
-No ha sido difícil, porque el compromiso de la Junta ha sido siempre absoluto. Lo más difícil fue responder a la crisis de 2009, que fue muy grave e hizo mucho daño, aunque paradójicamente marcó el momento desde el que empezó a venir más público. Respecto a la relación de mi familia con la Junta, era imprescindible que este museo naciera con el impulso de una institución pública y una entidad privada. Y a la vista está que la fórmula era la idónea.
-¿No nació el Picasso en un momento difícil para hacerse competitivo entre los grandes museos?
-Siempre hemos tenido muy buena relación con muchos museos. Pocos años después de inaugurar el nuestro pudimos exponer la colección de Pierre Matisse del Metropolitan, por ejemplo. Pero lo que pretendemos ahora es compartir experiencias, investigar con otras instituciones, acercarnos a otros profesionales. Esto nos permitiría iniciar un diálogo proactivo con muchos agentes interesantes. Hay mucho campo en el que crecer ahí. Aunque los tiempos de un museo son muy distintos del nuestro. Y del de los políticos.
-¿Contempla ya nuevas adquisiciones para la colección permanente?
-Hay dos maneras de ampliar una colección: la decisión de un gobierno de poner dinero para comprar obras de arte y las donaciones, que pueden verse favorecidas y estimuladas por distintas leyes. Para todos los museos del mundo es muy difícil hacer crecer las colecciones, más aún si hablamos del arte del siglo XX, que es muy caro. Un modelo de colaboración público-privada como el del Museo Picasso permite mantener siempre abierto un debate al respecto y hacer propuestas. Pero una mayor inversión de los Gobiernos en cultura facilitaría mucho las cosas. Aunque no parece que estén por la labor.
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