"Soy muy llorona"
Pasión Vega | Cantante
Se llama Ana María Alías Vega (Madrid, 1976) pero todo el mundo la conoce como Pasión Vega. Su naturaleza sentimental, entusiasta y visceral parece establecer un especial vínculo con su nombre artístico. Reconoce ser una esponja con todo lo que sucede a su alrededor, es la forma de empaparse de todas las sensaciones y experiencias y luego poder trasladarlas al escenario de forma natural, sin caretas o imposturas. Eterna sonrisa sobre los escenarios, esta malagueña de corazón se encuentra en plena gira de su nuevo trabajo, Todo lo que tengo, un disco en el que bucea por las raíces latinomericanas. De momento, la artista actúa el 14 de marzo en Córdoba; el 9 de julio en Algeciras; el 18 de julio en Vejer (Cádiz); el 1 de agosto en Almuñécar (Granada) y el 14 de noviembre en Sevilla. Las localidades se pueden adquirir en la página web de la artista.
–Está de gira con Todo lo que tengo pero, ¿qué es lo que tiene Pasión Vega?
–Una visión global de la música y la raíz que siempre me ha interesado; preguntarme de dónde viene. He intentado hacer un homenaje actual basado en los ritmos latinos, que están muy relacionados con nosotros, sobre todo con los que venimos del sur. Este trabajo ha sido un viaje muy interesante.
–Hay 13 canciones. ¿Es supersticiosa?
–Me traen suerte los números impares. En el desorden hay mucha belleza y el 13 me ha traído muchas alegrías. La primera vez que canté en el Teatro Lope de Vega fue un 13 de febrero y un día 13 me saqué el carné de conducir. Las supersticiones al final son tradiciones que te inculcan pero al salirte de ellas te llevas muchas sorpresas.
–¿El reguetón ha dinamitado la música autóctona de Latinoamérica?
–Es un tipo de música que ha irrumpido con mucha fuerza pero tiene muchas influencias de las raíces latinas. En esa invasión sigue habiendo muchos ritmos y folclore latino porque es una música que allí sigue vigente, suena en todas las fiestas. Es como si aquí no se escuchara el flamenco. Hay marcos concretos en los que el flamenco está muy presente, pues igual ocurre allí. Nuestro folclore tiene muchos puntos en común con el suyo. Este disco ha sido un viaje muy bonito en el que he descubierto todas esas conexiones y a muchos autores.
–El que no conoce su historia está condenado a repetirla. ¿Y el que no conoce sus raíces musicales?
–Si no conoces tus raíces es imposible hacer buena música y evolucionar. Es fundamental conocer el pasado. Por ejemplo, alguien que hace pop no puede hacerlo si no ha escuchado a los Beatles. Es importante conocer las raíces para que el árbol crezca. Conocer tu lugar para emprender tu camino, aunque a ese árbol también le crezcan ramas y le salgan flores a su alrededor. Eso también es enriquecedor.
–¿Hay un sector de la población huérfano de artistas y un grupo de artistas carente de su propio espacio?
–Siempre hay un sector minoritario que busca otro tipo de cultura y también hay un grupo de artistas que hace otro tipo de música, quizás más popular y atemporal. Muchas veces te entran dudas y te cuesta encontrar tu camino. En mi caso, tengo un gran equipo que me apoya y eso es muy importante; creen en mi trabajo. Además, tengo un público muy fiel al que siempre doy las gracias por permitirme estar donde estoy y ayudarme a no perder el norte. Los que nos dedicamos a esto estamos aquí para conmover y emocionar y tener ese apoyo es síntoma de que no lo estás haciendo mal.
–Grandes compañeros le han hecho letras a su medida. ¿Cuál es el mejor traje que le han confeccionado?
–Es muy difícil elegir. He trabajado con Sabina, Perales, Ruibal, Martínez Ares, Jesús Bienvenido, Chipi, Jorge Drexler... Es difícil decantarse por uno porque todos los artistas son importantes para mí. Tenemos una pasión en común y compartimos muchas vivencias juntos.
–Estudió Magisterio y terminó siendo artista, como otras compañeras. Parece que la docencia y la música están más relacionados de lo que pensamos.
–En ambos casos buscas mejorar lo que te rodea. Quería ser profesora desde pequeña. Siempre me ha parecido que desde la educación se sientan las bases de la sociedad y quizás ese sea el punto común con la música. Estudié Magisterio de Educación Física porque siempre me había gustado el deporte y porque admiraba a mi profesor de gimnasia. Pero la música siempre estaba ahí. Comencé Arte Dramático y empecé a cantar. Llegó un momento en el que tuve que decidir y me quedé con la música porque una vez que se te mete el veneno dentro es muy difícil escapar de él.
–¿Es más difícil educar o vender discos?
–Educar es muy complicado. Tengo una hija de 5 años y constantemente me pregunto si lo estoy haciendo bien. En la docencia pasa lo mismo pero a mayor escala, es una fuente inagotable de dudas. Es difícil saber si lo que estás transmitiendo está calando en el otro, sobre todo en una sociedad en la que se están perdiendo los valores. Eso es algo que también te pasa como artistas; no sabes si al público le está llegando ese sentimiento que intentas plasmar. Pero hay que ser paciente y saber esperar.
–Eterna sonrisa sobre los escenarios. ¿Su cara es el reflejo del alma?
–En general soy una persona muy alegre, aunque el mérito no es mío. Mi madre siempre ha sido muy vital y eso nos lo ha transmitido a mis hermanos y a mí. Pero eso no quita que a veces también esté triste. Soy una mujer muy sensible y muy llorona, que se emociona con todo. Vivo las cosas con mucha intensidad y eso hace posible que pueda hacer mi trabajo.
–Tecleó en Google músicos interesantes en latinoamérica y le salió Gustavo Guerrero. ¿Qué le gustaría que saliese al teclear su nombre?
–(Risas) Creo que Mujer que emociona, me gusta.
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