"Al barón de Coubertin lo metería en un congelador"
Paloma del Río | Periodista
Ha cubierto nueve Juegos Olímpicos de verano y seis de invierno, ahí es nada. Tras Tokio 2020, la madrileña Paloma del Río (1960) no tiene esperanzas de narrar los invernales de Pekín 2022, ya que los derechos son de Discovery y no cree que RTVE los adquiera. Es oro olímpico en retransmisiones de gimnasia artística y rítmica, del patinaje, del curling, del luge... Pero también del voleibol, de la hípica o del tenis de mesa, deporte con el que debutó en Sevilla en el 85. Lleva toda la vida en RTVE y los periodistas han honrado su trayectoria con el Premio Iris 2021.
–Trabajó de auxiliar en la UVI y fue una prometedora novelista. ¿Cuántas vidas vivió antes del periodismo?
–Varias. Mientras estudiaba la carrera y trabajaba en la Ruber, escribí una novela y quedé segunda en un concurso. No la publicaron pero me dieron 200.000 pesetas, una pasta en el 82.
–Paloma del Río suena a... estrella de la gimnasia.
–Es muy pomposo, muy de naturaleza viva: un animal y una corriente de agua. Mi hermana es María del Mar...
–¿Ha intentado alguna vez un yurchenko?
–¡Qué va! He intentado practicar los deportes que transmito: la gimnasia en el colegio, tengo mal de altura y perdí una matrícula de honor por no pasear por la barra de equilibrios; monté a caballo, jugué al tenis y el primer día que esquié con Lola Fernández-Ochoa me caí y me rompí una mano. He intentado los deportes que comento, pero malamente.
–¿Qué voz es más reconocible, la suya o la de Siri?
–Tras tantos Juegos... Siempre me han conocido por la voz. Cuando me llaman para un contrato de teléfono o un seguro, terminamos hablando de gimnasia.
–¿Tiene pesadillas con que García Bragado le quite el récord de ir a Juegos?
–No, yo estoy en una posición de comentarista y él tiene un espíritu de sacrificio que bien le ha valido para tantos años en la élite e ir a ocho Juegos. No creo que nos lo quitemos mutuamente porque me da que no nos retiramos en ésta.
–Los veo en París 2024.
–¿Usted cree? En mi caso depende de circunstancias externas a mí.
–Le están dando más homenajes que a Antoñete y no descartemos que esté en Los Ángeles 2028...
–¡Madre mía! A ver, los Juegos están muy bien, pero en medio hay cuatro años de trabajo. A mí no me meten en una nevera y me sacan a los cuatro años: retransmito gimnasia, patinaje, voley, hago trabajo de mesa, mis conferencias, mis libros...
–¿Al barón de Coubertin lo correrían las mujeres hoy a gorrazos?
–Lo meterían en un congelador, no pudo ser más desafortunado con las mujeres.
–¿Por qué es tan valiosa la figura de Samaranch?
–Saneó el COI, lo cogió en el 80 casi en quiebra e hizo una buena gestión. Y fue promocionando la posición de la mujer no sólo en la competición, también en la gobernanza. Fue muy valiente al promocionar a las mujeres en todos los estamentos. Eso casi no se supo y ahora da sus frutos. Dejó la presidencia en 2001 y su legado permanece muy vivo.
–¿Ha sido Alberto Tomba el deportista más ligón del olimpismo moderno?
–De más famosos es posible, pero hay otros que a la chita callando son unos campeones también en ese aspecto...
–Con lo que ha estudiado para el reglamento de la gimnasia, ¿habría sacado plaza de notaria?
–Pues... sí. No sólo son tres códigos diferentes (chicos, chicas y rítmica), sino que cambia todo el reglamento cada cuatro años. No sé si la plaza de notaria o de registradora de la propiedad.
–¿Su mayor patinazo?
–Muchos: ataques de risas, de tos... Una vez casi llego tarde porque me puse mala y camino al pabellón paraba en cada semáforo a vomitar. Pero nunca he llegado tarde en casi 35 años.
–Simone Biles es la mejor gimnasta contemporánea. ¿Dónde la colocaría respecto a Nadia Comaneci, Larissa Latynina o Agnes Keleti?
–En el podio compartido en la primera posición.
–Con Comaneci.
–Sí. Son gimnasias diferentes. Latynina y las de los 50 y 60 son muy acrobáticas, muy rudas, pero faltaba la parte artística. Eso llegó con Comaneci. Biles aporta más acrobacia, pero ambas son dos grandes de la gimnasia contemporánea.
–La dureza de la gimnasia, turbios asuntos de abusos, problemas mentales... ¿Se lo recomendaría a la hija de una amiga?
–Sí, le diría que lo pasara bien y si recibe presiones o no se siente cómoda porque su nivel llega a un tope, que lo deje. Que lo disfrute como arte, pero no debe sufrir.
–¿La invitan a su cumpleaños Almudena Cid y Javier Fernández por la promoción que ha hecho de sus deportes?
–Nunca me han invitado.
–¿Qué le faltó a Blume para entrar en el panteón de Seve, Nieto o Santana?
–Una carrera más larga y una promoción de la incipiente gimnasia; en los 60 lo que no fuera el Real Madrid y las Copas de Europa casi no se divulgaba. Tuvo muy mala suerte con ese vuelo en el que perdió la vida.
–Con este follón del lenguaje inclusivo, quizás en París 2024 se diga ya gimnasto...
–Ya le digo que no voy a decir eso. Me parece muy bien la inclusión, equidad, igualdad, pero tergiversar tanto el lenguaje es un poco heavy.
–¿No estaban mejor preparados los periodistas deportivos de antes?
–Los de antes y muchos de ahora centran el foco en el fútbol, pero tocas el polideportivo y ves que muchos tienen una carencia de conocimientos verdaderamente singular.
–¿Algún consejo al becario frustrado porque lo ponen a hacer polideportivo?
–Hacer otros deportes que no sean fútbol te abre un abanico inmenso porque hay muchísima menos competencia; que aprovechen la ocasión. Quién sabe si ahí es donde van a triunfar.
–¿Qué le parecían las narraciones de Andrés Montes?
–Era un tipo muy empático que llegó a la gente. Innovó y le dio mucha vida a las retransmisiones sacándolas de la monotonía. Cuando sale un periodista tan peculiar, llama la atención.
–¿Aborrece el fútbol?
–Aborrecerlo no, pero seguirlo tampoco. Hay gente que queda con la pandilla para ver un partido y yo no. El día a día de la Liga no lo sigo y si acaso veo a España en la Eurocopa o el Mundial, pero si tengo otra cosa que hacer, tampoco. Pero no aborrezco ningún deporte.
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