"Hay mucho fantasmilla en Hollywood"

Paco Cabezas | Director de cine

Paco Cabezas.
Paco Cabezas. / M. G.

Pasó su infancia entre La Puebla de Cazalla (Sevilla) y el hispalense barrio de Rochelambert. A Paco Cabezas (1978) se le metió en la ídem dirigir pelis. No sólo lo ha conseguido sino que curra a caballo entre España y Hollywood ("el cine es un circo ambulante", afirma). Lleva a gala ser un chaval de barrio, aunque pueda presumir de rodar películas como Carne de neón, Tokarev, Mr. Right y Adiós, que emitieron hace dos semanas en La 1 y él mismo la comentó en las redes. Ha dirigido capítulos de series como Penny Dreadful o The Umbrella Academy. Prepara ahora el rodaje de La novia gitana.

–Le cansan las entrevistas de promoción. Aproveche, de qué quiere hablar.

–Me fascinan el cine y las experiencias de rodaje. En esas entrevistas no paran de preguntarte por Mario Casas.

–¿Cómo explica en Los Ángeles qué es de La Puebla de Cazalla?

–Es difícil, cuando te montas en un Uber allí sólo conocen a Almodóvar y a Amenábar. Saben muy poco de nosotros. A veces digo de broma que nuestra cultura es el sur-realismo, realismo del Sur.

–¿Recuerda cuál fue la primera película que vio?

–Alguna de Esteso. La primera que me marcó fue Taxi driver, la vi con 6 años y pensé que ahí había alguien moviendo la cámara y quería saber cómo se hacía eso. Fue la que me llevó a querer dirigir.

–Defiende que se aprende más en un videoclub que en una escuela de cine...

–La clave es la pasión. En una escuela hay gente perdida que piensa que un director es famoso, tiene más éxito sexual, cualquier cosa absurda. Y no. Uno aprende mucho analizando el buen cine. Yo lo hice de forma autodidacta, fijándome y obsesionándome con lo que me apasiona.

–Trabajó en uno de joven, ¿es el Tarantino español?

–Aprendes mucho porque te enteras de lo que la gente quiere ver. En función de quién te pida una buena película, sabes si prefiere una de Van Damme o de Fincher.

–Lo pillaron de crío mangando una peli de los Coen. ¿El gran Lebowski?

–No, Barton Fink. Era muy mal ladrón. Un compañero tenía una gabardina con papel de plata para pasar por los chivatos de la puerta del Corte Inglés sin que sonara. Yo no era tan sofisticado.

–¿Cuál la segunda diferencia entre rodar en EEUU o en España? La primera será el presupuesto.

–No crea. La principal es la pasión. Perdón, la primera es que allí los donuts del catering tienen mucho más azúcar. Los españoles tienen una pasión increíble. Acabo de venir de rodar The Umbrella Academy en Canadá con un equipo muy bueno. Pero a veces a los americanos se les nota dejadez, en plan trabajar de nueve a cinco. En España pides un esfuerzo y lo hacen.

–Dijo: "Hollywood es como la mafia, un sistema en el que cuesta entrar y que te protege". ¿Se lleva bien con los padrinos?

–Es un sistema que está muy armado. Es jodido al ser un círculo vicioso: cómo vendes un guión si no tienes un agente, y si no tienes un agente cómo vendes un guión. Lo que más coraje me da es la banalización del cine, como si fuera una moneda de cambio, pero es parte del juego. La clave es no darte demasiada importancia y tratar de divertirte.

–Sí, como aconsejaba Guillermo del Toro...

–"No hay que tomarse muy en serio a uno mismo y sí mucho tu trabajo". La gente que no hace bien su trabajo se toma muy en serio a sí mismo. Así me he encontrado unos cuantos productores y ahí es donde marco la línea en la tierra. Con los años he desarrollado un instinto y notas rápido cuándo alguien es un fantasmilla. Y en Hollywood hay muchos.

"Antes era un niñato que fingía qué estaba haciendo y ahora me considero un artesano del cine"

–Diga el pecado y el pecador. ¿Quién es el artista con más pamplinas con el que ha trabajado?

–No sería educado. Si alguien quiere saber intimidades de los rodajes, que pase por mi podcast, Casa Paco...

–Por aquí ha rodado con Victoria Abril, Ángela Molina, Mario Casas, Natalia de Molina, Antonio de la Torre o Blanca Suárez. ¿Qué distingue a los actores españoles de los yanquis?

–Los americanos son como Nadia Comaneci, perfectos en la ejecución. Eso es positivo y negativo. A veces, por hacerlo perfecto pierden naturalidad y corazón. A los españoles les sobra corazón y ganas, pero algunos deberían tener un poquito más de técnica. Sé darles corazón a los americanos y a los españoles los ayudo con la técnica.

–Tuvo que irse a Hollywood para acabar rodando en Almería Penny Dreadful...

–Todo pasa por Hollywood cuando son proyectos grandes. Es surrealista que para rodar Adiós en Sevilla o Penny Dreadful en Almería recorras el planeta para volver a casa. Pero ahora estoy mucho más preparado. Me considero un artesano del cine. Antes era un niñato que fingía saber qué estaba haciendo.

–Contó cuando presentó Adiós en Sevilla que de pequeño fue en bici a ver cómo la gente se bañaba en Guadalpark y ese día cogió una insolación. Dijo que ser director era como haber entrado, al fin, en Guadalpark.

–Siempre he sido un chaval de barrio obrero, le decía a mi madre que me comprara una cámara de vídeo y nunca lo hizo porque no había dinero. Eso me hizo esforzarme por las cosas, dibujé mil planos antes de poder rodar uno. Es una lección de la vida. Las cosas hay que trabajarlas y ser agradecido.

–Se le da bien "acojonar al público". Voy a escribir un guioncito de Harvey Weinstein. ¿Le apetece convertirlo en una scary movie?

–No me apetece. He trabajado con gente abusiva, no en el plano sexual, sino tóxicos, en España y en EEUU. Cuando los veo venir, tengo ya la experiencia para apartarlos o denunciarlos. Me pasó en el rodaje de la película de Nicolas Cage; un miembro del equipo maltrataba a una chica de maquillaje y no paré hasta que lo echaron.

–Es del sevillano barrio de Rochelambert y amigo de Nicolas Cage. ¿Y si ruedan Leaving Los Pajaritos?

–Le encantaría porque es un tío muy llano, no tendría problema. Así que palante.

–Por circunstancias que no vienen al caso, le vio el mandado a Van Damme. ¿Cuántas sesiones de terapia necesitó para reponerse?

–¡Pufff! Digamos que uno aprende en la vida a recordar lo bonito y a olvidarse de lo feo. Con eso ya es suficiente.

–Le recomendó a Eva Green poner gotelé en su casa. ¿También asesora a los actores sobre bidés?

–Hay conversaciones surrealistas entre plano y plano. Hace poco uno me estuvo diciendo que iba a venir a Granada de vacaciones y hablamos de la Alpujarra, de Enrique Morente, le recomendé el Omega... Me gusta bajar a las estrellas a la tierra, entre comillas.

–Malibú tendrá mucha fama, pero usted veranea en las playas de Cádiz...

–Me invitaron a un festival en la República Dominicana y el agua cristalina no era... Donde pongan Zahara de los Atunes que me quiten el Caribe.

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