La ventana
Luis Carlos Peris
Realidad tras unos sueños infundados
Núria Vilanova | Fundadora y presidenta de Atrevia
Acostumbrada a poblar las listas de mujeres influyentes en la empresa española, Núria Vilanova quiere ser un ejemplo para que, así, las niñas de hoy tengan un camino para seguir si quieren llegar alto en un mundo de hombres. Empezó de la mano de su madre, con quien fundó Atrevia, la mayor consultora de comunicación del país, que ahora preside. También dirige el Consejo Empresarial Alianza por Iberoamérica (Ceapi), que recientemente celebró su congreso en Madrid con más de 500 ponentes.
-¿No está cansada de ser una de las pocas mujeres que pueblan esas fotos de familia de directivos llenas de hombres en trajes de chaqueta?
-Para no esperar los más de 50 años que dicen que nos faltan para alcanzar la igualdad es muy importante que todas las mujeres estén comprometidas en ayudar a otra mujer. Eso empieza por no querer ser nunca una excepción. Si la vida te da la suerte de poder estar en un lugar donde no hay mujeres o hay pocas, hay que tender siempre la mano para ayudar a otra mujer a que pueda acceder también a ese lugar.
-¿Ha tenido mujeres que la ayudasen en su carrera?
-Muchísimas. He puesto en marcha un networking llamado Mirada Plural. El objetivo es reunir de vez en cuando a mujeres de diferentes ámbitos para que hagamos más amigas. En mis primeras relaciones laborales había más hombres que mujeres. Para ayudar a otras mujeres la base es hacer amigas, tener una red de amigas a las que poder ayudar.
-¿Es fácil ser directiva en España?
-Es importante sentir la inspiración de otras mujeres. Si no tienes ejemplos cercanos, a veces, te quedas en el camino. En unas jornadas en las que he participado recientemente colaboramos con Inspiring Girls, una asociación que trabaja para que las niñas no pongan límites a sus sueños sobre lo que quieren ser de mayores. Algunas de las ponentes mencionaron la palabra culpa. Como si tener sueños y ambiciones pudiera provocar en las mujeres una cierta culpabilidad. Como si no tuvieras derecho porque, si sueñas y eres ambiciosa, no cuidas tanto de tus hijos.
-Cuando a una niña se le pregunta en una encuesta qué quiere ser de mayor es muy probable que elija profesionales que tradicionalmente han sido desempeñadas por mujeres. ¿Hay forma de que eso cambie?
-Hay que ser conscientes del enorme impacto que la inspiración tiene en nuestras hijas e hijos. Necesitamos que más personas estudien las famosas carreras STEM [acrónimo en ingles de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas]. Tanto chicas como chicos, son pocos los jóvenes en España que estudian estas carreras en un mundo donde el poder ya no lo van a definir las armas.
-¿Está de acuerdo con el establecimiento de cuotas?
-Sí, sí, estoy tremendamente de acuerdo. Es un sistema que se ha explicado mal a veces. No se pone una multa a una empresa por no tener, al menos, tres mujeres en los consejos de administración. Se insta a que lo cumplan y, si no, se les obliga a explicar por qué no lo hacen. Hay quienes dicen que no tienen mujeres en su consejo de administración porque no han encontrado a ninguna que sea lo suficientemente buena. Eso ya no cuela. Nadie se lo puede creer ya. Y lo que se le impone a estas empresas no es un castigo de multas, sino social. Si no cumples, la sociedad sabrá que no cumples y las peregrinas razones que das para no cumplir.
-Ha escrito un libro sobre la Generación Z, que es la que hace viejos a los millennials. ¿Se trata de una generación desconocida?
-No tanto. Están ya aquí. Son los menores de 24 años y, por lo tanto, ya están ocupando los puestos de trabajo o están en la universidad. Su manera de ser y su manera de actuar nos contagia a todos. Es la generación que, cuando les preguntas por su puesto de trabajo, te contestan que son conscientes de que, al principio, van a cobrar poco y lo que quieren es una empresa de cuyos valores puedan sentirse orgullosos y que les permita dejar huella. No quieren trabajar en una compañía que no hace las cosas bien. El sistema tan jerárquico de las organizaciones no funciona para esta nueva generación y, además, sería absurdo. Es la primera generación que ha nacido con internet y ellos ven cosas que nosotros no vemos.
-La sociedad tiende a minusvalorar el papel de estos jóvenes. Se me ocurre el caso de Greta Thunberg.
-Tendemos a pensar que la gente es tonta, pero la gente tiene un sentido común espectacular. Hay que escuchar más. Los ciudadanos saben que hay un cambio tecnológico que afectará al empleo. Y saben que está cambiando la pirámide de población y el tema de las pensiones habrá que revisarlo. La sociedad busca respuestas y si no las estamos encontrando ahora, tendremos que dar el juego a la Generación Z para que nos aporte una visión diferente.
-¿Miran las empresas españolas al mercado latinoamericano?
-Ha sido la última crisis la que nos ha acercado todavía más a América. Primero fueron las grandes compañías las que cruzaron el Atlántico. En la crisis han ido las medianas, las pequeñas y hasta los profesionales. Para hacer frente a los retos económicos, estar unidos a un mercado de más de 650 millones de habitantes siempre nos va a dar muchísima más fuerza.
-Como catalana, ¿ve solución al conflicto enquistado que vive su tierra?
-Las cosas a veces necesitan un tiempo para encontrar un camino, pero yo soy absolutamente optimista. Creo, siempre, que juntos tenemos más oportunidades para hacer frente al futuro, espero que encontremos una solución, pero vendrá con el esfuerzo.
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