La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
Mariano Silveyra | Vicepresidente global de Asuntos Públicos de Cabify
Criado y formado como ingeniero aeronáutico en su país natal, este argentino (Mar del Plata, 1984) ha vivido dos etapas laborales en España, la primera en Repsol, donde ocupó varias posiciones. Al mundo de la tecnología Mariano Silveyra saltó en su país de la mano de Globant, un referente en la consultoría de ese sector, que le trajo de vuelta a España. En 2016 se incorporó a la tecnológica española de intermediación para contratar VTC, donde es presidente para España y vicepresidente global de Asuntos Públicos, la cara mundial de Cabify.
–Cuando la nueva movilidad estaba eclosionando, por ejemplo en los coches con conductor, llegó la pandemia y lo cambió todo. ¿Cómo lo vive Cabify?
–Sí. Ha vuelto a cambiar todo. Pero no lo consideramos una cuestión negativa. Si antes podíamos dividir la movilidad en porciones de tarta, siempre hubo una movilidad en vehículo privado, a pie o en bicicleta vinculado a lo sostenible y otra relacionada con el transporte público. Han sido casillas casi estancas, con poca permeabilidad entre una y otra. Y toda la movilidad de punto a punto, sea en patinete, VTC o carsharing, nunca hemos tenido un peso relativo en la ciudad. Rozan el 1%.
–¿Ni siquiera antes de la pandemia?
–Ni siquiera antes de la pandemia. Sobre todo aquí se explica esto porque, primero, España es un país altamente regulado. Lo era y lo sigue siendo. La cantidad de taxis siempre ha estado muy restringida, pese a que sostenemos que hacen falta muchos más y ni hablemos de la restricción a los VTC. Hacer crecer la oferta de nueva movilidad en España es muy complejo. Habíamos crecido absorbiendo demanda de gente que provenía sobre todo del vehículo particular.
–¿Y a partir de ahora?
–Ahora es toda una incertidumbre. Nadie lo sabe. Jugamos con distintos escenarios que nos hacen prever que va a haber un aumento de la demanda hacia nuestros servicios.
–¿Por qué?
–El principal factor es el distanciamiento social. Las administraciones están reconociendo que el uso masivo del transporte público no es seguro. Están poniendo muchas restricciones al uso del tren, el metro o el autobús. Mucha gente no querrá ser parte de una aglomeración. Y parte de ella usará el vehículo propio, que creemos que será una minoría, y habrá otra parte que vendrá hacia alternativas como la nuestra. Esperamos que una parte sustancial de la movilidad en transporte público se redistribuya, dependiendo de la hora, del clima y otros factores. La libertad de elección en esta situación de vuelve más importante.
–¿Qué han hecho para mejorar la percepción de que ir en VTC es seguro?
–De por sí nosotros ya teníamos en los doce países donde operamos un diferencial respecto a nuestros competidores con la seguridad. Se nos percibe como una marca muy segura. Ahora se le suma el factor del distanciamiento social, de la desinfección y limpieza del vehículo. Sobre esa base sólida de percepción de seguridad estamos construyendo un servicio que dé mayor garantía.
–¿Con qué elementos?
–Con mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico para todos nuestros conductores; mamparas divisorias en muchos de los vehículos y activar un protocolo de seguridad parra limpiar el coche después de cada trayecto, que se suma a otra profunda cuando el conductor acaba su turno. Todos esos protocolos buscan proteger al conductor y a los pasajeros. Y eso va a ser clave en esto.
–¿Esta etapa la ven transitoria?
–Es una buena pregunta. A título personal pienso que va a ser más corta de lo que en principio pensamos. Hemos demostrado ser una sociedad extremadamente responsable cuando hemos tenido que restringir nuestros derechos. Hemos cumplido prácticamente a rajatabla uno de los confinamientos más estrictos del planeta. Ahora toca una nueva normalidad que incluye la obligación de la mascarilla o la cita previa para todo. Pero de alguna forma creo que la sociedad volverá a su origen.
–¿No es un concepto contradictorio? Si es nueva no será normalidad, como máximo será una nueva realidad, que intentaremos que cuando antes regrese a la normalidad.
–Es un buen punto ése. Iremos poco a poco confluyendo hacia cómo éramos antes. Dudo que cambiemos la relación con los amigos, ir a las terrazas o de copas. Las haremos con un poco más de precaución. Pero todavía hay muchas incertidumbres. La aparición de una vacuna puede cambiarlo. Somos latinos. Nos gusta pasarlo bien y eso es algo que se rescatará en seguida.
–Con este sacrificio por razones sanitarias no hemos auto infringido con una crisis económicas que los expertos pronostican muy profunda. ¿Cómo afecta a Cabify que acaba de tener beneficios por primera vez en España?
–Nos coge en una buena posición. Habíamos hecho los deberes, aunque ninguna compañía está exenta de sufrir esas consecuencias. Pero no es lo mismo estar quemando millones de dólares cada año, como le ocurre a todos nuestros competidores, y otra cosa es estar en una buena situación financiera, como es la actual de Cabify. No dependemos de rondas de financiación, somos sostenibles desde el punto de vista financiero. Tenemos el desafío de reequilibrar la oferta y la demanda. Todas las marcas han desparecido de la mente del consumidor y habrá que volver a posicionarse.
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