"Millones de personas querrían mi sitio en el mundo"
benjamín prado, escritor
-Al terminar Vinagre y Rosas Joaquín y tú supisteis que lo vuestro no había acabado. De pronto estaban en Rota esperando a Leiva. ¿Cómo supierons que volvía a ser su momento?
-Es difícil de explicar. Yo creo que Joaquín y yo nos parecemos en muchas cosas y una de ellas es ésa. No nos gusta ir a la estación, nos gusta subirnos al tren cuando pasa, sin prisa, pero sin dejar que se vaya, sobre todo cuando sabes que va a un sitio que te apetece visitar.
-¿Qué ha tenido que ver Cohen en todo esto?
-Cohen está siempre ahí, es el señor del abrigo gris y el sombrero borsalino que abre y cierra las puertas. Es un tipo que creíamos que iba a dar el pistoletazo de salida al disco, pero nos equivocamos, en realidad fue J.J. Cale; la primera canción que escribimos, No tan deprisa, con la otra mitad de los ex-Pereza en Rota, fue un homenaje a este genio vagabundo.
-Ya sé que usted trabaja a gusto con Joaquín, pero ¿es fácil trabajar con él? ¿Es apto para todos los públicos?
-Bueno... es malo para el hígado (risas), y bueno para todo lo demás. Yo a Joaquín no le puedo poner ningún pero. Es una buena persona, un tipo divertido, leal, generoso, con el que no hay minuto malo. Como artista es muy exigente, no le gusta dar comida recalentada a sus muchos seguidores. Creo que los dos estamos muy orgullosos de ver cómo en los conciertos las canciones nuevas le aguantan el tirón a los himnos de Sabina.
-¿Qué le diferencia, además de su talento, del resto de gente con la que haya trabajado?
-No he trabajado con mucha gente así, a cuatro manos. Para esto tienes que tener una amistad como la nuestra (nos conocemos hace 37 años), tienes que tener muchas cosas en común, mucha confianza y respeto.
-Escribir poemas o letras para las canciones de Sabina ¿es lo mismo?
-Son de la familia. Creo que si una cosa ha quedado clara en este libro es que ha sido un trabajo de tres. Porque aunque Leiva no haya participado en las letras, el hecho de que él estuviera ahí con la guitarra diciendo "y por qué no hacemos un puente", "y por qué no doblamos el estribillo"... a nosotros nos obligaba a variar lo que hacíamos.
-¿Cómo hay que mirar a un papel en blanco para que salga una canción?
-Con mucho miedo. El gran motor es el miedo, el pensar que no lo vas a hacer nunca, pensar que es demasiado para ti, eso es lo que hace que te lo tomes muy en serio, que es lo que hay que hacer cuando escribes.
-¿Cree que la gente con el libro valorará además el trabajo que lleva detrás una canción?
-Ojalá se dieran cuenta de la cantidad de gente que trabaja, de que alguien lo deja todo para que escuches esa música. Yo dejé mi novela, Leiva dejó su música... Es un acto de amor, de entrega. Ojalá en España volviera el respeto por la cultura, que entendieran que si la disfrutas hay que cuidarla. ¿Se imagina un mundo sin música?
-Según cuentan en el libro la canción de Por delicadeza tiene mucho mérito. ¿Es verdad que siempre lleva versos en los bolsillos (literalmente)?
-Sí, eso dice Joaquín, que nunca quiero acabar una canción, que siempre estoy con otra y otra, y otra. Ese día habíamos tenido una pelea tremenda, por la canción de Sin pena ni gloria. Joaquín y yo nos peleamos con la tranquilidad de unos amigos de hace casi 40 años que saben que van a salir igual de amigos. La pelea fue dura, el pobre Leiva estaba blanco, sin saber muy bien qué hacer, y es verdad que aquello que decía de "chicos, no podemos acabar así", tuvo su importancia. No podíamos acabar con una pelea tan fuerte, así que pensé que la mejor manera de no acabar era hacer otra. Hay gente que no se lo cree, pero fue así, empezamos a escribir a las diez y media de la noche y a las seis estaba escrita, se musicó y se grabó. Y así está en el disco, tal cual.
-Batalla las letras con Sabina, pero sólo los más curiosos sabrán que Prado firma en parte esas canciones. ¿El seudoanonimato le gusta o le disgusta?
-Ningún problema, al contrario, un auténtico placer. Aunque sea ya "familia" de Joaquín, no se me olvida quién es, no se me olvida la suerte que tengo. Es muy fuerte decirlo, pero hay millones de personas que querrían mi sitio en el mundo. Además para un humilde poeta es muy emocionante ver que algo que has escrito tú lo corea una plaza de toros, un polideportivo... Es un chute impresionante.
La gran familia de Sabina
Benjamín Prado (Madrid, 1961) ha escrito con Joaquín Sabina las letras de su nuevo disco y un libro en el que cuentan cómo lo hicieron. Quien lee Incluso la verdad (Planeta) siente no haber sido músico o poeta y haber formado parte de la gran familia de Sabina en la que arte, trabajo y talento se comparten en el veraniego paisaje de Rota. De fondo se escucha Lo niego todo y entre las páginas se disfruta el privilegio de descubrir la creación de un disco con sabor a salitre.
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