"Madonna se quedó embelesada cuando nos pusimos a cantar flamenco"

Ismael de la Rosa | Cantaor

"Madonna se quedó embelesada cuando nos pusimos a cantar flamenco"
Ismael de la Rosa, "El Bola" / Laura Moulié
Gonzalo Gragera

06 de octubre 2023 - 04:00

Ismael de la Rosa (Sevilla, 1995) nos transmite, en una conversación por teléfono, el temperamento de los corazones humildes. Aunque baste una delicada entonación de su garganta para conmover los sentidos. Para sumergirnos en una experiencia casi catártica. El cantaor tiene raíces en una Triana aún por asfaltar. Su familia –su linaje- es la de los Fernández. Artistas trianeros que tuvieron que marchar, a mediados del pasado siglo, al barrio de Las Tres Mil Viviendas y a La Pañoleta, en Camas, donde Ismael de la Rosa ha crecido. Como persona y como cantaor. De la Rosa, conocido como “El Bola”, deleita con su voz en un concierto de C. Tangana o en un espectáculo con el guitarrista Yerai Cortés. En Los Ángeles o en Osaka. Llevando el flamenco a la orilla de una nueva generación. Mirando más allá. Abriendo horizontes. Cruzando puentes. Como no puede ser de otra manera en un cantaor trianero.

-Hace aproximadamente un año usted estaba cantando bulerías para miles de personas en el último concierto de C. Tangana en España.

Así es. En Sevilla. En mi tierra. Ese día cerramos el fin de gira, exacto. Ese concierto en la Plaza de España fue una pasada. Una noche cantando para 20000 personas. Una noche muy mágica y muy especial. Y más sabiendo que estaba con mi gente, con mi tía, con mi hermana, amigos… Y que teníamos que darlo todo porque nos despedíamos para marcharnos a Latinoamérica.

-¿Y cómo ha vivido este último año de su carrera? En la que se deduce un punto de inflexión.

Ha sido un año fuerte. Un año de plantearme muchas cosas, y de agradecer mucho. Porque yo he estado con C. Tangana, pero además he estado trabajando con Farruquito, con el bailaor Alfonso Losa, con Yerai Cortés. Ha sido una maravilla compaginar estas dos partes en mi carrera. Este año ha sido muy importante para motivarnos. Para saber que estamos y que seguimos ahí.

-Pertenece a usted a una generación –al igual que Yerai Cortés o Israel Fernández- que está llamada a renovar este arte. Pero no sé si tienen, o tiene, claro el camino que hay que seguir.

Nosotros sabemos qué es el flamenco. Lo que nos han legado. Ese punto de partida creemos que es importante. Y luego, como generación, lo que tenemos claro es que al de enfrente le tiene que llegar, al menos, la mitad de como nosotros lo sentimos. De cómo sentimos el cante. El resto, ya se verá.

-El flamenco que habéis conocido es un flamenco muy alejado del de vuestros abuelos. Se encuentra hoy día en la institucionalización, integrado en una cultura convencional, socialmente aceptada.

El flamenco de ahora es muy diferente a como se vivía antes. El flamenco de hoy ya está expuesto. No está en lo marginal. Hablando sobre este tema, me hizo una entrevista Juan Garrido en la que me decía de que el flamenco no es como antes. Y yo respondí que desde mi humilde opinión tampoco es lo que se aprende. No hemos vivido las fatigas ni nada de eso.

-Ahora hay un auge de cultura popular, de música urbana y de flamenco. Una mezcla que quizá, sumando esos tres estilos, haya puesto al flamenco en el centro de la escena.

Sí. Ahora hay grupos como La Plazuela, por ejemplo, con los que las nuevas generaciones se acercan al flamenco. O gente que sencillamente no lo conoce. Pero yo, personalmente, desde mi humilde opinión, no sé si le puede llamar flamenco a eso. Quizá flamenquito o flamenco urbano, ¿no? Bueno, en cualquier caso me da alegría que se triunfe por ahí. Pero no estamos hablando de grupos como Lole y Manuel, que sí exponían el flamenco y sonaban diferente.

El flamenco de ahora es muy diferente a como se vivía antes.

-Del presente nos vamos a ir al pasado. A la saga de los Fernández en Triana. ¿Quiénes fueron?

Los Fernández es una familia trianera. De la antigua Triana. De la Cava de los Gitanos. Venimos de la familia del torero Curro Puya –Gitanillo de Triana-, de los Cagancho, de los hermanos Culata. De esa estirpe trianera de los cantes por martinetes o por seguriya. Mi bisabuelo, el Vega, con mi abuela Salud y con mi tío Curro Fernández, viven la extradición de los gitanos, a los que mandan a Las Tres Mil. Aunque mi familia, en lugar de tirar para allá, tira para Camas, para La Pañoleta. Somos una familia gitana natural con mucha verdad. En el campo de mi tío Curro Fernández, en Alcalá de Guadaíra, ha pasado todo el mundo: Paco de Lucía, Fernanda y Bernarda de Utrera, el tío Paco Valdepeñas estaba todo el día ahí metido, Rancapino padre…

-¿Cómo era aquella Triana de sus antepasados? ¿Qué le han contado?

Pues era una Triana en la que la boda de mis bisabuelos fueron tres días de fiesta. Con Mairena de padrino y Pastora Imperio de madrina. Y luego las calles sin asfaltar, todo lleno de barro. Mi familia siempre que visita Triana dice lo mismo, que ha cambiado mucho. Desde que pusieron la carretera y eso. De esto por cierto no hace tanto. Hará unos setenta años.

-De la Triana de la primera mitad del XX a Estados Unidos y a Japón. Donde usted ha actuado. ¿Qué saben estos países del flamenco? ¿Cómo ha sido la experiencia de cantar por allí?

Japón tienen muchísimo conocimiento del flamenco. Pero mucho. Allí quien más quien menos sabe lo que es una soleá. Es increíble lo de este país. Conozco Osaka, Tokio, entre otras ciudades. Ya he ido unas cuantas veces. La primera vez que fui fue con seis años, que estuvimos con mi padre en DisneyLand Tokio.

Y Estados Unidos es aficionada al flamenco –aunque no como Japón-. Pero sí lo viven. Mi padre reside en Nueva York y un día me llama y me dice que me tengo que ir para allá. Que él se tiene que ir a Los Ángeles por motivos de trabajo –con Canales y con Farruquito-. Pero que tenía un compromiso con Madonna y que alguien lo tenía que sustituir. Yo llegué a Nueva York y estuve diez días con ella. Madonna se quedó embelesada cuando nos pusimos a cantar flamenco. La mujer estaba flipando. Nada más que me decía amazing, amazing. Con cara de asombro.

-Qué anécdota.

Y eso que yo el día de antes de irme a Nueva York lo tenía todo cerrado para hacer el camino del Rocío. Me llamó mi padre y yo que no, que no, que me voy con Triana al Rocío. Mi padre me respondió: “¿Pero qué dices? Ahora mismo te estoy sacando el billete”.

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