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Lola Pons Rodríguez | Historiadora de la Lengua y catedrática
Una profesora con profunda vocación
Lola Pons Rodríguez, sevillana de 1976, historiadora de la lengua en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla y, desde junio, flamante catedrática, enseña con honda vocación y una obsesión en este cofinamiento: “los profesores tenemos el deber de no dejar a nuestros alumnos abandonados”. Le duelen los miles de hablantes, con sus palabras antiguas, desaparecidos con esta pandemia. Prepara el Elogio del Libro, dedicado este año a Emilio Lledó, un acto del Centro Andaluz de las Letras. Adora el senderismo.
–La crisis sanitaria del covid-19 ha traído un lenguaje bélico al vocabulario de los responsables públicos.
–Sí, el uso de metáforas bélicas es inevitable puesto que estamos poniendo nuestros esfuerzos en que algo sea eliminado, y eso se parece mucho a una guerra. Ese tipo de metáfora era común ya en el lenguaje cotidiano: hablamos de la guerra contra el hambre o que queremos luchar por un puesto de trabajo. El problema es cuando desde los responsables públicos estas metáforas bélicas se sobrecargan y comienza a presentarse como un problema de invasión, de injerencia externa de algo no previsible, una cuestión que tiene que ver más con la distribución de materiales, de presupuestos...En suma, con lo que tiene que ver con Política, no con ninguna estrategia de guerra.
–Ese lenguaje de guerra provoca inquietud en la población...
–Por una parte sí, y nos hace sentir que somos tropas luchando contra un enemigo invisible y, por otro lado, yo creo que desvía la atención sobre la responsabilidad de quienes tienen que intentar solucionar o contribuir a que se solucione este problema en el que estamos inmersos. Se trata de curar una enfermedad, de distribuir mascarillas y trajes EPI, pero no se trata de armarnos ni de ese tipo de lenguaje de guerra porque creo que eso despista respecto a quién le tenemos que solicitar ayuda.
–También estamos observando en las redes sociales que se han creado palabras nuevas que antes no existían
–Sí, muy pronto, y esto es una característica inevitable en los usos lingüísticos de los hablantes. Muy pronto comenzó esa creación léxica en torno al coronavirus. Quizá lo primero que nos pasó es que todos nos concienciamos de que había que salir lo mínimo, mantener una distancia social y eso dio lugar a que se generase el neologismo, adjetivo neológico, Covidiota para designar a ese irresponsable que perjudica a los demás con sus pequeñas decisiones cotidianas. Y, bueno, a partir de ahí, pues todos los usos humorísticos que son similares a cualquier tipo de desencadenante humorístico que ha tenido el coronavirus. Comparable a todos esos memes que hemos recibido en el móvil, y que nos han alegrado un poquito estos días de confinamiento, son creaciones léxicas como Carallovirus o Cuarenpena, y la muy generalizada Confitamiento para designar cómo nos estamos poniendo con tanta panadería y tanto dulce (risas).
–Es asombrosa la creatividad que generamos en estos momentos dramáticos ¿Qué más cambios se están viendo?
–Es muy interesante también cómo ciertos tecnicismos que son propios de tecnolectos muy especializados como los de la medicina han comenzado a ser comunes en los telediarios y nosotros mismos, como hablantes, los hemos adoptado. Ya todos sabemos qué son esos equipos de EPI ¿verdad?, estamos empezando a familiarizarnos con un sinónimo de graduar, demasiado técnico para mi gusto, como es eso de Desescalar, que significa lo mismo que escalar.
–Otras palabras muy empleadas en esta pandemia son las actividades esenciales....
–Esta cuestión es importante y lleva a una reflexión posterior de ¿qué era esencial para nosotros antes de esta crisis sanitaria? Nos hemos confinado en casa y resulta que podíamos vivir sin todas esas cosas que nos parecían esenciales. Y hemos descubierto que actividades que nos parecían menores o poco relevantes dentro de la sociedad resulta que eran las esenciales para que esto siga funcionando: un reponedor, una barrendera, un mensajero. Aunque desde luego tienen sueldos que también son bastante básicos, resultaron ser los esenciales para nuestra sociedad. Así que a mí ese adjetivo sí que me ha gustado mucho observar cómo ha ido variando en su referente.
–Ciertamente esta crisis nos está volviendo del revés muchas cosas...
–Muchísimas, sí. Y que no se nos olvide.
–¿Esos neologismos aparecen en otras lenguas?
–Sí, en inglés también han creado Covidiot y toda su panoplia. La creatividad léxica es algo inherente a los hablantes. Lo complicado es que esa palabra se difunda. Aquí nos interesan esas innovaciones que han sido abrazadas por la sociedad, aunque no tienen por qué perdurar demasiado en el tiempo. A lo mejor dentro de diez años ya no nos acordamos de esos neologismos, y puede que sea hasta bueno que nos hayamos olvidado. El hecho es que se han propagado ahora por las redes sociales y por el tipo de comunicación digital que estamos desarrollando.
–¿Qué circunstancias favorecen el nacimiento de palabras nuevas?
–La creatividad lingüística es inherente a todas las lenguas y eso muestra que una lengua está viva. En las circunstancias actuales de este confinamiento generamos palabras que califican nuestra situación. También los artistas están creando con este confinamiento.
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