“El covid-19 empeora la progresión del paciente de alzhéimer”
José Manuel Gata Gata | Neurólogo
Un médico cercano experto en demencias
José Manuel Gata Gata (1968 Almendralejo), criado en Calera de León (Badajoz), es neurólogo clínico de consulta sobre demencias como el alzéimer, que afecta a 1,2 millones de personas en España. Pertenece al Instituto de Especialides Neurológicas de Sevilla (IENSA), y es miembro de las sociedades andaluza y española de Neurología (Grupo de Estudio de Conducta y Demencias). Destaca por su cercanía y su sólida formación (en la Unidad Cerebrovascular de Neurología del Hospital La Paz de Madrid y la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Macarena). Le encanta la música y caminar.
–¿Cómo están viviendo los enfermos de alzhéimer el covid-19?
–En general mal. En primer lugar porque parte de su tratamiento consiste en una estimulación cognitiva, pero los centros de día, los talleres de memoria e instalaciones de ese tipo están cerrados o bajo mínimos. Así que esa estimulación cognitiva que el enfermo necesita para mantener sus actividades en la vida diaria ahora no la puede hacer. Todos los pacientes que estamos revisando después del confinamiento han dado un bajón clínico que se comprueba en las pruebas que hacemos y corroboran las familias.
–Aumenta más su grado de dependencia…
–Exactamente, porque le falta esa estimulación cognitiva y el relacionarse entre ellos. Este parón altera su rutina, que es donde mejor se encuentra un paciente con alzhéimer, y los enfermos no entienden la seguridad que supone la obligación de ponerse la mascarilla, pese a ser grupos de riesgo más expuestos al contagio.
–La salud del cuidador de estos enfermos se resiente aún más...
–Sí, desde luego. Sin el recurso de los centros de día y los talleres de memoria el cuidador no tiene descanso y tiene que dedicarle prácticamente todo su tiempo al paciente. Hay que cuidar mucho a los cuidadores. El alzhéimer es un diagnóstico para la familia, que más pronto o más tarde se tiene que implicar en el cuidado, vigilancia y supervisión del enfermo las 24 horas del día.
–¿Los centros de neurología han pedido a la Administración que reactive estos centros de apoyo?
–El problema es cómo hacer cuando hay una urgencia nacional que es intentar controlar la pandemia. Pasa en todas las crisis. Ahora predomina la protección de la salud pero no atendemos el efecto que tiene en la salud de los enfermos de alzhéimer que no puedan recibir el tratamiento complementario. Se habla mucho de las bajas laborales de los padres si hay positivos en los colegios. Pero ¿y las familias con pacientes de alzhéimer que dan positivo? ¿el familiar que tiene que cuidarlo se puede dar de baja laboral?
–¿Sufrir alzhéimer es un factor de riesgo para coger el coronavirus?
–Sí desde luego. Estos pacientes entran dentro de los grupos vulnerables, como lo son las personas con algún grado de demencia.
–¿Esa podría ser la causa de tantos brotes de positivos en las residencias?
–La verdad es que sabemos poco del virus. Sí sabemos que tiene una alta transmisibilidad. Otra cosa es el daño que pueda hacer.
–¿Padecer covid-19 puede desembocar en alzheimer?
–No. El covid-19 es una enfermedad sistémica que afecta a muchos órganos de nuestro cuerpo y produce microtrombos, trombosis, accidentes vasculocerebrales (ictus), etc. Ahora mismo no podemos decir que el covid-19 produzca alzhéimer, pero sí sabemos que los factores de riesgo vascular añadidos a estos pacientes hacen que el alzhéimer sea más agresivo y progrese más rápidamente, y empeora la progresión de la demencia.
–Tratamiento sigue sin haber para el alzhéimer…
–Efectivamente. Sí hay tratamiento para los síntomas. Para ralentizar la pérdida de memoria tenemos el tratamiento con los anticolinesterásicos, que frenan la destrucción de la acetilcolina, la sustancia química que el cerebro usa para los procesos cognitivos. Para otros síntomas añadidos (confundir a familiares, desorientación, alteración de conducta, irritabilidad, agresividad o alteración del sueño) también existen tratamientos que hay que usar en la mínima dosis eficaz y solo el tiempo que sea necesario porque son relajantes o sedantes que afectan a la cognición, a la concentración y a la memoria, que es lo que queremos preservar.
–De vacuna ni hablamos…
–El intento de una vacuna contra la proteína amiloide –que se deposita en la neurona dañándola hasta su muerte– se paró porque se morían los pacientes al provocarles encefalopatías y otras complicaciones. Ahora hay varios ensayos químicos en marcha con la vista puesta en lograr fármacos y vacunas contra las proteínas amiloide y tau.
–¿Es lo mismo la arterioesclerosis que afecta a muchos abuelos?
–No. Por eso insistimos mucho en el diagnóstico precoz. Tenemos que cambiar el chip: el alzhéimer no es la demencia senil. El alzhéimer es una enfermedad. El tema está en que al inicio de los síntomas hay que intentar diferenciar un envejecimiento normal de uno patológico, que supone la alteración en las actividades de la vida diaria. El síndrome demencia (alzhéimer, etc.) es un deterioro cognitivo que puede estar provocado por distintas causas. Hay otras demencias que sí son tratables para que no progresen: una demencia por hipotiroidismo, una demencia vascular y una hidrocefalia a presión normal. Estas dolencias tienen síntomas del daño cerebral muy parecidos al alzhéimer, pero la causa es distinta. Si las detecto cuando ya es tarde son irrecuperables.
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