"Hay autores juveniles que venden más libros que los bestsellers de adultos"
José Antonio Francés | Escritor y profesor de Lengua y Literatura
Un escritor y profesor entregado al humor. El escritor José Antonio Francés (Sevilla 1968) acaba de ganar el XXII Premio de narrativa juvenil Alandar de Edelvives. Enseña Literatura y Lengua en Secundaria y Bachillerato siempre en clave de humor en el colegio Buen Pastor de Sevilla. Licenciado en Filología por la US, despuntó como actor en su juventud en la compañía infantil Titirimundi Teatro y ha vivido intensamente y con éxito como periodista, locutor de radio, editor de libros de texto, escritor de guiones de teatro, de videojuegos y de películas, y hasta dependiente de un comercio. Ha publicado seis novelas, un diccionario de fútbol y pronto una gramática humorística del español. Nació en el barrio Bellavista y pasó a ser hijo adoptivo de Alcalá de Guadaíra, donde vive con Lucía y sus dos mellizos Julia y Diego, que son catalanes. Ha vivido en Madrid y Barcelona. Se define a sus alumnos como un escritor ecológico que ha reciclado todas sus experiencias vitales y las va utilizando en sus libros. La expresión artística es su mayor afición desde pintar piedras a la música.
-Acaba de ganar uno de los tres premios más importantes a nivel nacional de narrativa juvenil con su novela Dos más dos (y otros grandes enigmas de mi adolescencia)
-Estoy como si me hubieran dado un Óscar. Si fuese torero habría salido por la Puerta del Príncipe (risas). Es un reconocimiento a una trayectoria, a una carrera. Se abren posibilidades muy importantes para mejorar mi carrera literaria tras 30 años escribiendo y publicar libros a los que no había podido darles salida. El libro saldrá a primeros del próximo año y la entrega del premio será en la primavera de 2023.
-Su novela premiada esta ambientada en un instituto de Secundaria
-El protagonista es un estudiante de 14-15 años de ciencias de la ESO que ve cómo su mundo (su familia, amigos, el club donde practica deporte) se va viniendo abajo cuando llega un compañero, el guapo del colegio, que le roba todo el protagonismo. Tiene muchos guiños al colegio Buen Pastor de Sevilla. Para recuperar su sitio empieza a hacer tonterías, errores encadenados que lo van llevando a una situación tragicómica. La obra combina la ternura del sufrimiento del protagonista, que se toma todo a la tremenda, con el aprendizaje, ya que va a encontrar su sitio tras ese caos inicial. Es una novela de reconciliación, de perdón, de encontrar los valores de la familia y de la amistad...
-¿Qué claves emplea para llegar al público juvenil en sus obras?
-Empiezo con un ejercicio de empatía, de ponerme en el lugar de los alumnos, entender su lenguaje, sus inquietudes...Les hablo y trato como si fuesen adultos, no siendo moralista, aunque cuando se equivocan hay que decírselo y mostrarles sus errores. También hay que perdonar muchísimo. Eso mismo intento hacer con la novela. Voy mostrando la historia de un tipo que se equivoca constantemente y aprende de los errores a madurar y mirar adelante. Los jóvenes están buscando su sitio en el mundo y se equivocan a diario. Así que, por una parte, hay que ser muy firmes con ellos y, por otra, ser empáticos y cercanos y animarles a seguir adelante. A mí me suele dar buenos resultados.
-En la enseñanza, el afecto es otro ingrediente importante para llegar a los jóvenes
-En efecto, sin afectividad es muy difícil ganarte la confianza de los alumnos y enseñarles algo, aparte del respeto, la cercanía y el ser firmes. Lo que pasa es que este equilibrio es tremendamente complicado. Es como el mito de Sísifo: subir cada día a la montaña. Lo bueno es que este trabajo tiene sus frutos, aunque parezca que no hay avance. Ves la trayectoria de un alumno que coges en 1º de la ESO como un niño y lo dejas en 2º de Bachillerato siendo un adolescente que ya está buscando su futuro y medio sabe lo que quiere. Eso es una satisfacción a largo plazo muy grande.
-Desde su experiencia como profesor, ¿qué literatura interesa a la juventud?
-El problema que tenemos en la escuela actualmente es que vamos perdiendo lectores y cuesta muchísimo trabajo que el alumnado lea. Es una empresa titánica. Intentamos conciliar, por una parte, lecturas curriculares, las clásicas de toda la vida, que entendemos tienen que haber leído en su formación académica, como El Lazarrillo de Tormes, adaptaciones de Cervantes, etc., con libros que forman parte del universo de sus intereses, como sagas de novelas juveniles que les enganchan, Harry Potter, Diario de Greg....
-Competir con los videojuegos y con Netflix es complicado
-Es verdad que muchos niños están totalmente desenganchados de la lectura, que tiene unos competidores feroces en los videojuegos, la televisión (plataformas de series como Netflix..). Nosotros no tiramos la toalla. Intentamos convencerlos de que la lectura les da algo que no les da el cine ni los videojuegos y demás, tales como aprendizaje, madurez, enriquecimiento de vocabulario, creatividad, imaginación...
-Conoce bien el mundo editorial, ¿falta algo en el mercado para los jóvenes?
-En el mercado editorial juvenil hay muchísima oferta y libros buenísimos. Es algo desconocido para el público adulto, pero hay autores juveniles que venden más que los bestsellers de adultos. Algunos venden de 25.000 a 30.000 ejemplares al año y nadie se entera de que están ahí. Es cierto que hay grandes libros y buenísimos escritores. Personalmente echo en falta la vertiente poética. Los jóvenes a la narrativa todavía se acercan, pero otros géneros como la poesía les causa rechazo. Eso me llevó hace algunos años a escribir el verso buscando siempre el humor, el entretenimiento, el juego de palabras, la inteligencia lingüística...y me ha dado buenos resultados.
-La poesía para niños se ve más que para jóvenes
-Casi ninguna editorial publica poesía para jóvenes, alegando que no tiene público. Sin embargo, mi libro La familia Rimaldi, con SM, ya va por la octava edicición, cada año se vuelve a imprimir y cada año vendemos 3.000 o 4.000 ejemplares. En noviembre sale la segunda parte con la editorial Malas artes. Por tanto, no me creo que no haya público. Lo que no hay es, posiblemente, una apuesta decidida. También es verdad que la literatura tiene que estar escrita para que los jóvenes pasen un buen rato, que sea divertida y entretenida y todo lo demás tiene que venir por añadidura. Borges decía que la lectura es una felicidad a la que no se puede obligar a nadie. Entonces el libro no puede ser un martirio. Hay que escribir libros entretenidos donde el lector joven se lo pase bien leyendo y ya, de paso, si mejora el vocabulario, sus valores, su empatía hacia los demás, mejor. Por eso me he metido de cabeza al humor en mis libros.
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