"Igual Dios me arrancó a mi niña de los brazos para que yo hiciera algo"

María Luisa Guardiola. Presidenta de Andex

"La gente dice Guardiola y piensa en dinero, en toros y caballos, pero en mi casa se lloró muchísimo".

"Igual Dios me arrancó a mi niña de los brazos para que yo hiciera algo"
"Igual Dios me arrancó a mi niña de los brazos para que yo hiciera algo"
Francisco Correal

23 de octubre 2011 - 10:36

l Andex (Asociación de Padres de Niños con Cáncer) nace en 1985. María Luisa Guardiola (Sevilla, 1940) accede a la presidencia en 1993. Se casó con Luis Manuel Halcón de la Lastra. María Luisa (la 'Güigüi) era su segunda hija. Antes nació Blanca; después, Luis Manuel, Layla, Patricia, Tania y Ángela. Es socia de honor del Ateneo.

-Acaba de casar a una hija y se metió en Andex por otra hija...

-María Luisa, la Güigüi, fue el primer caso de oncología pediátrica en el Virgen del Rocío. Cuando empezó el tratamiento, yo estaba embarazada de la quinta niña. A lo mejor Dios se valió de llevarse a mi niña y arrancármela de mis brazos para que hiciera algo. Yo no estoy aquí por mi niña, estoy por una responsabilidad.

-¿Qué han conseguido?

-Que los niños estén como en casa, con un personal superespecializado, con una profesora que viene todos los días a darles su clase.

-¿Qué ha ganado?

-¡Todo! ¿Cómo voy a comparar esto con lo que hay fuera? La gente no sabe lo que es la vida y el dolor.

-¿Con qué edad empezó su hija los problemas?

-Empezó con cuatro años y tenía nueve cuando murió, el día de la Lotería de 1975. Ya estaba malita cuando hizo la primera comunión. Me decía que me fuera con ella a ver al niño Jesús, que ella era muy vergonzosa. Los niños oncológicos se hacen adultos muy pronto. Se fijan en la mirada de sus padres, el brillo de sus ojos.

-Vive rodeada de niños. ¿Cómo fue su infancia?

-La novena de catorce hermanos. Una infancia muy feliz en una familia muy desgraciada. La gente piensa en los Guardiola y dice: mucho dinero, mucho caballo, mucho toro. En mi casa se lloró muchísimo y mi madre estuvo de luto toda su vida.

-¿Eso la marcó?

-Nos educamos en un régimen austero, muy ordenado, muy religioso, para que fuéramos niñas recias. Yo tenía cinco años cuando murió mi hermano Joaquín. Recuerdo en la casa de la Puerta Jerez a las señoras, todas vestidas de negro, gordas-gordas. Mi hermana Ángela murió con tres años. Se quemó. Y Salvador, el mayor, al que mató un toro en la plaza de Palma de Mallorca.

-El día que Salvador Távora se cortó la coleta...

-Távora nos adora a todos nosotros. Venía mucho a leernos sus poesías a la finca El Pinganillo. Mi hermano era rejoneador y Távora era el que descabellaba al toro.

-Ahora prohíben los toros en Barcelona, se protege el medio ambiente y los animales. ¿Y a los niños?

-Los niños están totalmente desprotegidos, olvidados. Esas mismas personas que se preocupan tanto de esas cosas están en sus trabajos y tienen a sus hijos con los videojuegos y las maquinitas.

-¿Qué la animó a seguir?

-La llegada de la doctora Álvarez Silván. Una leonesa que vino del cielo. Ella no tenía ni idea de oncología pediátrica. Le dije que íbamos a París a ver a la mejor especialista. Es que no sé francés, me dijo. Yo hablaba algo y si no lo grabábamos. Nos recibió la pionera de la oncología pediátrica en el hospital Villejuif. Mi marido, Blanquita, la Güigüi y yo en coche; la doctora en avión. A mi marido, aunque trabajaba en Construcciones Aeronáuticas, le dan miedo los aviones.

-¿Hubo progresos?

-Cuando volvimos, montaba en bicicleta, le creció el pelo, pero al final le salió una matástasis de pulmón.

-¿Montaba a caballo?

-Tengo fotos. Era muy traviesa, muy Guardiola. Su hermana Blanca era más Halcón de la Lastra.

-¿Implica a su familia?

-Para nada. En casa soy esposa y en Andex una fiera. Cada cual tiene que coger su cruz, su vocación, como quiera llamarla. Yo me levanto a las seis de la mañana y me meto en el ordenador, pero después desayuno con Luis Manuel y no le cuento nada. No discuto con él, no soy nada feminista, pero en cambio en Andex soy no como Belén Esteban pero casi. Por mis niños mato. Por mis niños oncológicos, por las madres, por quitarle una lágrima.

-¿Es consuelo de padres?

-Hay un padre alto, guapo, rubio, parece boxeador o camionero, que se derrumbó al ver a su niña preciosísima sin pelo. Me duele venir, porque lo revivo todo. Pero tengo que hacerlo. El niño mongolito une al matrimonio, el niño oncológico lo desune porque se culpan uno a otro.

-Es duro estar preparado para ese trago...

-Es mi lucha con los médicos, que no se lo cuenten. Díselo a la abuela, al tío, pero a la madre no.

-¿La madre es abuela?

-Tengo catorce nietos, ocho con menos de siete años. Cuando vienen a casa, macarrones con tomate.

-¿Momentos de alegría?

-En Andalucía, sean de rezo o de pecado, todo acaba con una cervecita o una copa de vino. Soy católica, apostólica y romana. Beata de misa diaria, pero no mojigata. Si me tengo que tomar una cerveza me la tomo, aunque vuelva a cuatro patas. Voy a las excursiones, que siempre son en sábado. Con lo familiera que yo soy.

-¿En qué la ha cambiado?

-En que ahora soy más de mercadillos que de tienda.

-¿La fe cura o alivia?

-Andex es aconfesional y apolítica. Muchas madres cruzan el Estrecho y se lo digo: yo estoy aquí por ti y por tu niño, me da igual que seas morita o cristiana.

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