"Gonzalo Martínez Sadoc me ha servido para interpretar la España del siglo XX"
José Jurado Morales | Catedrático de Literatura Española
Jurado Morales, doctor en Filología Hispánica y catedrático de Literatura Española en la Universidad de Cádiz, acaba de publicar "República, exilio y poesía. La memoria rescatada de Gonzalo Martínez Sadoc"
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La historia de nuestra cultura toma cuerpo en los grandes nombres, en los acontecimientos relevantes, en los hechos memorables. Pero toda esta narrativa grave y mayúscula se sustenta en episodios menores, en protagonistas secundarios que pasan a ser principales en esta tarea de cimentar lo histórico. Es ahí donde el poeta Gonzalo Martínez Sadoc ocupa un lugar destacado. Martínez Sadoc, poeta sanluqueño, nació en 1908, en el seno de una familia republicana y acomodada. Colaborador en prensa –activista y mordaz-, pasó del republicanismo próximo a Azaña a la afiliación comunista. Entre medio la guerra. Después el campo de concentración en Saint-Cyprien. Y el exilio en México. José Jurado Morales, catedrático de Literatura Española en la Universidad de Cádiz, ha estudiado la vida y la obra de su paisano en República, exilio y poesía. La memoria rescatada de Gonzalo Martínez Sadoc, un trabajo de investigación –publicado en la editorial Renacimiento- en el que descubrimos a un autor que despierta interés por una vida que, tal como señala Jurado Morales, podría considerarse epítome del siglo XX.
Pregunta.-¿Por qué rescatar la memoria y la obra del poeta sanluqueño Gonzalo Martínez Sadoc?
Respuesta.-En mi caso me dedico a los estudios de literatura española contemporánea y soy de Sanlúcar de Barrameda. Ha sido un propósito ligado a mis raíces: estudiar la vida de un escritor de mi pueblo.
P.-Uno de los méritos que le atribuye al poeta es su precocidad. Desde muy joven demuestra interés, y habla con criterio, sobre cuestiones de la vida pública.
R.-Con catorce años, Martínez Sadoc asiste como oyente a tertulias políticas con gente de la primera línea. Sevillanos sobre todo. Por ejemplo, con Blasco Garzón [quien sería Ministro de Justicia en la II República]. Cuando Gonzalo Martínez Sadoc cumple dieciocho años ya está publicando en la prensa artículos sobre la dictadura de Primo de Rivera, el separatismo catalán, el Estado y la Iglesia… Fue alguien muy maduro para su edad.
P.-Estas tertulias políticas suceden a mediados de los años veinte, ¿no?
R.-Son aproximadamente del año 1922. Después, en 1926, Martínez Sadoc se matricula en Sevilla, en Medicina. En 1928 funda la Juventud Republicana de Sanlúcar. El partido republicano para los jóvenes sanluqueños.
P.-Desde muy joven, Martínez Sadoc simpatiza con el republicanismo y con las izquierdas. Lo que propicia desencuentros con sus paisanos sanluqueños.
R.-Así es. Él es de familia acomodada y burguesa. Él mismo se define como señorito. Tiene una finca de viñas. A pesar de esto mantiene conflictos con los señoritos conservadores de Sanlúcar; es decir, con la burguesía. También con la Iglesia y con el ayuntamiento.
P.-¿La actividad republicana era importante en Sanlúcar de Barrameda? En estos años previos a la Segunda República.
R.-Como en otros muchos pueblos, sí. Los padres de Martínez Sadoc, ya en los años diez, tenían la costumbre familiar de izar y dar vivas a la bandera republicana.
P.-¿Cómo vivió la familia las jornadas próximas al 14 de abril de 1931?
R.-Gonzalo Martínez Sadoc cuenta en un artículo que su madre cosió la bandera republicana que luego se iza en el ayuntamiento de Sanlúcar. También es él quien da el discurso de bienvenida a la República el 14 de abril.
P.-Por cierto, ya en el primer año de la Segunda República, de Martínez Sadoc descubrimos un encontronazo epistolar curiosísimo. Unas cartas que nos sirven para conocer cómo fueron aquellos años. Y por supuesto el ideario del poeta.
R.-Martínez Sadoc, además de republicano, es muy anticlerical. Con estas cartas te refieres al enfrentamiento que tuvo con el sacerdote Pedro Badanelli, quien predicaba la fe pero que moralmente, parece, no era tan puro. Ese enfrentamiento estuvo motivado por cuestiones ligadas a la jerarquía y al poder de la Iglesia.
P.-Gonzalo Martínez Sadoc participa de la vida política de la República, y decide marcharse a Madrid. ¿Cómo fue su vida en la capital?
R.-La vida fue menos politizada. Se casa. Tiene un hijo. Y aprueba unas oposiciones como funcionario del Ministerio de Agricultura. Empieza a vivir pensando más en la familia que en la política. Sí hay un cambio político: en 1934 pasa de la Izquierda Republicana de Manuel Azaña al Partido Comunista. Por otra parte, he encontrado que en 1936 Martínez Sadoc tiene carnet de la UGT.
P.-¿Se radicalizó entonces?
R.-Puede que radicalizara su pensamiento, pero baja su activismo.
P.-Cuénteme los años de la guerra para Martínez Sadoc.
R.-Él no participa como soldado en la guerra civil, sino que la vive como administrativo del Gobierno, en la retaguardia. Tiene amigos ministros, y es totalmente leal a ellos. Por trabajo, sigue el itinerario del Gobierno republicano –Valencia, Barcelona-.
P.-Termina la guerra. Llega el momento que quizá sea el episodio más duro en la vida de Martínez Sadoc: su paso por el campo de concentración de Saint-Cyprien y el exilio. Los testimonios de aquellos meses son horribles.
R.-Me llama la atención que Martínez Sadoc, en diferentes entrevistas que concedió ya en democracia, contaba que aquello era como si no le hubiese sucedido. No guardaba rencor ni odio. Pero imagino el sufrimiento físico y mental que tuvo que vivir. Allí en el campo de concentración, apartado de su hijo y de su mujer… Tuvo que ser un desgarro emocional tremendo.
R.Las historias de los exiliados coinciden en el mal trato recibido por parte de los franceses. Muy en contra de lo que sucedió por parte de los mexicanos. Los exiliados españoles en la guerra civil hablan de la inhumanidad de los franceses.
P.-¿Qué se sabe del poeta en sus años en México?
R.-He hablado con dos hijos de Martínez Sadoc, y con una sobrina, que vive en México hoy día. La faceta política decae mucho. Tan sólo he visto en las hemerotecas mexicanas un recorte relacionado con el Partido Comunista, en concreto una asamblea a la que el poeta acude en 1945. Por otro lado, no publicó en prensa ni dio conferencias. En México, Gonzalo Martínez Sadoc se dedica a escribir poesía y a fundar la Casa de Andalucía.
P.-Cuenta usted que Martínez Sadoc regresa en el año 68, como turista, a su pueblo natal. Allí se reúne con un viejo conocido: el articulista y poeta Manuel Barbadillo. Aquel encuentro anticipaba la España que venía, ¿no?
R.-Gonzalo Martínez Sadoc me ha servido para interpretar la España del siglo XX. El encuentro entre un hombre como Manuel Barbadillo, conservador, religioso, burgués, y Martínez Sadoc, anticlerical y comunista, ejemplifica la necesidad de España de entendernos entre los diferentes.
P.-Etiqueta de “años dorados” las décadas siguientes –ochenta, noventa- para Martínez Sadoc.
R.-Frente a lo que le sucede a Max Aub, Martínez Sadoc no se siente un extranjero al regresar a España. Se sintió muy querido. Nunca habló mal de la gente que no lo trató bien. Se sentía agradecido por vivir en el sur. El poeta estaba enamorado del flamenco, de los toros, tocaba la guitarra. Empezó a participar de la vida cultural en Sanlúcar. Sintiéndose muy querido. Su reintegración fue salvadora.
P.-¿Abandonó la simpatía comunista? ¿Se desencantó de sus ideales?
R.-Cuando él recibe un homenaje, ya con ochenta y tantos años, dice que se siente comunista. Aunque desencantado, como indicas. No obstante, nunca fue un comunista muy radical. A partir de 1989, con la caída del Muro, Martínez Sadoc debió de reflexionar y entender que el comunismo no era lo mismo que en los años treinta.
P.-¿Cómo define la obra poética de Gonzalo Martínez Sadoc?
R.-Fundamentalmente tiene dos características: el costumbrismo y el neopopularismo. La poesía de Martínez Sadoc retrata el mundo del sur, de los flamencos, de los paisajes, de la gastronomía. En la línea de Alberti, Lorca o Villalón. Pero lo más llamativo de la obra son los poemas en los que refleja la experiencia de la guerra y del exilio. Porque aquí se deja de costumbrismo y va a lo existencialista.
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