Lolita Aminata Candé y Vardineia Semedo | Periodistas de Guinea-Bissau
"Gracias a Radio Mulher nuestros parientes saben qué sentimos para que no nos hagan daño"
Javier Sánchez | Letrado de la Asamblea de Madrid y novelista
Doctor en Derecho por la Universidad Carlos III y letrado de la Asamblea de Madrid, Javier Sánchez prefiere ser diplomático y no opinar sobre la exposición mediática de ambas instituciones, en especial la segunda. “Mi trabajo se realiza en la más completa normalidad institucional”, responde cuando se le pregunta si deben parar mucho los pies al Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso. Crítico con el comportamiento de España con sus antiguas colonias, publica ahora ‘No me dejes solo’, con el Sáhara Occidental como eje de la trama, tras escribir antes sobre Cuba (’Contra las olas’) y Guinea Ecuatorial (’Viento de marzo’).
–¿Cómo un Doctor en Derecho acaba escribiendo novelas históricas?
–Con ocasión de un proceso de formación jurídica en Guinea Ecuatorial descubrí la enorme huella sentimental y vital que había dejado España allí y el cariño de los guineanos hacia todo lo español, lo que chocaba con la idea extendida de un colonialismo atroz de leyenda negra. Decidí investigar y surgieron tres novelas sobre los últimos procesos de descolonización española: Contra las olas, que narra la pérdida de Cuba en la guerra de 1898; Viento de marzo, sobre la salida de Guinea en 1969; y No me dejes solo, que recrea el abandono del Sáhara en 1975.
–¿Qué se va a encontrar el lector en ‘No me dejes solo’?
–El lector se va a convertir en un habitante más del Sáhara en los últimos años de la presencia española conviviendo con personajes reales y ficticios, pero todos muy auténticos y sugerentes. Una de las protagonistas es sevillana, Lola Roldán, inspirada en otra Lola, de carne y hueso, que vivió en El Aaiún. Es una mujer valiente, asistió a la presentación de la novela con su familia sevillana.
–‘No me dejes solo’ es un título muy expresivo. ¿España se ha portado mal con el Sáhara Occidental?
–En el momento del abandono del Sáhara, indudablemente España se portó mal con el pueblo saharaui. Y ahora también.
–Es el final de lo que ha llamado Trilogía del Olvido, otro título ilustrativo. ¿España ha llevado mal la pérdida de sus colonias?
–Sí, los procesos de descolonización se condujeron de mala manera por unas élites políticas y económicas que nunca estuvieron a la altura de las circunstancias y sólo atendieron sus intereses de clase o de partido. Y al salir se cubrió todo con la nebulosa del olvido, incluso decretada oficialmente, mitad para que no se investigase lo sucedido y mitad como consecuencia del orgullo herido. Ellos nos siguen recordando e incluso añorando, pero aquí se decidió darles la espalda.
–¿Cómo actuaron peor las potencias coloniales, al explotar los recursos de esos países en su beneficio o al dejar de tutelarlos tras su independencia?
–En general en los dos momentos. El segundo es consecuencia del primero y en ocasiones se intentó perpetuar la dependencia económica y política de la metrópoli, como hizo Francia con todas sus colonias africanas. En el caso de España, por su debilidad estructural y económica durante los siglos XIX y XX, la explotación de los recursos fue mucho menor que la llevada a cabo por Francia, Inglaterra o Bélgica.
–En el caso de España, ¿el Sáhara es la víctima que peor parada ha salido?
–Sin duda. Cuba la dejamos en manos de los americanos, que decían iban a ser los liberadores de los cubanos, aunque pronto se vio que no. En Guinea salimos dejando como presidente a un esquizofrénico, Macías. Pero a los saharauis los entregamos a su peor enemigo: Marruecos.
–Usted ha defendido causas ante el Reino de Marruecos. ¿La Justicia allí es la de un país avanzado?
–No conozco la justicia del Reino de Marruecos, he defendido en España procedimientos en los que Marruecos ha dirigido acciones judiciales contra españoles. Yo confío plenamente en la justicia española.
–¿Marruecos es una dictadura?
–Desde los parámetros del Derecho comparado, la estructura constitucional del Reino de Marruecos no puede homologarse con una democracia occidental moderna.
–¿Qué pensó cuando el Gobierno de España varió su postura respecto al Sáhara?
–Instintivamente se me vino una idea a la mente: otra traición. El día en que se hizo pública la carta de Pedro Sánchez a Mohamed VI, yo había quedado en Madrid con un dirigente del Frente Polisario para contrastar algunos episodios de la novela. Pero pospuse la cita. No me atreví a ir, sentí una enorme vergüenza.
–Usted es especialista en Derechos Humanos. ¿Diría que en gran parte del mundo no parece que estemos en el siglo XXI desde el punto de vista de su protección o garantía?
–El respeto y la garantía de los derechos humanos, que son una creación típicamente occidental para favorecer el desarrollo digno de la vida de todos los seres humanos, están sufriendo un retroceso muy preocupante en grandes áreas del planeta donde, en una vuelta a las concepciones premodernas, se prima la seguridad por encima de la libertad, lo que fomenta el surgimiento de regímenes claramente autoritarios que sitúan a la colectividad por encima del individuo.
–Usted trabaja para la Asamblea de Madrid. ¿Isabel Díaz Ayuso les da más trabajo que otros presidentes?
–Todos los presidentes de la Comunidad de Madrid han merecido y merecen mi respeto, sin excepción.
–¿El letrado de una asamblea autonómica se puede permitir el lujo de tener una ideología o una opción política clara?
–Por supuesto. No es un lujo, es un derecho irrenunciable. Otra cosa es que su labor profesional ha de atenerse exclusivamente a la Constitución y a la ley, con absoluta imparcialidad.
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