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"Los chascos vitales me los han dado las relaciones sociales"

Antonio Carvajal | Poeta

Antonio Carvajal presenta este mes su poesía recopilada. / Álex Cámara
Belén Rico

17 de enero 2019 - 04:00

Granada/Antonio Carvajal (Albolote, 1943) es considerado uno de los grandes especialistas en el arte de la rima desde que publicó Tigres en el jardín en 1968. Su primer poemario deslumbró a los lectores con su estilo vitalista y la experimentación con la métrica ya que mezclaba unas recuperadas formas clásicas y modernistas con la sensibilidad contemporánea. El catedrático de la Universidad de Granada, Premio Nacional de la Crítica en 1990 o Premio Nacional de Poesía en 2012, presenta este mes su poesía reunida Extravagante Jerarquía (1968-2017), que publica la Fundación Jorge Guillén.

–Despidió el año con actos por el cincuenta aniversario de Tigres en el Jardín. Esta semana se inaugura una exposición con sus retratos y a finales de mes presenta la edición de toda su poesía reunida editada por la Fundación Jorge Guillén. ¿Siente que ha llegado a la etapa de los homenajes?

–Es reconfortante haber llegado a estas alturas de la edad y saberme estimado y sentirme celebrado porque hace 50 años publiqué un primer libro que sigue siendo palabra viva. Y más aún que el momento culminante de las celebraciones sea la presentación de la poesía reunida y antes publicada a lo largo de ese medio centenario. Los homenajes empezaron cuando la Universidad de Granada publicó mi antología El corazón y el lúgano, siguieron a los 40 años de Tigres en el jardín, y luego con motivo de mi jubilación. No puedo tener queja y estoy sorprendido y conmovido.

–Llegados a este punto, con premios como el Nacional de la Crítica o el Nacional de Poesía, ¿sigue haciendo la misma ilusión o comparte con Quevedo eso de que las “las glorias de este mundo llaman con luz para pagar con humo”?

–Agradezco los premios pero nada les debo. No los he necesitado, aunque no estorban. Y las luces mundanas nunca me han deslumbrado. Pero tener en las manos lo mejor de mi vida tan bellamente editado es como poseer un diamante, negación del humo.

–Usted ya publicó una Extravagante jerarquía en Hiperión en 1983 que recopilaba la poesía de 1968 a 1981. El propio José Luis López Bretones ya advierte en el prólogo que no se trata de una segunda parte. ¿De qué se trata entonces?

–De una actualización de la obra. El título de aquella edición y el de esta no están completos si se suprimen las fechas entre paréntesis: [1968-2017]. Se trata de reunir la obra publicada y de darla limpia de erratas hasta donde es humanamente posible.

–También hace hincapié que no es una poesía completa sino de “unas poesías recopiladas” porque tiene la intención de seguir publicando. Aunque dijo que se había tomado la jubilación en serio, ¿en qué está trabajando nuevo?

–Desde que me jubilé escribo poquísimo pero hay llamadas que no se pueden desatender. Y la más urgente ahora es la de Alberto García Demestres para que le termine el libreto de una nueva ópera. Me faltan dos números, aparentemente fáciles pero que me traen de cabeza.

–Además, sus dos obras anteriores también han sido recopilaciones o re-ediciones de obras ya publicadas: Antorchas del solsticio (Point de Lunettes, 2017), poemas en prosa publicados entre 1973 y 2015, y Setiembre en los jazmines (Entorno Gráfico, 2018), de dos obras publicadas en 1983 y 1984. ¿Era la etapa de hacer inventario antes de seguir creando?

—Son libros que me han hecho dos amigos, José Cabrera y Manuel García, respectivamente, y que presentan con las nuevas luces de sus conocimientos y sus sensibilidades aspectos de mi obra que así adquieren nuevos valores.

–López Bretones señala en el prólogo que “no se trata de una edición crítica” porque no hay notas aclaratorias de los textos sino de una “edición revisada”. ¿Tiene uno realmente que revisar los textos publicados en 1968?

–Hay que revisar los textos porque las erratas se deslizan en los poemas y algunas son tan perversas que pueden hasta aniquilarlos. Por otra parte había libros abiertos que ya era hora de cerrar. En fin, es una labor primorosa de revisión y ajuste que José Luis López Bretones ha realizado con exquisito rigor.

–¿Se siente identificado con la interpretación temática que él hace de su poesía como “el canto que unifica a los hombres sea a través de la solidaridad, la amistad o el amor”?

—Sí. Y me encanta lo bien que lo dice.

–En los poemas recopilados avanza del amor carnal al desengaño para desembocar en el triunfo de la amistad y el consuelo sereno. ¿Es el curso natural del sentimiento?

–Del amor carnal no he tenido tiempo ni aún posibilidad de hartazgo para desengañarme. Los chascos vitales me los han dado las ineludibles relaciones sociales, pero no muy grandes porque nunca me hice demasiadas ilusiones. Y conste que las relaciones sociales me han dado grandes alegrías.

–Mucho se ha escrito sobre su dominio de la métrica y de los modelos de la tradición literaria pero también ha sido una constante su relación con otras manifestaciones artísticas. ¿Qué tiene la pintura como musa que no tiene la música?

—Cada arte dice el mundo con un lenguaje diferente y enriquecedor y cada artista lo renueva con su manera. Qué maravilla oír con los ojos, mirar con la palabra, decirse coloreadamente y encontrar en cada obra ajena estímulos para aumentar y mejorar la propia.

–Cuando uno recopila en el libro tantos poemas dedicados a pintores, músicos, escritores o fotógrafos, ¿qué siente cuando lee los nombres de los amigos que ya no están?

—Al repetir los nombres cada ausencia parece una renovada compañía del alma. Es difícil de expresar, siento una tristeza con íntimo dolor y sin melancolía.

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