"El valor añadido de un libro es quien lo lee con el niño"
Elisabetta Gnone | Escritora
Elisabetta Gnone (Génova, 1965) es una de las autoras más queridas internacionalmente. Dirigió las publicaciones femeninas y preescolares de Walt Disney, donde ideó la serie de historietas W.I.T.C.H., que alcanzó un éxito mundial. En 2006 publicó El secreto de las gemelas, el primer libro de la saga Fairy Oak, que conquistó el corazón de millones de jóvenes lectores en el mundo. Hoy vive con su familia en las colinas de Monferrato, donde sigue escribiendo. Su último libro, Fairy Oak. La historia perdida (Duomo), llega ahora a las librerías.
-Diez años después llega el último libro de la saga. ¿Por qué ahora?
-No estaba programado. El último libro de la serie se llamaba Adiós Fairy Oak porque quería que quedara claro que no iba a haber nada después. No nació como una saga. Es una metáfora naturalista y se dio por concluida. Pero llegó la pandemia. Durante los primeros meses, cuando todavía estábamos en shock, a mí me gustaba apagar la tele y salir con los perros a pasear. La naturaleza me daba consuelo. Era marzo, había brotes, la vida florecía en contraste con la muerte que veíamos en la pantalla. Entonces pensé en la cooperación que había y vi que podía aportar algo. Teníamos la excusa, que habían pasado 15 años del primer libro, y necesitaba una clave de lectura, que son estas gemelas ancianas que cuentan una vez más esta historia del pueblo.
-Ha vendido más de cuatro millones de ejemplares de la saga. ¿En qué cree que reside el éxito?
-El éxito, más que estas cifras, que son impresionantes, son los mensajes de los lectores, cuando te dicen que el libro fue muy importante en la infancia porque marcó un momento bonito, porque era divertido, porque le ayudó en momentos de su vida o porque leían con mamá, papá o una tía y crearon un buen recuerdo. Pero también los padres escriben. Cuando te dicen "mi hijo o mi hija ha empezado a leer con Fairy Oak", esto ya es el Nobel de Literatura.
-¿A quién está dirigida esta saga?
-Directa al ser niño, a la infancia. Me pidieron escribir un libro, en un momento en que en Italia tenía mucho éxito W.I.T.C.H., que hablara de magia y para un público femenino. Así, pensé en la naturaleza, en sus encantos y, a través de una metáfora, dar sus poderes a personas inseparables con sus propios caracteres. Al principio no me sentí capaz de escribir; de hecho, la primera redacción era un guión más que un libro. Tuve que aprender.
-¿Un clásico para niños y jóvenes habituados a las pantallas?
-Es una competencia muy difícil. Los padres me preguntan cómo hacer que el libro sea más interesante que el Iphone, una tablet o una pantalla. La diferencia la marcas tú. Si tú te sientas a leer con ellos marcas la diferencia. Éste es el valor añadido. Cuando el libro está entre las manos de una persona que los niños aman, que se sienta con ellos, le dedica tiempo para leer no sólo para ellos sino con ellos, el libro se convierte en interesante. Sobre todo si son pequeños: hay que sembrar esa semilla en ese momento. Con las chicas a veces es más fácil porque, cuando se emocionan, hablan de ello. Hay que estimularles visitando las librerías. Las editoriales en Italia, imagino que también en España, están trabajando cada vez más con las escuelas para que sepan lo que se está publicando. Y la hora de la lectura en clase tiene que ser agradable. A ningún adulto le gusta que le obliguen a leer para hacer un resumen. Si queremos que el libro le enseñe algo, bien, pero si queremos apasionarles a la lectura, se tienen que divertir.
-¿Qué aporta a los más pequeños la literatura fantástica?
-Los lleva al concepto de que pueden superar sus límites aunque sean pequeños y no sean mágicos. Gracias a la fantasía los niños piensan distintas perspectivas. Los grandes progresos de la humanidad se deben a hombres y mujeres que vieron un mundo que no había, soñaron cosas que no existían. Descubrieron las bacterias, las ondas electromagnéticas, quien descubrió América vio cosas que otros no veían. Se les tachaba de visionarios o locos pero fueron más allá.
-¿En qué ha cambiado su literatura desde W.I.T.C.H.?
-W.I.T.C.H. es de más años atrás. Yo siempre necesito primero una metáfora, transmitir un mensaje, pensar en un contenido y luego ponerle un cuento infantil. Había cinco amigas, cinco caracteres diferentes, que se enfrentan al crecimiento de cinco maneras diferentes. Pensaba en mí y en mis amigas. Ahí descubrí que podía escribir porque en realidad yo era directora de editorial, corregía los trabajos de los demás. Para escribir hay que tener un primer lector de confianza, antes que la editorial, que te pueda hablar francamente, te conozca bien y sepa hasta dónde puedes llegar. Mi primer lector es mi marido, que es muy cruel (risas), pero también se entusiasma.
-¿Cuáles son las influencias de su literatura?
-De niña no leía mucho. Sin embargo, me encantaban las tiras americanas que se publicaban los domingos, los cómics: en pocas imágenes consiguen explicarte la situación, la época, el lugar, las dinámicas de los personajes porque tienen buenos diálogos, dirección y construcción de la historia. Cuando creo personajes, diálogos, algo viene de ahí. Y también de la tradición de los cuentos infantiles porque mi madre nos leía muchísimo cuando estábamos en la mesa. Recuerdo esos momentos con felicidad.
-Utiliza la historia para transmitir valores como la superación, la familia... ¿Desaprovechamos el poder de la literatura para educar?
-Sí. No creo que pueda cambiar una vida, un carácter, pero sí tenemos un papel, sobre todo la literatura infantil. Hay libros que no tienen una indicación educativa, que son muy divertidos y también tienen que existir. Pero, ¿por qué no utilizar la literatura para transmitir valores, mensajes? Es una responsabilidad para quien escribe para los niños.
-Sus seguidores piden una película sobre la saga. ¿Lo considera probable?
-¡Sí, hasta reunieron firmas para ir a la Warner! Han llegado pequeñas editoriales de producción con propuestas pero no podían ir más allá. Si se hace una película tendría que ser algo que añada, que haya algo más que en el libro. Me encantaría, ¡podría escribir el guión y volver a ser la de antes!
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