"La Constitución está como tiene que estar"
Santiago Muñoz Machado · Catedrático de la Academia Española de la Lengua
Con Vieja y nueva Constitución, Muñoz Machado cierra una trilogía que inició con Informe sobre España. Repensar el Estado o destruirlo (Premio Nacional de Ensayo) y siguió con Cataluña y las demás Españas.
–Para un cordobés de Pozoblanco como usted, antes de que llegara, 1984 se asocia con Orwell. Cuando pasó, con Paquirri...
–Yo espero que también se relacione mi pueblo con Ginés de Sepúlveda, de quien he escrito su biografía. Fue cronista oficial de Carlos V y preceptor de Felipe II.
–Pregunta al académico de la Lengua. ¿La Constitución está bien escrita?
–Está como tiene que estar. Tiene el lenguaje propio de los textos constitucionales y del Derecho. Desde un punto de vista gramatical, es correcto.
–¿Conoció a los siete ponentes que la redactaron?
–A casi todos. A Solé Tura lo traté antes de su enfermedad. Lo menciono en la bibliografía. Me reúno todas las semanas con Miguel Herrero de Miñón, compañero en la Academia de Ciencias Políticas y Morales. También conozco a Roca y al gaditano, a Pérez- Llorca.
–¿En la Academia el Muñoz le cedió la preferencia al Machado?
–Es curioso, porque en mi pueblo el apellido Muñoz es muy importante y allí soy Santiago Muñoz; en el resto de España soy Muñoz Machado, algunos creen que es apellido compuesto.
–Dice en su libro Vieja y Nueva Constitución que el presidente norteamericano Jefferson le daba 19 años de vida. La Española cumple el 6 de diciembre 38 años, justo el doble...
–Una Constitución debe tener vigencia indefinida y vocación de durar todo el tiempo que sea útil. Cada generación aspira a su Constitución, no quiere que los muertos vinculen a los vivos. El cálculo de Jefferson tenía como premisa un estudio antropológico según el cual la vida útil de un político era 19 años. Una Constitución debe durar más y la nuestra tiene principios y procedimientos para reformarla.
–¿Por qué ese título?
–A partir de una conferencia que Ortega y Gasset dio en el Teatro de la Comedia en marzo de 1914 con el título de Vieja y Nueva Política. Estaba hastiado de los trucos, mañas y componendas de los políticos que usaban las leyes de acuerdo con sus intereses.
–La nueva política está de plena actualidad...
–Ya ve que es muy vieja.
–Hay que ser muy valiente para titular un libro Cataluña y las demás Españas.
–Era la segunda parte de una trilogía que concluyo con esta obra Vieja y nueva Constitución.
–Señala la paradoja entre un pueblo culto y moderno y unos políticos independentistas que obedecen a una “pésima información técnica,ligereza o ambiciones personales”. Valle-Inclán, en Luces de bohemia: “¿Qué dejan ustedes para los analfabetos?”.
–En Cataluña siempre ha existido una base de independentismo con un apoyo del 25% al 30%. Ese porcentaje ha subido de forma espectacular en buena parte por una clase política bastante aventurera que ha llevado a un pueblo culto, moderno, formado y estupendo como el catalán a un precipicio o a una pared donde todo rebotará y será volver a empezar. Con la complicidad de unos intelectuales que, sentados en sus sillones, han elaborado unos informes supuestamente constitucionales.
–¿Tiene sentido que se manifiesten contra el Tribunal Constitucional?
–Al pueblo se le convoca y va donde le llevan los líderes. Con la pérdida de prestigio de la institución en Cataluña a partir de la sentencia sobre el Estatuto.
–La Constitución de Estados Unidos data de 1787, la de Francia de 1791. ¿La edad de oro?
–Es el nacimiento, la primera generación de constituciones. Unos proyectos bisoños, llenos de problemas, se trata de crear un sistema político nuevo y arrumbar el antiguo. Una conquista milagrosa y maravillosa para la humanidad, pero la segunda generación es mucho más importante. Me refiero a las constituciones que se aprueban después de la Segunda Guerra Mundial y que incorporan las garantías de los derechos humanos, fundamentales. Se añaden instrumentos fundamentales como los tribunales constitucionales. Cosas que nos parecen muy antiguas y obvias y queremos tirar a la papelera y son de hace cuatro días.
–La Constitución española más longeva fue de la 1876, que dura hasta 1931. Más de medio siglo. ¿Cómo se explica?
–Duró tanto porque no se cumplía y no le importaba a nadie. Una Constitución sin prestigio ni autoridad no sirve para nada. Desde 1917 se sucedieron los periodos excepcionales, incluida la dictadura de Primo de Rivera. Una Constitución así es malo que dure tanto tiempo.
–El constitucionalismo español recorre el país entero, de arriba abajo desde el Estatuto de Bayona de 1808 a la Constitución de Cádiz de 1812. ¿Llegó a todo el país?
–España no se atrevió a una revolución como en Francia. Pero hay que reconocer que la Constitución de Cádiz liquida los señoríos y los privilegios del Antiguo Régimen y consagra la libertad y la propiedad como base de un sistema de convivencia. Al mismo tiempo, mira de reojo a la Monarquía. Siendo la más recordada y querida por los españoles, no duró nada. El primer golpe de Estado lo sufre con la vuelta de Fernando VII.
–En 1978 se aprueba la Constitución española y a Juan Pablo II lo eligen Papa. ¿Efectos colaterales?
–En la Constitución, España está reconocida como un Estado aconfesional, una declaración que es simultánea a los pactos con la Santa Sede que hace que la cuestión religiosa tenga en España una relación especial; será porque somos un país de católicos.
–¿El tema territorial es el talón de Aquiles?
–Es la parte menos conseguida y peor resuelta. También era la más difícil. A diferencia de los primeros apartados relativos a los principios, los derechos o la forma de Estado, el título octavo está mal desde que se aprobó la Constitución. También hay lagunas en el Tribunal Constitucional, la definición de la Justicia o el papel del Senado. Un 20% de la Constitución, lo demás no hay que tocarlo.
–¿Dónde estaba cuando el toro cogió a Paquirri en Pozoblanco?
–Ahora soy medio aficionado a los toros, entonces estaba siempre estudiando.
–¿Después de la trilogía?
–He dirigido un Diccionario del Español Jurídico. Se ha agotado la primera edición en diez días. Ahora vamos a hacer una edición con particularismos jurídicos de Hispanoamérica.
–¿Qué sillón ocupó en la Academia?
–La r minúscula que ocupaba Mingote. Me siento muy lejano en mi manera de ser. Yo no tengo ninguna gracia, soy bastante aburrido.
–¿Con cuál de los Machado se queda Muñoz?
–Un día se lo preguntaron a un buen amigo académico, Francisco Rico. Todos pensaban que iba a responder que Antonio y dijo que Manuel. Creo que a veces no es bueno elegir. Yo me quedo con el lote.
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