“La Constitución de 1931 no triunfó porque nadie la leyó”
Joan Oliver Y Agustín Ruiz Robledo | Catedráticos de Constitucional
Los catedráticos de Constitucional Joan Oliver Araújo y Agustín Ruiz Robledo han editado un libro en el que 27 juristas de distintas disciplinas escriben sobre la Constitución de 1931, aprovechando su 90 aniversario. Los autores han renunciado a sus derechos de autor, por lo que aquellos que estén interesados la pueden descargar gratis en Internet. Los autores quieren que este libro sea una referencia inexcusable para quieran estudiar esta texto. El libro, titulado ‘Comentarios a la Constitución Españolas de 1931’, está editado por el Centro de Estudios Políticos Constitucionales.
–Se juntan un jurista andaluz y un jurista mallorquín y editan un libro sobre la Constitución de 1931. ¿Y eso?
–Porque somos dos buenos amigos unidos por nuestro interés hacia la historia constitucional. Además, ambos tenemos ciertas virtudes y algunos defectillos, pero como no son los mismos, nos complementamos muy bien.
–¿Qué tiene esta Constitución que no tenga las demás?
–Un origen profundamente democrático ya que las elecciones a cortes constituyentes de junio de 1931 fueron unas elecciones verdaderamente limpias. Para los aspectos originales de su contenido remitimos a nuestro libro, pues no vamos a contarlo todo aquí.
–¿Por qué fracasó?
–En 1933 el catedrático Antonio Royo decía que fue porque los mismos diputados+ no la habían leído. Lógicamente, si no se leyó, difícilmente se iba a entender. Es más, algunos de los políticos que sí la entendían la interpretaban según sus propios intereses, a veces de forma bastante retorcida. También podríamos decir más jocosamente que porque se cumplió el dicho popular de “a la tercera es vencida”: hubo un golpe de Estado en 1932, hubo otro golpe de Estado en 1934 y, al tercero, el del 36, se acabó con ella.
–¿Cuántas constituciones en vigor ha tenido España?
–Con la vigente de 1978, ocho. Si le sumamos otros dos-tres proyectos que no pasaron de ahí, incluso una Constitución que no llegó a entrar en vigor (la nonata de 1856), pues nos podemos hacer una idea de que nuestra historia contemporánea fue especialmente turbulenta. Y eso que no hemos mencionado que casi todas ellas llegaron de la mano de algún espadón…
–Para ustedes… ¿Cuál ha sido la mejor?
–La Constitución de 1812, sin duda. Fue pensada para acabar con el estado absoluto y crear un estado liberal. Si Fernando VII el Deseado hubiera tenido un séptimo de la capacidad política que muchos españoles de la época le suponían, la Constitución de 1812 hubiera podido regir el Estado por muchos años. Casi nos atrevemos a decir que podría estar todavía vigente, con las lógicas actualizaciones, claro; como están la Constitución americana de 1787, la noruega de 1814 y la holandesa de 1815.
–Cuando se redacta una Constitución es porque siempre se quiere romper con el pasado, ¿no? Por ejemplo, la de 1812 abre un ciclo liberal y la de 1931 un ciclo democrático.
–Cierto. También para mejorar la regulación del Estado; por ejemplo, la Constitución de 1837 pretendía mejorar la técnica de la Constitución de 1812 y de hecho se presentó como una reforma de esa Constitución.
–¿Ustedes son partidarios de reformar la que hay ahora?
–Le contestaremos a la gallega ¿qué casa no necesita una reforma después de 40 años?
–¿Y qué enseñanzas podría darnos ahora la Constitución de 1931?
–La más importante es la relativa a la forma de elaborar el nuevo texto: en 1931 se incluyeron muchos artículos desconocidos en las constituciones decimonónicas, pero se mantuvo la técnica de incluirlos porque lo decidía la mayoría, que había ganado limpiamente las elecciones. En 1977 nuestros políticos supieron distinguir entre la política constitucional, donde debe regir la regla del consenso, de la política ordinaria, donde rige la regla de la mayoría. En 1931 esta distinción no se tenía clara y ahora parece que algunos políticos, tampoco.
–Todos sabemos que hubo un consenso para redactar la Constitución actual. ¿Ustedes creen que hoy se podría dar ese consenso?
–La respuesta negativa parece bastante obvia, pero a veces todo es cuestión de ponerse a trabajar. Recordemos que ya se han hecho dos mínimas reformas constitucionales y que en 1977 el consenso no vino de la noche a la mañana, sino después de elegir a una comisión de siete miembros que estuvieron preparando un anteproyecto durante cinco meses. No fue flor de un día; por cierto, a diferencia de lo que pasó con la Constitución republicana cuyo proyecto se preparó en 20 días por una numerosa comisión de 21 miembros.
–Ustedes firmaron hace años un manifiesto a favor de la autonomía catalana. ¿Qué piensan ahora sobre este asunto?
–Sí, en 2005 firmamos un manifiesto para pedir a las Cortes que discutieran el proyecto de Estatuto de Autonomía que el Parlamento catalán les había enviado, porque ese era el trámite establecido en la Constitución. Cuando en 2017 se inició el proceso de independencia de Cataluña promovimos otro manifiesto para pedirle a las autoridades catalanas que respetaran los cauces jurídicos. Para nuestra satisfacción otros 250 profesores de Constitucional se adhirieron al manifiesto. Y hoy pensamos lo mismo: la Constitución es un marco jurídico que las fuerzas políticas deben respetar. Si no les gusta, que lo cambien, pero que no se lo salten.
4 Comentarios