"Poner los objetivos financieros por encima de los valores no es economía"
Christian Felber | Profesor de la Universidad de Economía y Negocios de Viena
Christian Felber (Salzburgo, 1972) es un profesor de la Universidad de Economía de Viena, bailarín, escritor y divulgador en materias de economía y sociología que, "reconociendo el absurdo del sistema actual" y "la esquizofrenia ética" de un sistema económico que promueve "valores que no permiten que nuestras relaciones, comunidades y democracias florezcan", creó hace nueve años la Economía del Bien Común. "El capital, que debería ser el medio para servir a estos valores, se ha convertido en el fin y las consecuencias de esa inversión son enormes", defiende el docente que ha participado en unas jornadas en la Universidad de Cádiz.
-¿Qué es la Economía del Bien Común?
-Es un modelo económico en el que las actividades económicas están orientadas al bien común y donde se utilizan indicadores concretos para medir el éxito del objetivo como un Balance del Bien Común para empresas, una Evaluación del Bien Común para inversiones y un producto del Bien Común para economías nacionales.
-¿Qué valores supone ese bien común?
-La economía del bien común es la economía antigua a la que apelaban los griegos, mientras que poner los objetivos financieros por encima de valores como los derechos humanos, la sostenibilidad ecológica, la solidaridad, la cohesión social, la participación y la democracia, en la Antigua Grecia se llamaba crematística, lo que hoy es capitalismo, pero no economía.
-¿Cómo un Estado podría apostar por este concepto en un mercado lleno de empresas multinacionales?
-No nos engañemos, los estados deciden las regulaciones que confieren tanto poder a ese tipo de multinacionales, pero un Gobierno, si quisiera, podría rediseñar las reglas del juego de la economía de mercado para que empresas que tengan comportamientos éticos voluntarios tuvieran una ventaja competitiva en vez de ser a la inversa, como es hoy, donde las empresas más responsables y sostenibles entran en las mismas condiciones al mercado que las empresas más nefastas y destructivas, y esto es un juego desigual porque estas últimas tienen precios menores, costes menores. Éste es el núcleo de la Economía del Bien Común, corregir esta relación desigual. Así se podrían articular medidas como vincular las prácticas positivas a incentivos como la compra pública, ayudas, el pago de menos impuestos y un acceso más libre a los mercados internacionales que las empresas más destructivas.
-¿Hablamos de proteccionismo cuando hablamos de Economía del Bien Común?
-Hablamos de un camino intermedio entre la protección por la protección, que es el proteccionismo, y la apertura como si fuera un fin en sí misma sin importar que aplastemos los derechos humanos, calentemos el clima y disparemos la desigualdad. Por cierto, hablamos de proteccionismo en ambos casos porque el libre comercio es el proteccionismo de las inversiones en el extranjero y de la libertad al comercio, que no es un fin digno de ser protegido en mayor grado que los derechos humanos, el clima o la cohesión social. Creo que nosotros estamos en medio, en el corazón. Fíjate que el mayor logro de los capitalistas, que se disfrazan de economistas, ha sido el de hacernos creer que el capitalismo es lo único que hay, que no tenemos otra alternativa y que si no estás a favor del capitalismo eres, automáticamente, socialista. Realmente esto es un gran éxito retórico y una distracción de las muchas alternativas que existen.
-Su modelo nació hace 9 años. ¿Cuáles han sido los resultados hasta ahora?
-Nos hemos expandido por 30 países, hemos fundado 40 entidades legales, no sólo asociaciones sino también empresas, una cooperativa y una fundación. Tenemos unos 150 grupos locales, más de 500 empresas que han realizado el Balance del Bien Común y que están empezando a adaptar sus comportamientos hacia un grado de ética mayor. Tenemos docenas de municipios y ciudades que se han convertido en municipios y ciudades del Bien Común y tenemos las primeras leyes a nivel de gobiernos regionales, empezando por Valencia pero también en algunas regiones de Alemania y de otros países. También tenemos un atención creciente en organismos internacionales como el Comité Económico Social Europeo que ha publicado una opinión muy a favor de la Economía del Bien Común con el 86% de los votos y ahora fuimos invitados por las Naciones Unidas en Ginebra para presentar el Balance del Bien Común como una herramienta práctica y efectiva para implementar los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas.
-Nosotros, los consumidores, también estamos un poco desprotegidos. Yo no sabría decirle qué empresas siguen estas buenas prácticas. Saberlo, por ejemplo, podría ser un primer paso para apoyarlas.
-En este aspecto estoy de acuerdo con los libros de texto de Economía que dicen que sólo cuando tenemos información completa podemos tomar decisiones más racionales y, como consecuencia, la economía de mercado será más eficiente. El problema es ése, que la información no está completa, que no nos cuentan toda la historia. Y, encima, el diseño de los mercados es tan poco inteligente que penalizan a los consumidores que compran los productos más éticos, y por eso hace falta el juego conjunto entre la información y la concienciación de los consumidores.
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